/ jueves 25 de junio de 2020

Amadísima Petra

A lo largo de once años, Francisco estuvo casado con Petra y sólo la muerte los pudo separar. Durante el tiempo que vivieron juntos, el joven enamorado sufrió la nostalgia por la lejanía de su amadísima esposa, debido a los largos viajes que tuvo que realizar.

Francisco Gómez del Palacio y Bravo, conocido por la historia como Francisco Gómez Palacio, fue un escritor, jurisconsulto y gobernador del Estado de Durango. Fue declarado Benemérito del Estado por la Legislatura local de octubre de 1887, fundador del Colegio Civil del Estado, actualmente Universidad Juárez del Estado de Durango, en el que desempeñó los cargos de rector y catedrático. Fue también diputado federal en tres ocasiones y dos veces, gobernador del Estado.

En el poblado de Nombre de Dios, donde era avecindado, se casó el 2 de octubre de 1847 con Petra Catalina de la Trinidad Tebar y Zúñiga, hija de don Catalino Tebar, administrador de la renta del tabaco en Durango, y María Victoriana Zúñiga.

El año de su matrimonio, fue el año en que México se hallaba en guerra con Estados Unidos, conflicto originado por las pretensiones expansionistas del gobierno norteamericano y que comienza con la creación de la “república de Texas”, por lo que urgía negociar la paz, restaurar el orden y dar cauce a la vida constitucional del país.

Se convocó al Congreso y Durango envió a sus representantes, siendo Francisco Gómez Palacio, como diputado, y a Francisco Elorriaga como senador, lo que produjo la separación del joven matrimonio, durante un lapso de once meses, de marzo a septiembre de 1848, y de diciembre de ese año a marzo de 1849, tiempo en el que Francisco y Petra mantuvieron una intensa correspondencia.

Así, “el amadísimo Panchito” y “la amadístima Petra”, fueron protagonistas y destinatarios de por lo menos 24 cartas, de las cuales han llegado 15 hasta nuestros días, reproducidas en el libro “Epistolario de un sueño”, de Ricardo Coronado Velasco, donde da cuenta de las cartas dictadas por una pasión cabal y serena que muestran el amor que se tuvo la pareja hasta el día de su muerte.

De acuerdo al autor, estos “documentos constituyen una suerte de preciosos testimonios sobre los usos y costumbres, no sólo de la pareja, sino de la sociedad que la rodeaba; sus formas de sentir, su cosmovisión; el espacio habitual y ordinario que llenaba, en fin, el mundo de vida de los esposos Gómez Palacio-Tebar, en los inicios de su matrimonio".

De la misma manera, a pesar del bullicio de la guerra que saturaba la atmósfera nacional, el tufo de desolación y la batahola política que enturbian el aire en aquel momento, estas condiciones no tienen resonancia en el epistolario, si acaso una que otra mención de soslayo, porque la atención de los dos enamorados estaba dedicada en cuerpo y alma a la reconquista de su felicidad de recién casados, abruptamente interrumpida por la situación política imperante en ese momento.

A través de estas cartas de amor, dieron vista a la cotidianeidad en que vivieron y podemos entender que los viajes en diligencia en esa época no dejaban de ser enfadosos e intrépidos, sobre todo, en “tiempo de aguas”, como era conocida la temporada de lluvias.

Así, Petra daba cuenta de la preocupación por su esposo y “Pancho”, por la situación de su esposa, las descripciones de las reuniones y “funcioncitas”, de los bailes y las comidas familiares que en esa época constituían el ámbito cabal para vigorizar las amistades, robustecer los afectos y forjar los compadrazgos.

De su matrimonio hubo seis hijos: Mateo, Francisco de Paula, Pedro Pablo, María Victoriana, José Pedro y José Ángel Platón, nacidos entre 1848 y 1856.

Sin embargo, este mundo de amor cerró su capítulo en 1858, con el fallecimiento de Petra, víctima de una tuberculosis pulmonar, causa de muerte que sería registrada por el cura Cayetano Andrade de la parroquia del Sagrario, como consunción.

“Pancho” formaría más tarde nueva familia con Agustina Escalante; de esta unión vendrían diez hijos más, pero su historia de amor quedaría para siempre en sus cartas, y don Francisco se convertiría en uno de los protagonistas del desarrollo político y social de Durango en ese siglo, considerado como uno de los hombres más cultos de su tiempo de todo el país.

Francisco Gómez Palacio murió el 27 de febrero de 1886 en la capital del Estado. Ese mismo año Santiago Lavín Cuadra donaría terrenos para que se fundara la ciudad que fue creada para recordarlo.

