/ lunes 21 de junio de 2021

Carta al alcalde de Vicente Guerrero

Señor alcalde, antes de entrar en materia, en lenguaje llano y silvestre, haré una brevísima síntesis de las desafortunadas actitudes de sus antecesores, que hablando en plata han dado mucho qué decir y han dejado mucho qué desear.

Donde sin duda la perla negra de ese collar mohoso, sería Salvador Vázquez, cuando declaró que “para San Pancho ni agua”. Y de ahí para el real, comenzó la maldición de la discriminación pública y abierta, donde los alcaldes subsiguientes hicieron lo mismo, ya que su dinámica de gobernar, ha estado siempre concentrada en atender las necesidades de la cabecera municipal, dejando a la deriva a las comunidades rurales, las que por ser ranchos deben conformarse con ser platos de segunda mesa y saborear con apetito las migajas. Lo que facilita ponerse de lado de los hartos y dejar con hambre a los que siempre la han padecido.

Señor alcalde, esa actitud ha prevalecido en unos y otros y desafortunadamente ninguno ha hecho la diferencia, cuando de simular se trata. De ahí que en lo personal no me podría quejar, porque siempre me han escuchado, pero sólo para verme la cara y medirme la paciencia que ha sido demasiada, al soportar en carne propia la escasez del agua, donde ya ni los costosos trucos de succión resultan, porque las tuberías duran secas hasta cuatro días.

Ante dicha crisis, recurrí algunas veces ante sus antecesores a exponerles una y otra vez dicha problemática, donde siempre mostraron buena voluntad, pero al final sus acciones fueron decepcionantes, porque pese a los compromisos que adquirían, sus respuestas fueron la indiferencia y la exposición de múltiples problemas, para justificar su desatención de la que fuera víctima posteriormente.

Así, en ese tenor se las han gastado siempre, donde no basta escuchar, no basta prometer, no basta recomendar a sus subordinados la solución. Los alcaldes tienen que resolver los problemas y en el que nos afecta jamás lo han hecho; pero simulan que lo hacen, sobre todo en tiempos electoreros, donde trompean calles y las dejan inconclusas porque desvían los recursos.

Y así, ante realidades angustiantes se refugian en argumentos angostos que acaban convirtiéndolos en enemigos de quienes sufren las consecuencias del problema. Ante hechos evidentes se refugian en posiciones indiferentes que acaban grajeándose la desconfianza de los afectados y con razón. Acuden siempre a la cantaleta de que no hay recursos y sobran cuando de apuntalar gandayas al poder se trata.

Señor presidente, el que esto escribe es vecino del poblado de San Francisco Javier, perteneciente al municipio que usted gobierna y que desde que arribó al poder, tengo entendido que por distintos conductos se le ha hecho del conocimiento, de la escasez de agua potable que padece la ciudadanía de dicho asentamiento.

En particular el sector en donde reside el firmante de la presente, al que le consta, que desde hace más de una década, el problema es permanente y continúa pese a que hace algunas semanas los afectados tuvieron una reunión con usted, donde se expusieron algunas alternativas de solución, pero hasta la fecha la única que ha permeado es la ausencia del vital líquido, que sin duda pone en entredicho la seriedad de los compromisos contraídos por usted.

Respecto a dicho problema giran muchas especulaciones, pero los que sufrimos en carne viva los estragos, sólo podemos deducir que quizás hemos llevado nuestra queja al lugar equivocado. De ahí que el castigo sea fácil de imponer; minimizando el problema y ponderando la desatención para que los afectados no se empiquen y quieran formar parte del club de pediches que protestan y medran cada vez que lo hacen.

Es cierto que las necesidades de la población son muchas; pero nunca será más prioritario poner un parche millonario de pavimento, que atender la urgencia de la falta de agua; dejando claro que para nuestras autoridades es más importante proteger la suspensión de los vehículos que la hidratación humana.

Señor alcalde, antes de entrar en materia, en lenguaje llano y silvestre, haré una brevísima síntesis de las desafortunadas actitudes de sus antecesores, que hablando en plata han dado mucho qué decir y han dejado mucho qué desear.

Donde sin duda la perla negra de ese collar mohoso, sería Salvador Vázquez, cuando declaró que “para San Pancho ni agua”. Y de ahí para el real, comenzó la maldición de la discriminación pública y abierta, donde los alcaldes subsiguientes hicieron lo mismo, ya que su dinámica de gobernar, ha estado siempre concentrada en atender las necesidades de la cabecera municipal, dejando a la deriva a las comunidades rurales, las que por ser ranchos deben conformarse con ser platos de segunda mesa y saborear con apetito las migajas. Lo que facilita ponerse de lado de los hartos y dejar con hambre a los que siempre la han padecido.

Señor alcalde, esa actitud ha prevalecido en unos y otros y desafortunadamente ninguno ha hecho la diferencia, cuando de simular se trata. De ahí que en lo personal no me podría quejar, porque siempre me han escuchado, pero sólo para verme la cara y medirme la paciencia que ha sido demasiada, al soportar en carne propia la escasez del agua, donde ya ni los costosos trucos de succión resultan, porque las tuberías duran secas hasta cuatro días.

Ante dicha crisis, recurrí algunas veces ante sus antecesores a exponerles una y otra vez dicha problemática, donde siempre mostraron buena voluntad, pero al final sus acciones fueron decepcionantes, porque pese a los compromisos que adquirían, sus respuestas fueron la indiferencia y la exposición de múltiples problemas, para justificar su desatención de la que fuera víctima posteriormente.

Así, en ese tenor se las han gastado siempre, donde no basta escuchar, no basta prometer, no basta recomendar a sus subordinados la solución. Los alcaldes tienen que resolver los problemas y en el que nos afecta jamás lo han hecho; pero simulan que lo hacen, sobre todo en tiempos electoreros, donde trompean calles y las dejan inconclusas porque desvían los recursos.

Y así, ante realidades angustiantes se refugian en argumentos angostos que acaban convirtiéndolos en enemigos de quienes sufren las consecuencias del problema. Ante hechos evidentes se refugian en posiciones indiferentes que acaban grajeándose la desconfianza de los afectados y con razón. Acuden siempre a la cantaleta de que no hay recursos y sobran cuando de apuntalar gandayas al poder se trata.

Señor presidente, el que esto escribe es vecino del poblado de San Francisco Javier, perteneciente al municipio que usted gobierna y que desde que arribó al poder, tengo entendido que por distintos conductos se le ha hecho del conocimiento, de la escasez de agua potable que padece la ciudadanía de dicho asentamiento.

En particular el sector en donde reside el firmante de la presente, al que le consta, que desde hace más de una década, el problema es permanente y continúa pese a que hace algunas semanas los afectados tuvieron una reunión con usted, donde se expusieron algunas alternativas de solución, pero hasta la fecha la única que ha permeado es la ausencia del vital líquido, que sin duda pone en entredicho la seriedad de los compromisos contraídos por usted.

Respecto a dicho problema giran muchas especulaciones, pero los que sufrimos en carne viva los estragos, sólo podemos deducir que quizás hemos llevado nuestra queja al lugar equivocado. De ahí que el castigo sea fácil de imponer; minimizando el problema y ponderando la desatención para que los afectados no se empiquen y quieran formar parte del club de pediches que protestan y medran cada vez que lo hacen.

Es cierto que las necesidades de la población son muchas; pero nunca será más prioritario poner un parche millonario de pavimento, que atender la urgencia de la falta de agua; dejando claro que para nuestras autoridades es más importante proteger la suspensión de los vehículos que la hidratación humana.