/ domingo 29 de diciembre de 2019

Benítez se resiste a dejar la dirigencia del PRI en el Estado

En la víspera del año nuevo, en el PRI de Durango se empezaron a agitar las aguas por la renovación de la dirigencia estatal, ante la cerrazón y falta de transparencia con que Luis Enrique Benítez Ojeda conduce al Partido, sobre todo en lo que se refiere al manejo de los recursos financieros, según comentarios de priistas inconformes.

La forma unipersonal, autoritaria y opaca con que dicen que Benítez ejerce la dirección priista, ya causó resquemor no solamente entre los militantes, sino también en los personajes que aún mantienen cotos de poder en el partido, lo cual ya llegó a oídos de “Alito”.

En el priismo estatal, tanto en el territorial, como en los sectores y organizaciones, hay molestia contra la forma en que Benítez lleva al Partido, en el sentido del argumento trillado de que no hay recursos económicos para efectuar actividades que se le plantean, y que, sin embargo, son evidentes los gastos que realiza en otros rubros en los que siempre aparece él en lo personal.

Desde inicios de diciembre, e incluso en el mes anterior, se empezó a gestar un movimiento tendiente a crear las condiciones más “tersas” posibles, para llevar a cabo la transición de la dirigencia estatal, en el contexto de que el período estatutario del actual CDE aún no concluye. Pero ya con el VoBo de los “verdaderos líderes”.

De acuerdo a lo que comentan los priistas que saben cómo se maneja la política interna, en el Comité Ejecutivo Nacional ya tomaron nota de lo que sucede en Durango, y el propio presidente, giró las instrucciones para que se hable con Benítez, y se le convenza de que es necesario que deje el cargo, ante la necesidad de que el Partido reciba una zarandeada que lo saque de la especie de letargo en que ha caído.

“Alito” sabe que en Durango es soterrada la pugna por mantener cotos de poder en el PRI, entre los grupos que encabezan los exgobernadores Ismael Hernández y Jorge Herrera Caldera, y Leticia Herrera Ale en la Comarca Lagunera. Y a ellos se suman, aunque con menos intensidad y presencia, Maximiliano Silerio, y el mismo Sergio Guerrero Mier.

Avezado, sagaz y con visión política “periférica”, Luis Enrique “la lleva bien” con Ismael y con Jorge Herrera, y obedece en la práctica algunas de las observaciones que le hacen. No ha podido con el grupo de Leticia Herrera, que sin embargo, no ha interferido en su dirigencia, tal vez a petición del líder nacional.

Pero LEBO descuidó el manejo de los recursos económicos, al evidenciar total opacidad con presunciones de que hay irregularidades, con lo cual ya existe la decisión de que es mejor cortar por lo sano, y llevar a cabo la renovación de la dirigencia estatal del PRI, aún cuando, hasta el momento, según dicen, Benítez mantiene resistencia, en un afán por “vender caro”, su cambio.

En tal contexto, empieza a gestarse el impulso de un sucesor de Benítez, en la persona del responsable de la Comisión Nacional de Procesos Internos, Rubén Escajeda Jiménez, personaje con amplia trayectoria partidista, y experiencia en las lides políticas del servicio público.

Comentan los politólogos, que Escajeda es neutral a los tres principales grupos que tiene el PRI en Durango, por lo que es bien visto por el dirigente nacional para que asuma la titularidad del CDE, y conduzca al partido rumbo a las elecciones constitucionales del 2021, en que se disputarán las diputaciones a los congresos federal y estatal, y el 2022, con la gubernatura.

Escajeda, apuntan, le sería funcional al Comité Ejecutivo Nacional y a su dirigente campechano, pero además tendrá una buena relación con las corrientes de poder local, de tal manera que reflejaría en toda su dimensión, los objetivos que ahora se han trazado para que el PRI recupere el poder, primero en los estados y después en la federación.

El escollo por salvar para que Escajeda sea ungido en la dirigencia priista, se llama Benítez, quien ha dicho a sus cercanos que si le dan la plurinominal a una diputación federal, con gusto les dejará la dirigencia. El panorama no es fácil, ya que según trascendió lo que se ofrecerá al actual “líder priista”, es la curul local de Representación Proporcional.

En ese estire y afloje del priismo duranguense, puede debilitarse los objetivos de trabajar por la recuperación de los espacios políticos perdidos, ya que no solamente la sociedad está harta de éste y todos los partidos políticos, sino que entre los militantes del tricolor, hay decepción y escepticismo por lo que viene.

