/ miércoles 19 de agosto de 2020

Análisis

El instante que cambió la historia


El miércoles 19 de agosto se cumplen 29 años de un suceso que dio un vuelco a la vida en el planeta, cambiando el rumbo de la historia y perfilando nuevos derroteros que nos han llevado a la situación global actual.

El mundo de hoy es algo que no se puede entender a cabalidad sin atender a lo que ocurrió el 19 de agosto de 1991, día en que quien era líder de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), Mikhail Gorbachov, debió enfrentar un intento de golpe de Estado por parte de militares contrarios a sus grandes reformas, conocidas como Perestroika y Glasnost, enfocadas a la transparencia y a otro manejo de la economía.

En aquel entonces, permaneció detenido en su casa de campo, mejor conocida como ‘Dacha’, donde aguardaba lo que sería su suerte, mientras en Moscú en un principio todo era alarma y confusión, pues por una parte el Ejército Rojo buscaba tomar control de la situación, en tanto que los líderes políticos analizaban la mejor forma de hacer frente a lo que se vivía y con base en ello obtener el mejor provecho de lo acontecido.

Tal fue el caso de Boris Yeltsin, quien acudió a la sede del Parlamento, también conocida como Duma, para reclamar la vuelta a la legalidad y el regreso de Mikhail Gorbachov al Kremlin. Al pretender llegar hasta el enorme edificio, al que se le conoce como la Casa Blanca, vio un tanque apostado prácticamente en su entrada.

Apoyado en la multitud y ¿por qué no? en una generosa cantidad de vodka, Yeltsin se subió al tanque y desde allí dio el mensaje que originalmente planeaba dar a los parlamentarios, dirigiéndose también a los militares, llamando a retomar la legalidad y permitir el regreso de Mikhail Gorbachov para ejercer como presidente de la Unión Soviética

Finalmente, en apariencia, las aguas retomaban su cauce y el día 21 de agosto, finalmente Gorbachov regresó al Kremlin para retomar sus funciones como mandatario soviético, al frente del politburó y del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS). Aunque en realidad, su regreso ya sólo sirvió para terminar de cavar la tumba de aquella nación formada por 15 repúblicas, entre europeas y asiáticas.

De acuerdo al plan original, si no se hubiera dado el intento de golpe de Estado, Mikhail Gorbachov habría encabezado el 21 de agosto un encuentro con los gobernantes de las 15 repúblicas para dar fin a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y en su lugar establecer la Unión de Repúblicas Soberanas Soviéticas, con el fin de mantener unida a la URSS, pero bajo un concepto de mayor soberanía para sus integrantes.

Ese encuentro ya no fue posible reagendarlo y después de la intentona golpista, la debilidad de Mikhail Gorbachov fue creciendo gradualmente, al tiempo que el liderazgo de Boris Yeltsin, en su calidad de presidente de Rusia, cargo para el que había sido electo apenas el mes anterior, se consolidaba tanto al interior del país, como en el exterior.

Fue así que, en ese entorno, el 25 de diciembre de 1991, Mikhail Gorbachov terminó anunciando la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, tras lo que de forma transitoria se formaba la Comunidad de Estados Independientes, que incluso participó en lugar de la URSS en los Juegos Olímpicos de Barcelona ’92.

Fue así que la Unión Soviética dejó de existir y de un día para otro, Mikhail Gorbachov se quedó sin país que gobernar, al tiempo que en el Kremlin era bajada la bandera roja de la URSS y empezaba a ondearse la blanca, azul y roja de una Rusia independiente y heredera del poderío soviético, compartiendo arsenal nuclear con Ucrania, Bielorrusia y Kazakhstán.

Tras esos hechos, Estados Unidos se erigió como ganador de la Guerra Fría y la antigua forma en que se conocía al socialismo colapsaba, aunque no para desaparecer, ya que eran los tiempos en que se empezaban a gestar nuevas corrientes que vemos ahora gobernando en otras naciones.

