Jorge Salum del Palacio, tiempo de corregir
La política más que una actividad en sumo compleja y apasionante es un arte al que pocos se dedican por todo lo que representa. Es la mejor manera de ejemplificar la dualidad, pues siempre hay tiempos de abundancia y carencia; poder y desamparo; presencia y olvido.
Pocos son los que aspiran a quedar en las páginas de la historia para trascender generaciones. La mayoría, queda en el olvido. En política participan desde vividores y zalameros como meros parásitos que sólo se sirven del sistema y no contribuyen en nada, hasta los politiqueros, “políticos” y en la cima de la pirámide, los estadistas.
“Hacer política” con quien se tiene ideas afines, coincidentes, es lo más sencillo. Por el contrario, hacerlo con quienes tienen ideas antitéticas, es lo más complejo y ahí es donde impera el talento, la capacidad de diálogo y el construir más que destruir.
Hay personajes que llegan a la política de manera fortuita, a los que les construyen carreras fugaces con la finalidad de manipularlos a posteriori, a manera de control omnipotente. También existen los que construyen una carrera desde su juventud y poco a poco ascienden, adquiriendo el bagaje necesario para poder llegar a la cúspide, que es gobernar.
Jorge Salum del Palacio, alcalde de la capital y aspirante a la máxima magistratura del Estado, se encuentra en este último apartado. Ha construido su carrera desde tiempos estudiantiles y posteriormente en el Partido Acción Nacional. No se puede refutar que ha sido uno de los mejores cuadros emanados de ese instituto político. Es por esta última razón que muchos esperábamos más de su desempeño, pues ya ha sido por lo menos regidor y legislador en el ámbito local y federal, pero ha quedado claro que no es lo mismo tener este tipo de representaciones, que hacerse cargo de decisiones ejecutivas. Vamos, en el argot popular, “no es lo mismo ser borracho que cantinero”.
Al momento de gobernar se debe de echar mano de lo mejor de sí. El éxito de cualquier gestión administrativa radica en rodearse de expertos a los que pueda escuchar para tomar decisiones y que éstas generen resultados. El máximo error de un político es rodearse de esos que mencionábamos al inicio de esta colaboración: De aduladores que venden espejismos y esconden la realidad.
A un servidor, algunos de sus directores -con todo el derecho- me tienen bloqueado en redes sociales o solamente les indicaron no volver responderme, aunque sea una obligación. Lo mismo pasa con cualquiera que desee hacer una crítica a la administración municipal. Como común denominador impera el silencio. El alcalde únicamente se expresa ante el elogio. Ante la crítica, calla.
Estos son momentos de abundancia de poder, pero llegarán los de carencia, eso es indudable, y ahí será el instante en que quizá se de cuenta de que no fue la mejor decisión abandonar a sus compañeros de lucha por años y rodearse de quienes lo están llevando al precipicio. Igual se dará cuenta que distanciarse del gobernador nunca deja nada bueno.
No cabe duda que le urge darse cuenta. Aún tiene tiempo de corregir, pero para ello necesita tomar decisiones que pueden ser motivo de una colaboración futura. Pero lo principal es que debe comprender que la frivolidad, no le traerá nada bueno. Y que de quien debe cuidarse, es de aquellos a los que considera cercanos, por cierto, neo políticos.
EN EL TINTERO… De acuerdo a información brindada por la OMS, México se posiciona como el país con la tasa más alta de mortalidad por el coronavirus en Latinoamérica. Irónicamente, ha habido brotes de violencia hacia los únicos que afrontan la batalla desde la línea de fuego, el personal de salud. En este sentido, el municipio de Durango fue noticia nacional, pues Mario Pozo, juez administrativo, dejó ir con total impunidad a una mujer que amenazó de muerte a una enfermera.
@raulgonzalezr