/ jueves 13 de mayo de 2021

Calentamiento global y cambio climático

Los científicos atribuyen la tendencia al calentamiento global observada desde mediados del siglo XX a la extensión humana del “efecto invernadero”, el calentamiento que se produce cuando la atmósfera atrapa el calor que se irradia desde la Tierra hacia el espacio.

La vida en la Tierra depende de la energía proveniente del Sol, aproximadamente la mitad de la luz que llega a la atmósfera de la Tierra pasa a través del aire y las nubes hasta la superficie, donde se absorbe y luego se irradia hacia arriba en forma de calor infrarrojo. Alrededor del 90% de este calor es absorbido por los gases de efecto invernadero y se irradia de vuelta a la superficie.

A través de la Coordinación Politécnica para la Sustentabilidad del Instituto Politécnico Nacional, se dan a conocer acciones para su difusión, entre los que se encuentra el libro “Apoyos para la Sustentabilidad”, de Héctor Mayagoitia Domínguez, con el fin de participar todos para alcanzar los objetivos del Desarrollo Sustentable de la Organización de las Naciones Unidas.

Así, da a conocer que en nuestro planeta, las actividades humanas están cambiando el invernadero natural. Durante el último siglo, la quema de combustibles fósiles, como el carbón y el petróleo, ha aumentado la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera.

Esto sucede porque el proceso de quema del carbón y del petróleo combina el carbono con el oxígeno del aire y forma el CO2. En menor medida, la deforestación para propósitos agrícolas, para la industria y para otras actividades humanas ha incrementado la concentración de gases de efecto invernadero.

En el libro se presentan datos de estudios donde se da a conocer que ciertos gases en la atmósfera bloquean el calor y no permiten que escape. Los gases de larga vida que se quedan de manera semi-permanentemente en la atmósfera y no responden física o químicamente a los cambios en la temperatura se describen como “forzantes” del cambio climático. Gases como el vapor de agua, que responden física o químicamente a los cambios en la temperatura, son considerados “retroalimentadores”.

El vapor de agua aumenta a medida que se calienta la atmósfera de la Tierra y también incrementa la probabilidad de nubes y precipitaciones, lo que hace que estos sean algunos de los mecanismos de retroalimentación más importantes del efecto invernadero.

El dióxido de carbono se libera a través de procesos naturales como la respiración y las erupciones volcánicas, así como mediante actividades humanas como la deforestación, el cambio en el uso de los suelos y la quema de combustibles fósiles. Desde el inicio de la Revolución Industrial, la actividad humana ha provocado un aumento en la concentración de CO2 de más de una tercera parte.

El óxido nitroso es un poderoso gas de efecto invernadero que se produce debido a las prácticas vinculadas con el cultivo del suelo, en especial el uso de fertilizantes comerciales y orgánicos, la incineración de combustibles fósiles, la producción de ácido nítrico y la quema de biomasa.

Los clorofluorocarbonos son compuestos sintéticos de origen enteramente industrial que fueron utilizados en diversas aplicaciones pero su producción y emisión a la atmósfera están ahora muy reguladas mediante tratados internacionales, ya que contribuyen a la destrucción de la capa de ozono. También son gases de efecto invernadero.

Los modelos del clima que incluyen cambios en la radiación solar no pueden reproducir la tendencia de temperatura observada durante el último siglo o más sin incluir un aumento de los gases de efecto invernadero.

Los científicos atribuyen la tendencia al calentamiento global observada desde mediados del siglo XX a la extensión humana del “efecto invernadero”, el calentamiento que se produce cuando la atmósfera atrapa el calor que se irradia desde la Tierra hacia el espacio.

La vida en la Tierra depende de la energía proveniente del Sol, aproximadamente la mitad de la luz que llega a la atmósfera de la Tierra pasa a través del aire y las nubes hasta la superficie, donde se absorbe y luego se irradia hacia arriba en forma de calor infrarrojo. Alrededor del 90% de este calor es absorbido por los gases de efecto invernadero y se irradia de vuelta a la superficie.

A través de la Coordinación Politécnica para la Sustentabilidad del Instituto Politécnico Nacional, se dan a conocer acciones para su difusión, entre los que se encuentra el libro “Apoyos para la Sustentabilidad”, de Héctor Mayagoitia Domínguez, con el fin de participar todos para alcanzar los objetivos del Desarrollo Sustentable de la Organización de las Naciones Unidas.

Así, da a conocer que en nuestro planeta, las actividades humanas están cambiando el invernadero natural. Durante el último siglo, la quema de combustibles fósiles, como el carbón y el petróleo, ha aumentado la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera.

Esto sucede porque el proceso de quema del carbón y del petróleo combina el carbono con el oxígeno del aire y forma el CO2. En menor medida, la deforestación para propósitos agrícolas, para la industria y para otras actividades humanas ha incrementado la concentración de gases de efecto invernadero.

En el libro se presentan datos de estudios donde se da a conocer que ciertos gases en la atmósfera bloquean el calor y no permiten que escape. Los gases de larga vida que se quedan de manera semi-permanentemente en la atmósfera y no responden física o químicamente a los cambios en la temperatura se describen como “forzantes” del cambio climático. Gases como el vapor de agua, que responden física o químicamente a los cambios en la temperatura, son considerados “retroalimentadores”.

El vapor de agua aumenta a medida que se calienta la atmósfera de la Tierra y también incrementa la probabilidad de nubes y precipitaciones, lo que hace que estos sean algunos de los mecanismos de retroalimentación más importantes del efecto invernadero.

El dióxido de carbono se libera a través de procesos naturales como la respiración y las erupciones volcánicas, así como mediante actividades humanas como la deforestación, el cambio en el uso de los suelos y la quema de combustibles fósiles. Desde el inicio de la Revolución Industrial, la actividad humana ha provocado un aumento en la concentración de CO2 de más de una tercera parte.

El óxido nitroso es un poderoso gas de efecto invernadero que se produce debido a las prácticas vinculadas con el cultivo del suelo, en especial el uso de fertilizantes comerciales y orgánicos, la incineración de combustibles fósiles, la producción de ácido nítrico y la quema de biomasa.

Los clorofluorocarbonos son compuestos sintéticos de origen enteramente industrial que fueron utilizados en diversas aplicaciones pero su producción y emisión a la atmósfera están ahora muy reguladas mediante tratados internacionales, ya que contribuyen a la destrucción de la capa de ozono. También son gases de efecto invernadero.

Los modelos del clima que incluyen cambios en la radiación solar no pueden reproducir la tendencia de temperatura observada durante el último siglo o más sin incluir un aumento de los gases de efecto invernadero.