/ miércoles 3 de agosto de 2022

Asimilación forzada de niños indígenas canadienses

Como el peor error que cometió Canadá, fue calificada por el primer ministro de aquel país, Justin Trudeau, la política de asimilación forzada de los niños indígenas a través de los internados, la cual dejó huellas que son difíciles de borrar tanto en lo individual como para las comunidades indígenas.

Su declaración refleja la gravedad de los acontecimientos: Alrededor de 150 mil niños, quienes fueron separados de sus padres, sufrieron asimilación forzada en ciento treinta y nueve internados; aproximadamente, seis mil murieron; se encontraron tumbas sin marcar en terrenos de esos sitios, hubo pérdida de la identidad cultural, entre otros aspectos.

Los relatos de quienes fueron víctimas de la política mencionada son desgarradores, pues la separación forzada de sus padres la equipararon al “secuestro”, la cual fue llevada a cabo por servidores públicos del Ministerio de Asuntos Indígenas, policías y también sacerdotes.

En sus relatos ante la Comisión de la Verdad y Asimilación, según el informe que ésta publicó en 2015, se advierte que se cometieron delitos de índole sexual y otro tipo de abusos, que traen aparejadas consecuencias de tipo jurídicas.

Debido a la intervención de sacerdotes católicos en los abusos sistemáticos llevados a cabo en los internados, el Papa Francisco, en su viaje de peregrinación penitencial por Canadá, en su encuentro con líderes autóctonos, “pidió humildemente perdón por el mal cometido”, y se pronunció contra la mentalidad colonialista, a la que consideró como “error incompatible con el evangelio”.

Creo que las disculpas ofrecidas por el Papa Francisco son un paso para sanar las heridas que aún se encuentran abiertas entre muchas personas, familias y comunidades indígenas, pero no son suficientes para reparar los daños que les fueron ocasionados, de ahí que el jefe de las Primeras Naciones de Quebec y Labrador consideró que el discurso debe ser acompañado de acciones concretas.

El análisis de los acontecimientos, desde una perspectiva de derechos humanos, permite advertir que se produjo la violación de varios de ellos que ameritan ser reparados debido a una exigencia tanto ética como jurídica. La disculpa pública ofrecida por el líder de la Iglesia católica es una medida de satisfacción, pero no repara integralmente los daños causados, de ahí los fuertes reclamos de las comunidades agraviadas.

Se exige indemnizar a quienes fueron víctimas de los abusos, pero también la entrega de recursos que servirán para la promoción de las culturas indígenas; además, reclaman la devolución de objetos que se encuentran en colecciones que tiene el Vaticano, y archivos para tener conocimiento de las personas que fallecieron durante los internados.

Considero que son justos los reclamos que realizan las comunidades indígenas, pues además del sufrimiento que las familias padecieron al haber una separación forzada de algunos de sus miembros, implicó un proceso de destrucción cultural, de su idioma, de sus costumbres, un atentado al derecho a ser diferentes que tuvo por consecuencia que fueran discriminados.

Como el peor error que cometió Canadá, fue calificada por el primer ministro de aquel país, Justin Trudeau, la política de asimilación forzada de los niños indígenas a través de los internados, la cual dejó huellas que son difíciles de borrar tanto en lo individual como para las comunidades indígenas.

Su declaración refleja la gravedad de los acontecimientos: Alrededor de 150 mil niños, quienes fueron separados de sus padres, sufrieron asimilación forzada en ciento treinta y nueve internados; aproximadamente, seis mil murieron; se encontraron tumbas sin marcar en terrenos de esos sitios, hubo pérdida de la identidad cultural, entre otros aspectos.

Los relatos de quienes fueron víctimas de la política mencionada son desgarradores, pues la separación forzada de sus padres la equipararon al “secuestro”, la cual fue llevada a cabo por servidores públicos del Ministerio de Asuntos Indígenas, policías y también sacerdotes.

En sus relatos ante la Comisión de la Verdad y Asimilación, según el informe que ésta publicó en 2015, se advierte que se cometieron delitos de índole sexual y otro tipo de abusos, que traen aparejadas consecuencias de tipo jurídicas.

Debido a la intervención de sacerdotes católicos en los abusos sistemáticos llevados a cabo en los internados, el Papa Francisco, en su viaje de peregrinación penitencial por Canadá, en su encuentro con líderes autóctonos, “pidió humildemente perdón por el mal cometido”, y se pronunció contra la mentalidad colonialista, a la que consideró como “error incompatible con el evangelio”.

Creo que las disculpas ofrecidas por el Papa Francisco son un paso para sanar las heridas que aún se encuentran abiertas entre muchas personas, familias y comunidades indígenas, pero no son suficientes para reparar los daños que les fueron ocasionados, de ahí que el jefe de las Primeras Naciones de Quebec y Labrador consideró que el discurso debe ser acompañado de acciones concretas.

El análisis de los acontecimientos, desde una perspectiva de derechos humanos, permite advertir que se produjo la violación de varios de ellos que ameritan ser reparados debido a una exigencia tanto ética como jurídica. La disculpa pública ofrecida por el líder de la Iglesia católica es una medida de satisfacción, pero no repara integralmente los daños causados, de ahí los fuertes reclamos de las comunidades agraviadas.

Se exige indemnizar a quienes fueron víctimas de los abusos, pero también la entrega de recursos que servirán para la promoción de las culturas indígenas; además, reclaman la devolución de objetos que se encuentran en colecciones que tiene el Vaticano, y archivos para tener conocimiento de las personas que fallecieron durante los internados.

Considero que son justos los reclamos que realizan las comunidades indígenas, pues además del sufrimiento que las familias padecieron al haber una separación forzada de algunos de sus miembros, implicó un proceso de destrucción cultural, de su idioma, de sus costumbres, un atentado al derecho a ser diferentes que tuvo por consecuencia que fueran discriminados.

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