/ sábado 4 de enero de 2020

Atrás quedaron los días de vino y rosas del poder

Nos guste o no, queramos o no, con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la República se le ha dado un golpe al llamado Presidencialismo Mexicano. Hace poco tiempo, criticar al Presidente de México era ofender al eterno.


En la época dorada del PRI, los presidentes emanados de ese partido, como dice la canción “se sentían tocados por Dios”, tenían poderes meta constitucionales, se creían herederos del Tlatoani Azteca, fueron como el misterio de la Santísima Trinidad: tres poderes en uno solo: Anillo: 1 el Poder Ejecutivo.

Parafraseando a Mario Vargas Llosa: con la fachada de una dictadura, se convirtieron en dictadores perfectos. De alguna manera, algo empezó a cambiar cuando Vicente Fox Quezada habitó las cabañas de Los Pinos. Si bien, el exgerente de una empresa refresquera “sacó a patadas al PRI de Los Pinos”, no desmanteló sus estructuras y acabó iniciando el mítico amasiato: PRIAN.

Este se prolongó hasta Enrique Peña Nieto, y no se sorprenda si en 2024 van en alianza para que MORENA se vaya de Palacio Nacional. Baste recordar que sus alianzas de facto les funcionaron durante 18 años para impedir que Andrés Manuel López Obrador se convirtiera en el Presidente de México.

Tal vez usted no esté de acuerdo con el Presidente de la República, pero desde el primer día de su mandato puso la primera piedra para terminar con el Presidencialismo Mexicano. Para no ir muy lejos, hizo a un lado la mítica banda presidencial, en lugar de irse a Los Pinos con su familia como es la costumbre, se fue a su casa como cualquier ciudadano. Atrás quedaron también los automóviles de lujo blindados, guardaespaldas y el Estado Mayor Presidencial que “secuestraba” al Presidente de la República.

Pero, “todo se derrumbó dentro de mí, dentro de mí”. Nunca nadie imaginó ver al Presidente de México en un aeropuerto para viajar en un avión comercial como cualquier pasajero. ¿Si el próximo Presidente fuera del PRI o del PAN, seguirán el ejemplo de AMLO?

Que un Presidente de México no se sienta “tocado por Dios” o heredero de los dioses aztecas debería de convertirse en la futura cultura presidencial. Hay que decirlo, AMLO se juega mucho con sus famosas ruedas de prensa “mañaneras”. No hace mucho tiempo, los Presidentes vivían en un castillo, aislados del pueblo de México.

Miguel de la Madrid Hurtado no dio la cara en el temblor de 1985, qué bueno desde esa fecha la sociedad demostró que no se requieren políticos o partidos para organizarse y decir ¡ya basta!, como sucedió en 2018.

Ningún hombre es Dios; aunque sea el Presidente de México, es un ser humano como usted y como yo, sólo que el poder los aleja de nosotros.

Nos guste o no, queramos o no, con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la República se le ha dado un golpe al llamado Presidencialismo Mexicano. Hace poco tiempo, criticar al Presidente de México era ofender al eterno.


En la época dorada del PRI, los presidentes emanados de ese partido, como dice la canción “se sentían tocados por Dios”, tenían poderes meta constitucionales, se creían herederos del Tlatoani Azteca, fueron como el misterio de la Santísima Trinidad: tres poderes en uno solo: Anillo: 1 el Poder Ejecutivo.

Parafraseando a Mario Vargas Llosa: con la fachada de una dictadura, se convirtieron en dictadores perfectos. De alguna manera, algo empezó a cambiar cuando Vicente Fox Quezada habitó las cabañas de Los Pinos. Si bien, el exgerente de una empresa refresquera “sacó a patadas al PRI de Los Pinos”, no desmanteló sus estructuras y acabó iniciando el mítico amasiato: PRIAN.

Este se prolongó hasta Enrique Peña Nieto, y no se sorprenda si en 2024 van en alianza para que MORENA se vaya de Palacio Nacional. Baste recordar que sus alianzas de facto les funcionaron durante 18 años para impedir que Andrés Manuel López Obrador se convirtiera en el Presidente de México.

Tal vez usted no esté de acuerdo con el Presidente de la República, pero desde el primer día de su mandato puso la primera piedra para terminar con el Presidencialismo Mexicano. Para no ir muy lejos, hizo a un lado la mítica banda presidencial, en lugar de irse a Los Pinos con su familia como es la costumbre, se fue a su casa como cualquier ciudadano. Atrás quedaron también los automóviles de lujo blindados, guardaespaldas y el Estado Mayor Presidencial que “secuestraba” al Presidente de la República.

Pero, “todo se derrumbó dentro de mí, dentro de mí”. Nunca nadie imaginó ver al Presidente de México en un aeropuerto para viajar en un avión comercial como cualquier pasajero. ¿Si el próximo Presidente fuera del PRI o del PAN, seguirán el ejemplo de AMLO?

Que un Presidente de México no se sienta “tocado por Dios” o heredero de los dioses aztecas debería de convertirse en la futura cultura presidencial. Hay que decirlo, AMLO se juega mucho con sus famosas ruedas de prensa “mañaneras”. No hace mucho tiempo, los Presidentes vivían en un castillo, aislados del pueblo de México.

Miguel de la Madrid Hurtado no dio la cara en el temblor de 1985, qué bueno desde esa fecha la sociedad demostró que no se requieren políticos o partidos para organizarse y decir ¡ya basta!, como sucedió en 2018.

Ningún hombre es Dios; aunque sea el Presidente de México, es un ser humano como usted y como yo, sólo que el poder los aleja de nosotros.