/ martes 12 de enero de 2021

A la memoria de Ángel Sergio Guerrero Mier…

En la política nada es circunstancial y menos coincidente.

La alianza opositora de tres fuerzas políticas (PRI, PAN y PRD) con el objetivo de minar la fortaleza del gobierno de la 4T y de su dirigente natural, no surgió ayer sino que su origen primario se ubica en la gran negociación entre el PRI y el PAN con motivo de las elecciones de 1988.

La negociación consistió, en palabras del ideólogo del PAN, en el sentido de que a su partido le interesaban más sus principios que los resultados, y si el candidato electo se comprometía a llevarlos al marco constitucional y legal y al terreno de los hechos, el PAN reconocería el triunfo del candidato presidencial del PRI tal y como en efecto sucedió.

Los efectos de la negociación se concretaron pronto con las reformas a los artículos 3, 5, 27, 28, 41 y 130 constitucionales, relacionados con las materias educativa, religiosa, agraria, bancaria y electoral, de tal suerte que durante el sexenio de 1988 a 1994, en tales aspectos de que el partido en el poder gobernó con los principios del PAN, partido éste que nació en 1939 para contrarrestar las acciones del gobierno cardenista. (1988: El año en que se calló el sistema de Martha Anaya).

Se ha considerado por algunos que en la negociación se incluyó la alternancia que se dio en las elecciones de 2000 y las “concertacesiones” que se dieron en los sexenios de 1998 a 1994 y de 1994 a 2000 en la disputa por el poder local en varias elecciones estatales.

La segunda gran negociación se dio en 2006 cuando, el PRI dividido, fue relegado al tercer lugar en las elecciones presidenciales, por lo que, conscientes de la derrota, la élite dirigente de ese partido, más la fuerza política creciente del entonces gobernador del Estado de México y luego presidente de la República, apoyó al candidato presidencial del PAN no sólo para que ganara sino para que pudiera tomar posesión en una agitada sesión del Congreso de la Unión el uno de diciembre de 2006. A cambio de ello se concertó que el PRI recuperara el poder en las elecciones presidenciales del 2012 tal y como en efecto sucedió. (El amasiato de Álvaro Delgado).

Lo sucedido del uno de diciembre de 2012 a las elecciones presidenciales de julio de 2018 es muy reciente y fácil de tener presente.

Al inició del sexenio se firma el Pacto por México (PRI, PAN y PRD) que se traduce en las reformas estructurales dentro de las cuales destaca la energética acorde a los principios del PAN retomados y ampliados por el PRI, así como con el apoyo del PRD. Coincidencia ideológica y pragmática entre las tres principales fuerzas políticas del país.

Sin embargo, hacia el interior del PRD se inicia una desbandada disidente del Pacto por México, a tal grado que dicho partido sólo se queda con el membrete, pues el grueso de los militantes, transita a Morena, partido creado y delineado por la visión y el carisma del actual presidente, quien obtiene la victoria en 2018 por una amplia mayoría, derivada de las fallas estructurales y el vacío ideológico existentes en la fuerzas opositoras (PRI-PAN y PRD), lo cual se constató con el hecho de que el PRI postulara como candidato a un no militante del mismo, mientras que el PRD se sumó a la propuesta presidencial del PAN.

Conformada la alianza opositora en la mayoría de los estados en los cuales se renovarán los poderes y en la mayoría de los distritos federales, sólo resta que conciba y proponga un discurso con miras futuristas que trasciendan lo que consideran fallas y omisiones de la 4T. A ésta, para ganar, le bastaría recordar los errores del pasado que motivaron a que Morena y aliados ganaran el poder en 2018.

En la política nada es circunstancial y menos coincidente.

La alianza opositora de tres fuerzas políticas (PRI, PAN y PRD) con el objetivo de minar la fortaleza del gobierno de la 4T y de su dirigente natural, no surgió ayer sino que su origen primario se ubica en la gran negociación entre el PRI y el PAN con motivo de las elecciones de 1988.

La negociación consistió, en palabras del ideólogo del PAN, en el sentido de que a su partido le interesaban más sus principios que los resultados, y si el candidato electo se comprometía a llevarlos al marco constitucional y legal y al terreno de los hechos, el PAN reconocería el triunfo del candidato presidencial del PRI tal y como en efecto sucedió.

Los efectos de la negociación se concretaron pronto con las reformas a los artículos 3, 5, 27, 28, 41 y 130 constitucionales, relacionados con las materias educativa, religiosa, agraria, bancaria y electoral, de tal suerte que durante el sexenio de 1988 a 1994, en tales aspectos de que el partido en el poder gobernó con los principios del PAN, partido éste que nació en 1939 para contrarrestar las acciones del gobierno cardenista. (1988: El año en que se calló el sistema de Martha Anaya).

Se ha considerado por algunos que en la negociación se incluyó la alternancia que se dio en las elecciones de 2000 y las “concertacesiones” que se dieron en los sexenios de 1998 a 1994 y de 1994 a 2000 en la disputa por el poder local en varias elecciones estatales.

La segunda gran negociación se dio en 2006 cuando, el PRI dividido, fue relegado al tercer lugar en las elecciones presidenciales, por lo que, conscientes de la derrota, la élite dirigente de ese partido, más la fuerza política creciente del entonces gobernador del Estado de México y luego presidente de la República, apoyó al candidato presidencial del PAN no sólo para que ganara sino para que pudiera tomar posesión en una agitada sesión del Congreso de la Unión el uno de diciembre de 2006. A cambio de ello se concertó que el PRI recuperara el poder en las elecciones presidenciales del 2012 tal y como en efecto sucedió. (El amasiato de Álvaro Delgado).

Lo sucedido del uno de diciembre de 2012 a las elecciones presidenciales de julio de 2018 es muy reciente y fácil de tener presente.

Al inició del sexenio se firma el Pacto por México (PRI, PAN y PRD) que se traduce en las reformas estructurales dentro de las cuales destaca la energética acorde a los principios del PAN retomados y ampliados por el PRI, así como con el apoyo del PRD. Coincidencia ideológica y pragmática entre las tres principales fuerzas políticas del país.

Sin embargo, hacia el interior del PRD se inicia una desbandada disidente del Pacto por México, a tal grado que dicho partido sólo se queda con el membrete, pues el grueso de los militantes, transita a Morena, partido creado y delineado por la visión y el carisma del actual presidente, quien obtiene la victoria en 2018 por una amplia mayoría, derivada de las fallas estructurales y el vacío ideológico existentes en la fuerzas opositoras (PRI-PAN y PRD), lo cual se constató con el hecho de que el PRI postulara como candidato a un no militante del mismo, mientras que el PRD se sumó a la propuesta presidencial del PAN.

Conformada la alianza opositora en la mayoría de los estados en los cuales se renovarán los poderes y en la mayoría de los distritos federales, sólo resta que conciba y proponga un discurso con miras futuristas que trasciendan lo que consideran fallas y omisiones de la 4T. A ésta, para ganar, le bastaría recordar los errores del pasado que motivaron a que Morena y aliados ganaran el poder en 2018.

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