/ domingo 11 de agosto de 2019

Accidentado proceso interno fractura más a los panistas

En pleno proceso para renovar el Consejo Estatal, así como la mayoría de los Comités Municipales, y en la antesala para elegir al próximo directivo estatal, el panismo se fractura y se enfrenta, a causa de una jefatura “nefasta y excluyente”, que, obnubilada por el poder, pretende imponer incondicionales en los espacios en disputa, olvidándose que una de las fortalezas del partido, es la doctrina democrática de sus militantes, y mirar por el bien de todos sin discriminación.

El dirigente estatal del blanquiazul, Lorenzo Martínez Delegadillo, ha pretendido reflejar en las elecciones para candidatos a consejeros estatales y nacionales, el abandono en que dejó a las estructuras panistas en los municipios, y darles los espacios a gente que le ha sido incondicional, a los personajes de los que siempre se ha rodeado, de acuerdo a los señalamientos de ciudadanos que pertenecen al partido.

Según los comentarios de algunos militantes, hay ejemplos claros que evidencian el desdén y autoritarismo con que el jefe estatal trata a las estructuras municipales que no pertenecen a la corriente que lo empoderó, o que no se han acercado a lisonjearlo, con lo cual demuestra que no está capacitado para sacar adelante al partido en los procesos internos, enfatizan.

Consideran que un jefe de partido, debe dejar de lado las animadversiones y ánimos negativos personales y de grupo en aras de alcanzar el objetivo común, y Martínez Delgadillo ha trabajado en contrario a ello, lo que ha generado inconformidad en buena parte del panismo estatal.

En Cuencamé y Nombre de Dios, ordenó burdas maniobras para evitar que se eligieran como candidatos a consejeros estatales, a personajes que supuestamente no le son adeptos a sus fines; en el primero los mandó a la Comisión de Orden, por supuesto proselitismo que realizaron en la pasada elección a favor del PRD, cuando lo real era que iban en coalición con ese partido.

Además en este municipio, Miguel Gómez es el dirigente municipal panista, y presidente de la Comisión de Orden, y pretenden que sea el candidato a consejeros estatal. Es incondicional a Lorenzo Martínez. Y por ende es juez y parte en el proceso interno.

Mientras que en el segundo, la secretaria general, Patricia Jiménez, llevó papelería incorrecta, con nombres en fotografías que no correspondían, por lo que se reventó la asamblea municipal, y así se impidió que resultaran electos miembros del PAN de la corriente de Pedro Toquero, que es uno de los “enemigo a vencer”.

Martínez Delgadillo en el seno de la Comisión Permanente, planteó el proyecto de convertir en delegaciones algunos de los comités municipales, entre ellos los de la Comarca Lagunera, Gómez Palacio y Lerdo, lo cual le acarreó, descalificaciones en su contra, al señalar que no se podía tomar esa determinación, cuando ni siquiera conocía el sentir de los militantes afectados.

En tal contexto, se afirmó que lo que pretendía era “borrar de un plumazo”, a los contrarios a su proyecto político, y que según precisaron, es la mayoría de los panistas laguneros, donde es mal vista la conducta excluyente del dirigente.

Según los “mal pensados”, Martínez Delgadillo, azuzado por algunos de los panistas que añoran el poder del partido, busca que entre los 100 integrantes que se elijan al Consejo Estatal, y los 4 ó 6 que surjan para el nacional, sean afines a sus grupos, con lo cual se fragmentaría la militancia, y por ende, la fortaleza ganada con la gubernatura, y varias alcaldías, entre ellas la de la capital, se echarían “al traste”.

Flaco favor hace la jefatura estatal del PAN, con las acciones excluyentes, para apoyar al Gobierno del Estado, y los electos de varios municipios como el de Durango, ya que en lugar de unificar, divide y enoja a los panistas de “hueso colorado”, que pueden decepcionarse de la forma como se maneja el partido, y voltear hacia otros colores en elecciones futuras.

Y desde ahora los inconformes se aprestan a dar la lucha en los órganos internos partidistas, a fin de evitar que se les excluya de los procesos de elección, con el consuelo de que el directivo estatal se renovará en octubre, de ahí la urgencia de integrar un Consejo Estatal a modo de los que se van, para llevar mano en las decisiones futuras.

Y con la visión puesta en la renovación de la jefatura estatal, los panistas de abolengo claman por que llegue un dirigente que unifique, que deje de lado las fobias y filias personales y de grupo, para trabajar por el objetivo común del partido, que se olvide de acciones nefastas, que afirman, ha sido el sello del actual.

Para ocupar la silla principal del PAN en el estado, se maneja el nombre de Antonio Ochoa, como el más viable, con perfil de conciliador, de lo que también adolece Martínez Delgadillo.

Y además de que hasta ahora, Ochoa no es mal visto por la mayoría de los grupos. Hay otros como José Amaro, que no han tenido mucha repercusión. Lo cierto es que el panismo está en efervescencia pero desconcertado e incierto por lo que sucede.

