/ domingo 21 de abril de 2019

Alan García fue uno de los ejemplos más grandes para la izquierda de los ochentas en América Latina

Fue un hombre muy atractivo que llegó al poder en sus treinta y tantos y se enfrentó al Fondo Monetario Internacional y a los EUA, negándose a pagar la deuda del Perú, lo que causó una conmoción en su momento, que acabó en una crisis que le impidió reelegirse, pero años después volvió a ser presidente. Fue cuando Mario Vargas Llosa también se lanzó a la Presidencia pero no pudo ganar.

Después vino la época de Fujimori y de Toledo y de otros hasta Ollanta Humala, creo que Vargas Llosa aliándose con García con tal de que ganará Humala, y muchos acabaron en la cárcel o huyendo del país.

Fue la etapa de las guerrillas en Colombia y Centroamérica, y de los golpes de estado, cuando los gobiernos llegaban con elecciones o de ese modo, antes de la época de los gobiernos de izquierda en los noventas en Sudamérica y el chavismo.

Alan García estuvo en el exilio en París y Bogotá durante muchos años, y entraba y salía de su país hasta que se reorganizó y volvió a ganar el poder en el 2011 y realizó un gobierno muy diferente, llevando a su país a la estabilidad y crecimiento.

Ya Vargas Llosa habiendo ganando el premio Nobel y entrando al Perú de vez en cuando, habiendo aceptado la nacionalidad española.

A sus 69 años y en pleno uso de sus facultades, y habiendo cumplido su misión, Alan García prefirió suicidarse en lugar de ser arrestado, salvando su dignidad, y cientos de simpatizantes esperaban el féretro a la puerta de la casa del pueblo, sede del partido Aprista, para recorrer el centro de Lima y despedirlo.

El expresidente del Perú que el miércoles falleció tras dispararse minutos antes de ser detenido, siempre había defendido su inocencia, pero este pasado viernes se conocieron sus últimas palabras, la carta que dejó a sus seis hijos es una apología a su carrera.

En ella, García lamenta “sufrir injusticias y circos” asegura que “no hubo ni habrá cuentas ni sobornos” y lanza un amargo mensaje al calificar su suicidio de “muestra de desprecio” hacia sus rivales políticos.

“Cumplí la misión de conducir al aprismo al poder en dos ocasiones e impulsamos otra vez su fuerza social”, “Creo que esa fue la misión de mi existencia, teniendo raíces en la sangre de ese movimiento, escribió García, quien gobernó en dos periodos no consecutivos, en los ochentas y en la pasada década”.

“Nuestros adversarios optaron por la estrategia de la criminalización durante más de treinta años. Pero jamás encontraron nada y los derroté suavemente, porque nunca encontraron más que sus especulaciones y frustraciones”.

“En estos tiempos de rumores y odios repetidos que las mayorías creen verdad, he visto cómo se utilizan los procedimientos para humillar, vejar y no encontrar verdades”.

Pocos presidentes en América Latina y en el mundo han sido llevados al cementerio entre multitudes.

Fue un hombre muy atractivo que llegó al poder en sus treinta y tantos y se enfrentó al Fondo Monetario Internacional y a los EUA, negándose a pagar la deuda del Perú, lo que causó una conmoción en su momento, que acabó en una crisis que le impidió reelegirse, pero años después volvió a ser presidente. Fue cuando Mario Vargas Llosa también se lanzó a la Presidencia pero no pudo ganar.

Después vino la época de Fujimori y de Toledo y de otros hasta Ollanta Humala, creo que Vargas Llosa aliándose con García con tal de que ganará Humala, y muchos acabaron en la cárcel o huyendo del país.

Fue la etapa de las guerrillas en Colombia y Centroamérica, y de los golpes de estado, cuando los gobiernos llegaban con elecciones o de ese modo, antes de la época de los gobiernos de izquierda en los noventas en Sudamérica y el chavismo.

Alan García estuvo en el exilio en París y Bogotá durante muchos años, y entraba y salía de su país hasta que se reorganizó y volvió a ganar el poder en el 2011 y realizó un gobierno muy diferente, llevando a su país a la estabilidad y crecimiento.

Ya Vargas Llosa habiendo ganando el premio Nobel y entrando al Perú de vez en cuando, habiendo aceptado la nacionalidad española.

A sus 69 años y en pleno uso de sus facultades, y habiendo cumplido su misión, Alan García prefirió suicidarse en lugar de ser arrestado, salvando su dignidad, y cientos de simpatizantes esperaban el féretro a la puerta de la casa del pueblo, sede del partido Aprista, para recorrer el centro de Lima y despedirlo.

El expresidente del Perú que el miércoles falleció tras dispararse minutos antes de ser detenido, siempre había defendido su inocencia, pero este pasado viernes se conocieron sus últimas palabras, la carta que dejó a sus seis hijos es una apología a su carrera.

En ella, García lamenta “sufrir injusticias y circos” asegura que “no hubo ni habrá cuentas ni sobornos” y lanza un amargo mensaje al calificar su suicidio de “muestra de desprecio” hacia sus rivales políticos.

“Cumplí la misión de conducir al aprismo al poder en dos ocasiones e impulsamos otra vez su fuerza social”, “Creo que esa fue la misión de mi existencia, teniendo raíces en la sangre de ese movimiento, escribió García, quien gobernó en dos periodos no consecutivos, en los ochentas y en la pasada década”.

“Nuestros adversarios optaron por la estrategia de la criminalización durante más de treinta años. Pero jamás encontraron nada y los derroté suavemente, porque nunca encontraron más que sus especulaciones y frustraciones”.

“En estos tiempos de rumores y odios repetidos que las mayorías creen verdad, he visto cómo se utilizan los procedimientos para humillar, vejar y no encontrar verdades”.

Pocos presidentes en América Latina y en el mundo han sido llevados al cementerio entre multitudes.