/ domingo 7 de abril de 2019

Algunos movimientos han dado de qué hablar

Confieso que he vencido cierto rubor al escribir estas líneas. Un espacio tan valioso que no debería de desaprovechar en temas que al principio consideraba triviales.

Pero una vez, examinada a fondo la picaresca actitud que asumen los funcionarios que se sienten intocables, se diluye la trivialidad y toma su importancia en la medida que se cruzan las opiniones.

De ahí que me llamara la atención un comentario que vertiera un columnista de este medio informativo, al referirse a los cambios que se están llevando a cabo en la SEED, y sin nombrarlo ni citarlo textualmente, sólo diré que inaugura una nueva forma de cuestionar, al sugerir que se borre la frontera de lo privado y hacer partícipe al escrutinio público de lo que ocurre allí.

Claro que esto se esperaba, porque es inevitable que así sea. Es predecible que ocurriera. En todas las dependencias quienes son factor de movimiento o salen del gobierno, aprovechan la oportunidad para cuestionarlo. En todos los espacios que funcionan con base en “la transparencia”, sus servidores públicos la aprovechan para acicalarse a sí mismos y golpear a los demás. Todos tienen algo en común: Cuentan la historia desde adentro y tratan de desacreditar a quien consideran su verdugo.

Con estos movimientos, sin duda que el secretario de educación, señor Rubén Calderón, muestra a la opinión pública lo que está pasando en la dependencia que está bajo su responsabilidad. Pero ya otros han contado lo que pasa en cada uno de los departamentos que la conforman, así como otros han revelado el ejercicio del poder a quienes viven sus efectos.

Sin quedarse atrás están aquellos que han ofrecido información privilegiada que antes era sólo del dominio de una élite privilegiada y con ello han desatado una tormenta; con ello han provocado una tempestad; con ello colocan sus revelaciones en el centro del debate público, para bien de sus amigos y para mal de quienes han tomado la decisión.

La mayoría de los movimientos que se generan al interior de la dependencia, por lo general pasan desapercibidos, pero ahora se han acentuado por la influencia política que enviste a los actores que forman parte de este acontecimiento.

Sin duda que el movimiento que ha generado más ruido hasta la fecha, ha sido la renuncia del maestro Miguel Ruvalcaba, situación que a la opinión pública nunca le quedó clara la razón por la cual se retiró, a pesar de la trayectoria que lo identifica como profesional de la educación, nadie de los medios se preocupó por el motivo de su retiro.

Sin embargo, las cosas no han quedado ahí, ya que desde su retiro y al ser sustituido por el maestro José Luis Soto Gámiz, la Secretaría ha sido objeto de una movilidad muy sentida, donde los cambios urgentes se han tenido que hacer en su justa dimensión, donde no se trata de lesionar la integridad personal, sino corregir algunos vicios que involuntariamente se adhieren en el ánimo de los funcionarios y que con antelación han sido denunciados.

Por supuesto que son varios y que por cuestiones especiales las autoridades competentes sobrellevan, y soportan su presencia algunas veces por cuestiones políticas y otras de corte familiar, pero llega el momento que los límites se rebasan. De ahí que por mucha capacidad y eficiencia que demuestren, no siempre son la llave para abrir el ánimo de los de arriba y cerrar la atención a los de abajo

Seguros de la apariencia que proyectan ante la opinión pública, muchas veces asumen una actitud beligerante, donde el ánimo es ignorar a las personas, bajo la premisa de evitar problemas a los jefes. Ante dicha situación tan abusiva y antidemocrática, la ciudadanía queda impotente. Sufre acciones que corren en su contra pero no puede castigarlas.

Padece la rapacidad del poder pero no puede sancionarla. No cuenta con instrumentos legales para demandar los excesos y desatenciones de dichos funcionarios.

Se crea una situación perversa que impide la rendición de cuentas; la información es nula y los instrumentos de sanción son débiles o inexistentes: por eso la persistencia de personajes como la señora que fungía como jefa de recursos humanos, en la Subsecretaría de Servicios Educativos, que a decir de bastas opiniones: frustró la oportunidad de muchos aspirantes a ingresar al magisterio, pese a la evaluación sobresaliente de los afectados.