FB: YolandaDeLaTorreV

Tw: @Yoladelatorre

El instante que cambió la historia


El miércoles 19 de agosto se cumplen 29 años de un suceso que dio un vuelco a la vida en el planeta, cambiando el rumbo de la historia y perfilando nuevos derroteros que nos han llevado a la situación global actual.

El mundo de hoy es algo que no se puede entender a cabalidad sin atender a lo que ocurrió el 19 de agosto de 1991, día en que quien era líder de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), Mikhail Gorbachov, debió enfrentar un intento de golpe de Estado por parte de militares contrarios a sus grandes reformas, conocidas como Perestroika y Glasnost, enfocadas a la transparencia y a otro manejo de la economía.

En aquel entonces, permaneció detenido en su casa de campo, mejor conocida como ‘Dacha’, donde aguardaba lo que sería su suerte, mientras en Moscú en un principio todo era alarma y confusión, pues por una parte el Ejército Rojo buscaba tomar control de la situación, en tanto que los líderes políticos analizaban la mejor forma de hacer frente a lo que se vivía y con base en ello obtener el mejor provecho de lo acontecido.

Tal fue el caso de Boris Yeltsin, quien acudió a la sede del Parlamento, también conocida como Duma, para reclamar la vuelta a la legalidad y el regreso de Mikhail Gorbachov al Kremlin. Al pretender llegar hasta el enorme edificio, al que se le conoce como la Casa Blanca, vio un tanque apostado prácticamente en su entrada.

Apoyado en la multitud y ¿por qué no? en una generosa cantidad de vodka, Yeltsin se subió al tanque y desde allí dio el mensaje que originalmente planeaba dar a los parlamentarios, dirigiéndose también a los militares, llamando a retomar la legalidad y permitir el regreso de Mikhail Gorbachov para ejercer como presidente de la Unión Soviética

Finalmente, en apariencia, las aguas retomaban su cauce y el día 21 de agosto, finalmente Gorbachov regresó al Kremlin para retomar sus funciones como mandatario soviético, al frente del politburó y del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS). Aunque en realidad, su regreso ya sólo sirvió para terminar de cavar la tumba de aquella nación formada por 15 repúblicas, entre europeas y asiáticas.

De acuerdo al plan original, si no se hubiera dado el intento de golpe de Estado, Mikhail Gorbachov habría encabezado el 21 de agosto un encuentro con los gobernantes de las 15 repúblicas para dar fin a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y en su lugar establecer la Unión de Repúblicas Soberanas Soviéticas, con el fin de mantener unida a la URSS, pero bajo un concepto de mayor soberanía para sus integrantes.

Ese encuentro ya no fue posible reagendarlo y después de la intentona golpista, la debilidad de Mikhail Gorbachov fue creciendo gradualmente, al tiempo que el liderazgo de Boris Yeltsin, en su calidad de presidente de Rusia, cargo para el que había sido electo apenas el mes anterior, se consolidaba tanto al interior del país, como en el exterior.

Fue así que, en ese entorno, el 25 de diciembre de 1991, Mikhail Gorbachov terminó anunciando la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, tras lo que de forma transitoria se formaba la Comunidad de Estados Independientes, que incluso participó en lugar de la URSS en los Juegos Olímpicos de Barcelona ’92.

Fue así que la Unión Soviética dejó de existir y de un día para otro, Mikhail Gorbachov se quedó sin país que gobernar, al tiempo que en el Kremlin era bajada la bandera roja de la URSS y empezaba a ondearse la blanca, azul y roja de una Rusia independiente y heredera del poderío soviético, compartiendo arsenal nuclear con Ucrania, Bielorrusia y Kazakhstán.

Tras esos hechos, Estados Unidos se erigió como ganador de la Guerra Fría y la antigua forma en que se conocía al socialismo colapsaba, aunque no para desaparecer, ya que eran los tiempos en que se empezaban a gestar nuevas corrientes que vemos ahora gobernando en otras naciones.

FB: YolandaDeLaTorreV

Tw: @Yoladelatorre

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