En la víspera del año nuevo, en el PRI de Durango se empezaron a agitar las aguas por la renovación de la dirigencia estatal, ante la cerrazón y falta de transparencia con que Luis Enrique Benítez Ojeda conduce al Partido, sobre todo en lo que se refiere al manejo de los recursos financieros, según comentarios de priistas inconformes.

La forma unipersonal, autoritaria y opaca con que dicen que Benítez ejerce la dirección priista, ya causó resquemor no solamente entre los militantes, sino también en los personajes que aún mantienen cotos de poder en el partido, lo cual ya llegó a oídos de “Alito”.

En el priismo estatal, tanto en el territorial, como en los sectores y organizaciones, hay molestia contra la forma en que Benítez lleva al Partido, en el sentido del argumento trillado de que no hay recursos económicos para efectuar actividades que se le plantean, y que, sin embargo, son evidentes los gastos que realiza en otros rubros en los que siempre aparece él en lo personal.

Desde inicios de diciembre, e incluso en el mes anterior, se empezó a gestar un movimiento tendiente a crear las condiciones más “tersas” posibles, para llevar a cabo la transición de la dirigencia estatal, en el contexto de que el período estatutario del actual CDE aún no concluye. Pero ya con el VoBo de los “verdaderos líderes”.

De acuerdo a lo que comentan los priistas que saben cómo se maneja la política interna, en el Comité Ejecutivo Nacional ya tomaron nota de lo que sucede en Durango, y el propio presidente, giró las instrucciones para que se hable con Benítez, y se le convenza de que es necesario que deje el cargo, ante la necesidad de que el Partido reciba una zarandeada que lo saque de la especie de letargo en que ha caído.

“Alito” sabe que en Durango es soterrada la pugna por mantener cotos de poder en el PRI, entre los grupos que encabezan los exgobernadores Ismael Hernández y Jorge Herrera Caldera, y Leticia Herrera Ale en la Comarca Lagunera. Y a ellos se suman, aunque con menos intensidad y presencia, Maximiliano Silerio, y el mismo Sergio Guerrero Mier.

Avezado, sagaz y con visión política “periférica”, Luis Enrique “la lleva bien” con Ismael y con Jorge Herrera, y obedece en la práctica algunas de las observaciones que le hacen. No ha podido con el grupo de Leticia Herrera, que sin embargo, no ha interferido en su dirigencia, tal vez a petición del líder nacional.

Pero LEBO descuidó el manejo de los recursos económicos, al evidenciar total opacidad con presunciones de que hay irregularidades, con lo cual ya existe la decisión de que es mejor cortar por lo sano, y llevar a cabo la renovación de la dirigencia estatal del PRI, aún cuando, hasta el momento, según dicen, Benítez mantiene resistencia, en un afán por “vender caro”, su cambio.

En tal contexto, empieza a gestarse el impulso de un sucesor de Benítez, en la persona del responsable de la Comisión Nacional de Procesos Internos, Rubén Escajeda Jiménez, personaje con amplia trayectoria partidista, y experiencia en las lides políticas del servicio público.

Comentan los politólogos, que Escajeda es neutral a los tres principales grupos que tiene el PRI en Durango, por lo que es bien visto por el dirigente nacional para que asuma la titularidad del CDE, y conduzca al partido rumbo a las elecciones constitucionales del 2021, en que se disputarán las diputaciones a los congresos federal y estatal, y el 2022, con la gubernatura.

Escajeda, apuntan, le sería funcional al Comité Ejecutivo Nacional y a su dirigente campechano, pero además tendrá una buena relación con las corrientes de poder local, de tal manera que reflejaría en toda su dimensión, los objetivos que ahora se han trazado para que el PRI recupere el poder, primero en los estados y después en la federación.

El escollo por salvar para que Escajeda sea ungido en la dirigencia priista, se llama Benítez, quien ha dicho a sus cercanos que si le dan la plurinominal a una diputación federal, con gusto les dejará la dirigencia. El panorama no es fácil, ya que según trascendió lo que se ofrecerá al actual “líder priista”, es la curul local de Representación Proporcional.

En ese estire y afloje del priismo duranguense, puede debilitarse los objetivos de trabajar por la recuperación de los espacios políticos perdidos, ya que no solamente la sociedad está harta de éste y todos los partidos políticos, sino que entre los militantes del tricolor, hay decepción y escepticismo por lo que viene.