Y ella podría argumentar que no aceptaban los interesados; era obvia la negativa ante las absurdas maniobras que esta funcionaria orquestaba, ya que muchas veces a los ganadores se les ofrecían cinco horas en lugares alejados y en calidad de interinos, mientras que a otros sin cumplir dichos requisitos eran privilegiados con tiempo completo y en lugares cómodos, pese a los lineamientos de la mal llamada reforma educativa.

A esto se suma la desatención a algunos directivos escolares que públicamente manifestaron en los medios de comunicación su inconformidad, al ser víctimas de la negligencia de dicha funcionaria, al negarles la asignación de algunos recursos que se requerían urgentemente frente a grupo.

Este es un sólo botón de muestra del paquete que ha sido objeto de cambio, y donde al resto podríamos generalizarlo en las razones que pudieron haber sido la causa de su movimiento y que pudieran iniciar con la rendición de cuentas donde a éstos no les cuadraron. Además si no son de la confianza de las autoridades en turno, no tienen ninguna obligación de mantenerles los privilegios que ostentan algunas personas por consignas externas, donde abundan los familiares, los amigos y otro tipo de parentelas que adoptan los políticos a cargo del erario.

Ahora veamos otra razón que pudo haber influido en el criterio de las autoridades para tomar esta decisión y me refiero a la caducidad que marca el tiempo y donde éste también se les vence a los funcionarios.

De ahí que el cambio sea necesario, dados los errores cometidos que transforman sus espacios en islotes de opacidad y archipiélagos de arbitrariedad, sujetos a una rutina costosa y de rendimientos nulos

Y la última que pudiera ser la de mayor peso. Ya no gobierna el grupo que los protegía; que a manos llenas les daba todo lo que querían. Así que ahora que las circunstancias son otras, recuerden señores, que cuando se tiene el poder sus deseos son órdenes; ahora que ya no lo tienen sus órdenes son deseos.

Confieso que he vencido cierto rubor al escribir estas líneas. Un espacio tan valioso que no debería de desaprovechar en temas que al principio consideraba triviales.

Pero una vez, examinada a fondo la picaresca actitud que asumen los funcionarios que se sienten intocables, se diluye la trivialidad y toma su importancia en la medida que se cruzan las opiniones.

De ahí que me llamara la atención un comentario que vertiera un columnista de este medio informativo, al referirse a los cambios que se están llevando a cabo en la SEED, y sin nombrarlo ni citarlo textualmente, sólo diré que inaugura una nueva forma de cuestionar, al sugerir que se borre la frontera de lo privado y hacer partícipe al escrutinio público de lo que ocurre allí.

Claro que esto se esperaba, porque es inevitable que así sea. Es predecible que ocurriera. En todas las dependencias quienes son factor de movimiento o salen del gobierno, aprovechan la oportunidad para cuestionarlo. En todos los espacios que funcionan con base en “la transparencia”, sus servidores públicos la aprovechan para acicalarse a sí mismos y golpear a los demás. Todos tienen algo en común: Cuentan la historia desde adentro y tratan de desacreditar a quien consideran su verdugo.

Con estos movimientos, sin duda que el secretario de educación, señor Rubén Calderón, muestra a la opinión pública lo que está pasando en la dependencia que está bajo su responsabilidad. Pero ya otros han contado lo que pasa en cada uno de los departamentos que la conforman, así como otros han revelado el ejercicio del poder a quienes viven sus efectos.

Sin quedarse atrás están aquellos que han ofrecido información privilegiada que antes era sólo del dominio de una élite privilegiada y con ello han desatado una tormenta; con ello han provocado una tempestad; con ello colocan sus revelaciones en el centro del debate público, para bien de sus amigos y para mal de quienes han tomado la decisión.

La mayoría de los movimientos que se generan al interior de la dependencia, por lo general pasan desapercibidos, pero ahora se han acentuado por la influencia política que enviste a los actores que forman parte de este acontecimiento.

