/ viernes 27 de marzo de 2020

Cada quien crea sus propias circunstancias

Nadie podrá negar, que las vivencias conocidas, vistas o vividas, son una cruenta realidad que el mismo entorno actual cada día va manifestándose más y más a través de elementos nocivos que hostilizan la vida social de quienes quieren vivir en paz.

Nuestra vida, aunque no queramos, es caminar y caminar: cuántos vagamos sin meta, sin rumbo fijo, persiguiendo sólo quimeras; otros nos arrojamos sin pensarlo, por atajos directos al desfiladero; otros más nos movemos, sí, pero en círculo y, lógicamente, llegamos a donde mismo. Es preciso preparar, saber y conocer a dónde vamos, no navegar por el mar de la vida a la deriva.

Darnos cuenta que las drogas, los residuos radiactivos, los contaminantes y los agentes químicos de diversos tipos, son todos parte del escenario y, aparentemente, más y más generalizados a medida que pasa el tiempo.

EL grande consumo de drogas como la marihuana, el polvo de ángel, la heroína y muchas otras más, han contribuido muchísimo a debilitar la sociedad. Es doloroso tener que aceptar que las drogas son muy buscadas hasta por estudiantes, quienes se supone sólo deben dedicarse a desarrollar su inteligencia para ser los ejecutivos, los líderes del mañana y, en cambio, cuántos son drogadictos.

El alcohol es la droga que, con mayor frecuencia, primero conocen nuestros niños a través de sus mismos padres; además es fuertemente apoyado por la publicidad. Una mayoría de adolescentes beben de forma rutinaria en fiestas, dizque para ambientarse. Todos los días un adolescente amenaza con suicidarse y cada vez más impertinentes la cumplen. Todos los días los recursos que podrían resolver muchos problemas, así como las mentes más brillantes de nuestra sociedad, se están perdiendo inútilmente.

Por supuesto que cada quien es creador de sus propias circunstancias y el arquitecto de un específico destino. Una cultura mediocre que sólo puede darnos una capacidad anémica; así como un camino equivocado que conduce al consumo de drogas; pero eso sí, cobrará inevitablemente su precio y derribará toda posibilidad de triunfo que tengamos al alcance de nuestras manos. Claro que el camino del bien no siempre es fácil y está lleno de desvíos y callejones sin salida.

Pero no hay que sucumbir ante el oleaje de conciencias contaminadas y busquemos siempre la verdad aunque intenten atiborrar nuestro corazón de falsedades. Dejémonos guiar por la luz de la razón y la fe de nuestro corazón y seamos siempre fieles a nosotros mismos. No vivamos la vida de los demás sino que abramos nuestro camino y avancemos con honor conquistando nuestros exclusivos méritos.

Ayudémonos y alentémonos los unos a los otros compartiendo con nuestros prójimos lo que el Creador nos da y poniendo nuestra más evidente confianza en quienes luchan edificantemente por ser mejores. Así como la aurora nos ofrece una maravilla de colores que matizan el esplendoroso cielo, regalándonos en cada amanecer un día lleno de amor y de esperanza, así también cada uno de nosotros obsequiemos a nuestros semejantes la pureza y grandeza de nuestro corazón.

Cuando sepamos con integridad compartir nuestras experiencias, estaremos avanzando por el camino de la vida con mayores expectativas y dejar atrás el brumoso ayer que nos hizo padecer.

Pero antes es necesario modelar nuestra personalidad, acrisolándola con virtudes que le den madurez y calidad a nuestra identidad. Decidamos el momento adecuado para actuar a fin de acertar a las convenientes posibilidades que se nos presenten. La paciencia nos enseña autocontrol y con ello la suficiente energía y facultad para tomar decisiones benéficas. La sabiduría no se adquiere solamente leyendo sino fundamentalmente con la experiencia que nos da la vida y, ésta conjugándose con la cultura de nuestra formación.

Una gran lección que nos da la vida es que: Cuánto más nos compenetremos en la sabiduría, más nos daremos cuenta de la pobreza de nuestro saber. La creatividad es la facultad de formar ideas, sentimiento y expresiones que puedan transformar nuestro universo y hacer más importante y digna nuestra existencia. Todos somos creativos y podemos echar mano de tal energía para mejorar nuestras vidas ubicándolas en el mayor equilibrio.

Siempre que tengamos un problema familiar, social, laboral o personal, tenemos la potestad para solucionar dicha cuestión con la innata chispa de la creatividad, ayudándonos a vivir. Seamos espiritualmente disciplinados con un gran sentido del humor para gozar de la alegría y contagiar con ello a los demás.

Pues viendo las cosas por el lado bueno, mantendremos vivo y contento ese niño sano que vive en cada uno de nuestro ser. Si llevamos una vida llena de paz es natural que siempre expresaremos alegría, amabilidad y felicidad.

Para dar equilibrio a nuestra vida, armonicemos el yo físico con el yo espiritual. Cualquier exceso emocional tiende a debilitarnos o reforzarnos. Requerimos de un discernimiento justo para ver la verdad en todas las cosas; pues cuántos habremos que nos dejamos atrapar por las ideas y criterios de otros sin reconsiderar nosotros mismos la realidad. No es correcto ni de justicia juzgar o criticar a alguien sin conocer debidamente la razón de su juicio.

Es importante que aquí sintamos que el amor es el principal componente de nuestra vida; sin él no viviríamos; lo une y lo bendice todo. Acerca a nosotros todo lo bueno. Gracias al amor, nos hacemos más sensibles, humanos al sentimiento y necesidades de los demás. Podemos dar y recibir el bien, la unidad, la felicidad. A través del amor, la llama del Creador nos vitaliza.