En pleno proceso para renovar el Consejo Estatal, así como la mayoría de los Comités Municipales, y en la antesala para elegir al próximo directivo estatal, el panismo se fractura y se enfrenta, a causa de una jefatura “nefasta y excluyente”, que, obnubilada por el poder, pretende imponer incondicionales en los espacios en disputa, olvidándose que una de las fortalezas del partido, es la doctrina democrática de sus militantes, y mirar por el bien de todos sin discriminación.

El dirigente estatal del blanquiazul, Lorenzo Martínez Delegadillo, ha pretendido reflejar en las elecciones para candidatos a consejeros estatales y nacionales, el abandono en que dejó a las estructuras panistas en los municipios, y darles los espacios a gente que le ha sido incondicional, a los personajes de los que siempre se ha rodeado, de acuerdo a los señalamientos de ciudadanos que pertenecen al partido.

Según los comentarios de algunos militantes, hay ejemplos claros que evidencian el desdén y autoritarismo con que el jefe estatal trata a las estructuras municipales que no pertenecen a la corriente que lo empoderó, o que no se han acercado a lisonjearlo, con lo cual demuestra que no está capacitado para sacar adelante al partido en los procesos internos, enfatizan.

Consideran que un jefe de partido, debe dejar de lado las animadversiones y ánimos negativos personales y de grupo en aras de alcanzar el objetivo común, y Martínez Delgadillo ha trabajado en contrario a ello, lo que ha generado inconformidad en buena parte del panismo estatal.

En Cuencamé y Nombre de Dios, ordenó burdas maniobras para evitar que se eligieran como candidatos a consejeros estatales, a personajes que supuestamente no le son adeptos a sus fines; en el primero los mandó a la Comisión de Orden, por supuesto proselitismo que realizaron en la pasada elección a favor del PRD, cuando lo real era que iban en coalición con ese partido.

Además en este municipio, Miguel Gómez es el dirigente municipal panista, y presidente de la Comisión de Orden, y pretenden que sea el candidato a consejeros estatal. Es incondicional a Lorenzo Martínez. Y por ende es juez y parte en el proceso interno.

Mientras que en el segundo, la secretaria general, Patricia Jiménez, llevó papelería incorrecta, con nombres en fotografías que no correspondían, por lo que se reventó la asamblea municipal, y así se impidió que resultaran electos miembros del PAN de la corriente de Pedro Toquero, que es uno de los “enemigo a vencer”.

Martínez Delgadillo en el seno de la Comisión Permanente, planteó el proyecto de convertir en delegaciones algunos de los comités municipales, entre ellos los de la Comarca Lagunera, Gómez Palacio y Lerdo, lo cual le acarreó, descalificaciones en su contra, al señalar que no se podía tomar esa determinación, cuando ni siquiera conocía el sentir de los militantes afectados.

En tal contexto, se afirmó que lo que pretendía era “borrar de un plumazo”, a los contrarios a su proyecto político, y que según precisaron, es la mayoría de los panistas laguneros, donde es mal vista la conducta excluyente del dirigente.

Según los “mal pensados”, Martínez Delgadillo, azuzado por algunos de los panistas que añoran el poder del partido, busca que entre los 100 integrantes que se elijan al Consejo Estatal, y los 4 ó 6 que surjan para el nacional, sean afines a sus grupos, con lo cual se fragmentaría la militancia, y por ende, la fortaleza ganada con la gubernatura, y varias alcaldías, entre ellas la de la capital, se echarían “al traste”.

Flaco favor hace la jefatura estatal del PAN, con las acciones excluyentes, para apoyar al Gobierno del Estado, y los electos de varios municipios como el de Durango, ya que en lugar de unificar, divide y enoja a los panistas de “hueso colorado”, que pueden decepcionarse de la forma como se maneja el partido, y voltear hacia otros colores en elecciones futuras.

Y desde ahora los inconformes se aprestan a dar la lucha en los órganos internos partidistas, a fin de evitar que se les excluya de los procesos de elección, con el consuelo de que el directivo estatal se renovará en octubre, de ahí la urgencia de integrar un Consejo Estatal a modo de los que se van, para llevar mano en las decisiones futuras.

Y con la visión puesta en la renovación de la jefatura estatal, los panistas de abolengo claman por que llegue un dirigente que unifique, que deje de lado las fobias y filias personales y de grupo, para trabajar por el objetivo común del partido, que se olvide de acciones nefastas, que afirman, ha sido el sello del actual.

Para ocupar la silla principal del PAN en el estado, se maneja el nombre de Antonio Ochoa, como el más viable, con perfil de conciliador, de lo que también adolece Martínez Delgadillo.

Y además de que hasta ahora, Ochoa no es mal visto por la mayoría de los grupos. Hay otros como José Amaro, que no han tenido mucha repercusión. Lo cierto es que el panismo está en efervescencia pero desconcertado e incierto por lo que sucede.