Sin duda que el movimiento que ha generado más ruido hasta la fecha, ha sido la renuncia del maestro Miguel Ruvalcaba, situación que a la opinión pública nunca le quedó clara la razón por la cual se retiró, a pesar de la trayectoria que lo identifica como profesional de la educación, nadie de los medios se preocupó por el motivo de su retiro.

Sin embargo, las cosas no han quedado ahí, ya que desde su retiro y al ser sustituido por el maestro José Luis Soto Gámiz, la Secretaría ha sido objeto de una movilidad muy sentida, donde los cambios urgentes se han tenido que hacer en su justa dimensión, donde no se trata de lesionar la integridad personal, sino corregir algunos vicios que involuntariamente se adhieren en el ánimo de los funcionarios y que con antelación han sido denunciados.

Por supuesto que son varios y que por cuestiones especiales las autoridades competentes sobrellevan, y soportan su presencia algunas veces por cuestiones políticas y otras de corte familiar, pero llega el momento que los límites se rebasan. De ahí que por mucha capacidad y eficiencia que demuestren, no siempre son la llave para abrir el ánimo de los de arriba y cerrar la atención a los de abajo

Seguros de la apariencia que proyectan ante la opinión pública, muchas veces asumen una actitud beligerante, donde el ánimo es ignorar a las personas, bajo la premisa de evitar problemas a los jefes. Ante dicha situación tan abusiva y antidemocrática, la ciudadanía queda impotente. Sufre acciones que corren en su contra pero no puede castigarlas.

Padece la rapacidad del poder pero no puede sancionarla. No cuenta con instrumentos legales para demandar los excesos y desatenciones de dichos funcionarios.

Se crea una situación perversa que impide la rendición de cuentas; la información es nula y los instrumentos de sanción son débiles o inexistentes: por eso la persistencia de personajes como la señora que fungía como jefa de recursos humanos, en la Subsecretaría de Servicios Educativos, que a decir de bastas opiniones: frustró la oportunidad de muchos aspirantes a ingresar al magisterio, pese a la evaluación sobresaliente de los afectados.

Y ella podría argumentar que no aceptaban los interesados; era obvia la negativa ante las absurdas maniobras que esta funcionaria orquestaba, ya que muchas veces a los ganadores se les ofrecían cinco horas en lugares alejados y en calidad de interinos, mientras que a otros sin cumplir dichos requisitos eran privilegiados con tiempo completo y en lugares cómodos, pese a los lineamientos de la mal llamada reforma educativa.

A esto se suma la desatención a algunos directivos escolares que públicamente manifestaron en los medios de comunicación su inconformidad, al ser víctimas de la negligencia de dicha funcionaria, al negarles la asignación de algunos recursos que se requerían urgentemente frente a grupo.

Este es un sólo botón de muestra del paquete que ha sido objeto de cambio, y donde al resto podríamos generalizarlo en las razones que pudieron haber sido la causa de su movimiento y que pudieran iniciar con la rendición de cuentas donde a éstos no les cuadraron. Además si no son de la confianza de las autoridades en turno, no tienen ninguna obligación de mantenerles los privilegios que ostentan algunas personas por consignas externas, donde abundan los familiares, los amigos y otro tipo de parentelas que adoptan los políticos a cargo del erario.

Ahora veamos otra razón que pudo haber influido en el criterio de las autoridades para tomar esta decisión y me refiero a la caducidad que marca el tiempo y donde éste también se les vence a los funcionarios.

De ahí que el cambio sea necesario, dados los errores cometidos que transforman sus espacios en islotes de opacidad y archipiélagos de arbitrariedad, sujetos a una rutina costosa y de rendimientos nulos

Y la última que pudiera ser la de mayor peso. Ya no gobierna el grupo que los protegía; que a manos llenas les daba todo lo que querían. Así que ahora que las circunstancias son otras, recuerden señores, que cuando se tiene el poder sus deseos son órdenes; ahora que ya no lo tienen sus órdenes son deseos.