A lo largo de once años, Francisco estuvo casado con Petra y sólo la muerte los pudo separar. Durante el tiempo que vivieron juntos, el joven enamorado sufrió la nostalgia por la lejanía de su amadísima esposa, debido a los largos viajes que tuvo que realizar.

Francisco Gómez del Palacio y Bravo, conocido por la historia como Francisco Gómez Palacio, fue un escritor, jurisconsulto y gobernador del Estado de Durango. Fue declarado Benemérito del Estado por la Legislatura local de octubre de 1887, fundador del Colegio Civil del Estado, actualmente Universidad Juárez del Estado de Durango, en el que desempeñó los cargos de rector y catedrático. Fue también diputado federal en tres ocasiones y dos veces, gobernador del Estado.

En el poblado de Nombre de Dios, donde era avecindado, se casó el 2 de octubre de 1847 con Petra Catalina de la Trinidad Tebar y Zúñiga, hija de don Catalino Tebar, administrador de la renta del tabaco en Durango, y María Victoriana Zúñiga.

El año de su matrimonio, fue el año en que México se hallaba en guerra con Estados Unidos, conflicto originado por las pretensiones expansionistas del gobierno norteamericano y que comienza con la creación de la “república de Texas”, por lo que urgía negociar la paz, restaurar el orden y dar cauce a la vida constitucional del país.

Se convocó al Congreso y Durango envió a sus representantes, siendo Francisco Gómez Palacio, como diputado, y a Francisco Elorriaga como senador, lo que produjo la separación del joven matrimonio, durante un lapso de once meses, de marzo a septiembre de 1848, y de diciembre de ese año a marzo de 1849, tiempo en el que Francisco y Petra mantuvieron una intensa correspondencia.

Así, “el amadísimo Panchito” y “la amadístima Petra”, fueron protagonistas y destinatarios de por lo menos 24 cartas, de las cuales han llegado 15 hasta nuestros días, reproducidas en el libro “Epistolario de un sueño”, de Ricardo Coronado Velasco, donde da cuenta de las cartas dictadas por una pasión cabal y serena que muestran el amor que se tuvo la pareja hasta el día de su muerte.

De acuerdo al autor, estos “documentos constituyen una suerte de preciosos testimonios sobre los usos y costumbres, no sólo de la pareja, sino de la sociedad que la rodeaba; sus formas de sentir, su cosmovisión; el espacio habitual y ordinario que llenaba, en fin, el mundo de vida de los esposos Gómez Palacio-Tebar, en los inicios de su matrimonio".

De la misma manera, a pesar del bullicio de la guerra que saturaba la atmósfera nacional, el tufo de desolación y la batahola política que enturbian el aire en aquel momento, estas condiciones no tienen resonancia en el epistolario, si acaso una que otra mención de soslayo, porque la atención de los dos enamorados estaba dedicada en cuerpo y alma a la reconquista de su felicidad de recién casados, abruptamente interrumpida por la situación política imperante en ese momento.

A través de estas cartas de amor, dieron vista a la cotidianeidad en que vivieron y podemos entender que los viajes en diligencia en esa época no dejaban de ser enfadosos e intrépidos, sobre todo, en “tiempo de aguas”, como era conocida la temporada de lluvias.

Así, Petra daba cuenta de la preocupación por su esposo y “Pancho”, por la situación de su esposa, las descripciones de las reuniones y “funcioncitas”, de los bailes y las comidas familiares que en esa época constituían el ámbito cabal para vigorizar las amistades, robustecer los afectos y forjar los compadrazgos.

De su matrimonio hubo seis hijos: Mateo, Francisco de Paula, Pedro Pablo, María Victoriana, José Pedro y José Ángel Platón, nacidos entre 1848 y 1856.

Sin embargo, este mundo de amor cerró su capítulo en 1858, con el fallecimiento de Petra, víctima de una tuberculosis pulmonar, causa de muerte que sería registrada por el cura Cayetano Andrade de la parroquia del Sagrario, como consunción.

“Pancho” formaría más tarde nueva familia con Agustina Escalante; de esta unión vendrían diez hijos más, pero su historia de amor quedaría para siempre en sus cartas, y don Francisco se convertiría en uno de los protagonistas del desarrollo político y social de Durango en ese siglo, considerado como uno de los hombres más cultos de su tiempo de todo el país.

Francisco Gómez Palacio murió el 27 de febrero de 1886 en la capital del Estado. Ese mismo año Santiago Lavín Cuadra donaría terrenos para que se fundara la ciudad que fue creada para recordarlo.