/ sábado 24 de noviembre de 2018

Aumentar la esperanza de vida y la salud preventiva

Una de las aspiraciones más importantes del Ser Humano es aumentar su esperanza de vida, vivir el mayor número de años en condiciones físicas y mentales adecuadas; dicha condición aspiracional está directamente relacionada con uno de los objetivos más importantes del poder público: garantizar a las personas una sobrevivencia digna basada en firmes niveles de bienestar.

El México mayoritariamente rural de hace cien años contrasta con el país mayoritariamente urbano que somos hoy. La esperanza de vida un siglo atrás para un ciudadano mexicano era de entre 60 a 62 años, hoy es de 75 a 79 años; es decir, ha aumentado alrededor de 15 años, lo que es plausible porque significa que hemos diseñado y aplicado con eficacia algunas políticas públicas para que ello suceda especialmente en materia de salud preventiva como el sistema de vacunación; sin embargo, aún estamos por debajo del promedio de los países miembros de la OCDE, que es de 81AÑOS.

De acuerdo con un trabajo intitulado “Health at a Glance 2018” de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, son tres los factores que hacen que en una sociedad aumente la esperanza de vida de la población: el primero, el acceso y calidad de los servicios de salud; el segundo la educación en el cuidado de la salud personal, y el tercero es la situación de pobreza que impide el acceso pleno a la salud de segmentos importantes de la población.

En México el derecho a la salud está consagrado en la Constitución, pero además se trata de uno de los derechos humanos fundamentales de nuestra época. Todos los gobiernos hacen el mayor de los esfuerzos porque este derecho sea parte de la realidad cotidiana de sus habitantes.

El acceso a la salud es uno de los grandes asuntos sociales en el que necesitamos dar pasos decisivos en cobertura y calidad, y también en eficiencia, porque hay millones de mexicanos que acuden a los centros de salud, clínicas y hospitales y se encuentran con falta de médicos, personal de enfermería y abasto de medicamentos que hacen ineficiente la infraestructura de salud instalada en todo el territorio nacional. Nuestra gran red de hospitales, institutos especializados, clínicas y centros de salud significan un gran esfuerzo que por décadas hemos realizado los mexicanos, además contamos con instituciones como el IMSS el ISSSTE, la Secretaria de Salud, programas casi únicos como el Seguro Popular que representan fortalezas institucionales envidiables en otras latitudes.

Respecto de la cultura del cuidado personal de la salud se debe dar prioridad a la cultura de la prevención, somos uno de los países con mayor obesidad en el mundo generándose problemas de salud que representan un costo fuerte para las instituciones públicas, pero lo más grave es que impacta de manera directa en la calidad y esperanza de vida de las personas.

Sin duda que la desigualdad social es el tema más complejo, uno de los asuntos que nos han ocupado durante décadas grandes esfuerzos y -desafortunadamente- lo seguirá siendo en adelante. La pobreza genera un acceso a la salud incipiente, poca claridad de la necesidad de atenderse periódicamente para prevenir enfermedades, así como una casi nula cultura de la alimenticia nutritiva.

De los grandes retos que tendrá el próximo gobierno federal, los de los estados y municipios es trabajar sobre los resultados de estos estudios-diagnóstico de instituciones, tan importante como la OCDE, para garantizar al mayor número de habitantes un México justo, incluyente e igualitario.

Cuando se habla de eficientar los programas sociales, todos estamos de acuerdo. Los errores que se han cometido es pensar que implementando el mayor número de programas sociales se garantiza con ello el mayor bienestar de las personas. La multiplicidad no conduce a mejorar el nivel de vida de los segmentos sociales vulnerables; se requiere de tiros de precisión como el acceso oportuno de todos a la salud preventiva. Esperamos que esta sea la visión del nuevo gobierno, y no los programas sociales cargados de demagogia e ineficacia.





Una de las aspiraciones más importantes del Ser Humano es aumentar su esperanza de vida, vivir el mayor número de años en condiciones físicas y mentales adecuadas; dicha condición aspiracional está directamente relacionada con uno de los objetivos más importantes del poder público: garantizar a las personas una sobrevivencia digna basada en firmes niveles de bienestar.

El México mayoritariamente rural de hace cien años contrasta con el país mayoritariamente urbano que somos hoy. La esperanza de vida un siglo atrás para un ciudadano mexicano era de entre 60 a 62 años, hoy es de 75 a 79 años; es decir, ha aumentado alrededor de 15 años, lo que es plausible porque significa que hemos diseñado y aplicado con eficacia algunas políticas públicas para que ello suceda especialmente en materia de salud preventiva como el sistema de vacunación; sin embargo, aún estamos por debajo del promedio de los países miembros de la OCDE, que es de 81AÑOS.

De acuerdo con un trabajo intitulado “Health at a Glance 2018” de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, son tres los factores que hacen que en una sociedad aumente la esperanza de vida de la población: el primero, el acceso y calidad de los servicios de salud; el segundo la educación en el cuidado de la salud personal, y el tercero es la situación de pobreza que impide el acceso pleno a la salud de segmentos importantes de la población.

En México el derecho a la salud está consagrado en la Constitución, pero además se trata de uno de los derechos humanos fundamentales de nuestra época. Todos los gobiernos hacen el mayor de los esfuerzos porque este derecho sea parte de la realidad cotidiana de sus habitantes.

El acceso a la salud es uno de los grandes asuntos sociales en el que necesitamos dar pasos decisivos en cobertura y calidad, y también en eficiencia, porque hay millones de mexicanos que acuden a los centros de salud, clínicas y hospitales y se encuentran con falta de médicos, personal de enfermería y abasto de medicamentos que hacen ineficiente la infraestructura de salud instalada en todo el territorio nacional. Nuestra gran red de hospitales, institutos especializados, clínicas y centros de salud significan un gran esfuerzo que por décadas hemos realizado los mexicanos, además contamos con instituciones como el IMSS el ISSSTE, la Secretaria de Salud, programas casi únicos como el Seguro Popular que representan fortalezas institucionales envidiables en otras latitudes.

Respecto de la cultura del cuidado personal de la salud se debe dar prioridad a la cultura de la prevención, somos uno de los países con mayor obesidad en el mundo generándose problemas de salud que representan un costo fuerte para las instituciones públicas, pero lo más grave es que impacta de manera directa en la calidad y esperanza de vida de las personas.

Sin duda que la desigualdad social es el tema más complejo, uno de los asuntos que nos han ocupado durante décadas grandes esfuerzos y -desafortunadamente- lo seguirá siendo en adelante. La pobreza genera un acceso a la salud incipiente, poca claridad de la necesidad de atenderse periódicamente para prevenir enfermedades, así como una casi nula cultura de la alimenticia nutritiva.

De los grandes retos que tendrá el próximo gobierno federal, los de los estados y municipios es trabajar sobre los resultados de estos estudios-diagnóstico de instituciones, tan importante como la OCDE, para garantizar al mayor número de habitantes un México justo, incluyente e igualitario.

Cuando se habla de eficientar los programas sociales, todos estamos de acuerdo. Los errores que se han cometido es pensar que implementando el mayor número de programas sociales se garantiza con ello el mayor bienestar de las personas. La multiplicidad no conduce a mejorar el nivel de vida de los segmentos sociales vulnerables; se requiere de tiros de precisión como el acceso oportuno de todos a la salud preventiva. Esperamos que esta sea la visión del nuevo gobierno, y no los programas sociales cargados de demagogia e ineficacia.