Nadie podrá negar, que las vivencias conocidas, vistas o vividas, son una cruenta realidad que el mismo entorno actual cada día va manifestándose más y más a través de elementos nocivos que hostilizan la vida social de quienes quieren vivir en paz.

Nuestra vida, aunque no queramos, es caminar y caminar: cuántos vagamos sin meta, sin rumbo fijo, persiguiendo sólo quimeras; otros nos arrojamos sin pensarlo, por atajos directos al desfiladero; otros más nos movemos, sí, pero en círculo y, lógicamente, llegamos a donde mismo. Es preciso preparar, saber y conocer a dónde vamos, no navegar por el mar de la vida a la deriva.

Darnos cuenta que las drogas, los residuos radiactivos, los contaminantes y los agentes químicos de diversos tipos, son todos parte del escenario y, aparentemente, más y más generalizados a medida que pasa el tiempo.

EL grande consumo de drogas como la marihuana, el polvo de ángel, la heroína y muchas otras más, han contribuido muchísimo a debilitar la sociedad. Es doloroso tener que aceptar que las drogas son muy buscadas hasta por estudiantes, quienes se supone sólo deben dedicarse a desarrollar su inteligencia para ser los ejecutivos, los líderes del mañana y, en cambio, cuántos son drogadictos.

El alcohol es la droga que, con mayor frecuencia, primero conocen nuestros niños a través de sus mismos padres; además es fuertemente apoyado por la publicidad. Una mayoría de adolescentes beben de forma rutinaria en fiestas, dizque para ambientarse. Todos los días un adolescente amenaza con suicidarse y cada vez más impertinentes la cumplen. Todos los días los recursos que podrían resolver muchos problemas, así como las mentes más brillantes de nuestra sociedad, se están perdiendo inútilmente.

Por supuesto que cada quien es creador de sus propias circunstancias y el arquitecto de un específico destino. Una cultura mediocre que sólo puede darnos una capacidad anémica; así como un camino equivocado que conduce al consumo de drogas; pero eso sí, cobrará inevitablemente su precio y derribará toda posibilidad de triunfo que tengamos al alcance de nuestras manos. Claro que el camino del bien no siempre es fácil y está lleno de desvíos y callejones sin salida.

Pero no hay que sucumbir ante el oleaje de conciencias contaminadas y busquemos siempre la verdad aunque intenten atiborrar nuestro corazón de falsedades. Dejémonos guiar por la luz de la razón y la fe de nuestro corazón y seamos siempre fieles a nosotros mismos. No vivamos la vida de los demás sino que abramos nuestro camino y avancemos con honor conquistando nuestros exclusivos méritos.

Ayudémonos y alentémonos los unos a los otros compartiendo con nuestros prójimos lo que el Creador nos da y poniendo nuestra más evidente confianza en quienes luchan edificantemente por ser mejores. Así como la aurora nos ofrece una maravilla de colores que matizan el esplendoroso cielo, regalándonos en cada amanecer un día lleno de amor y de esperanza, así también cada uno de nosotros obsequiemos a nuestros semejantes la pureza y grandeza de nuestro corazón.

Cuando sepamos con integridad compartir nuestras experiencias, estaremos avanzando por el camino de la vida con mayores expectativas y dejar atrás el brumoso ayer que nos hizo padecer.

Pero antes es necesario modelar nuestra personalidad, acrisolándola con virtudes que le den madurez y calidad a nuestra identidad. Decidamos el momento adecuado para actuar a fin de acertar a las convenientes posibilidades que se nos presenten. La paciencia nos enseña autocontrol y con ello la suficiente energía y facultad para tomar decisiones benéficas. La sabiduría no se adquiere solamente leyendo sino fundamentalmente con la experiencia que nos da la vida y, ésta conjugándose con la cultura de nuestra formación.

Una gran lección que nos da la vida es que: Cuánto más nos compenetremos en la sabiduría, más nos daremos cuenta de la pobreza de nuestro saber. La creatividad es la facultad de formar ideas, sentimiento y expresiones que puedan transformar nuestro universo y hacer más importante y digna nuestra existencia. Todos somos creativos y podemos echar mano de tal energía para mejorar nuestras vidas ubicándolas en el mayor equilibrio.

Siempre que tengamos un problema familiar, social, laboral o personal, tenemos la potestad para solucionar dicha cuestión con la innata chispa de la creatividad, ayudándonos a vivir. Seamos espiritualmente disciplinados con un gran sentido del humor para gozar de la alegría y contagiar con ello a los demás.

Pues viendo las cosas por el lado bueno, mantendremos vivo y contento ese niño sano que vive en cada uno de nuestro ser. Si llevamos una vida llena de paz es natural que siempre expresaremos alegría, amabilidad y felicidad.

Para dar equilibrio a nuestra vida, armonicemos el yo físico con el yo espiritual. Cualquier exceso emocional tiende a debilitarnos o reforzarnos. Requerimos de un discernimiento justo para ver la verdad en todas las cosas; pues cuántos habremos que nos dejamos atrapar por las ideas y criterios de otros sin reconsiderar nosotros mismos la realidad. No es correcto ni de justicia juzgar o criticar a alguien sin conocer debidamente la razón de su juicio.

Es importante que aquí sintamos que el amor es el principal componente de nuestra vida; sin él no viviríamos; lo une y lo bendice todo. Acerca a nosotros todo lo bueno. Gracias al amor, nos hacemos más sensibles, humanos al sentimiento y necesidades de los demás. Podemos dar y recibir el bien, la unidad, la felicidad. A través del amor, la llama del Creador nos vitaliza.