/ sábado 12 de octubre de 2019

Cero crecimiento y un gris desempeño económico

Según los resultados de los análisis de diversos grupos financieros y calificadoras internacionales, el desempeño de la economía nacional se está desplomando pausadamente durante los últimos meses, algunos de ellos llegan a pronosticar que para finales del año el crecimiento será cero.

El estancamiento económico por el que está pasando México impacta en la baja de los niveles de confianza de los inversionistas, en la caída de la producción industrial, en el riesgo de pérdida de empleos formales, en la disminución de nuestro nivel competitivo en el comercio internacional y de manera destacada en la ausencia de oportunidades para los nuevos profesionistas, mujeres, hombres y jóvenes que aspiran a incorporarse al mercado laboral.

Los efectos del gris crecimiento económico se manifiesta en cada región y en cada estado de diferentes modos, así tenemos que en el norte lo preocupante es la actividad industrial, la endeble competitividad productiva y comercial, así como la dificultad para sostener los empleos; mientras tanto, en el sur la pobreza se agudiza por la falta de industria, la dependencia de millones de personas de los programas sociales oficiales, la falta de apoyo para la producción en el campo, al igual que la agudización de la violencia y la impunidad con la que actúan grupos delincuenciales aprovechando la debilidad del Estado mexicano en el combate a la inseguridad y la aplicación de la ley.

Según el INEGI, durante el primer semestre de este año la actividad económica más afectada es la producción industrial, seguida del freno que ha tenido la producción primaria en casi todas sus ramas: forestal, agrícola, pecuaria, minera, entre otras. Las decisiones en materia de política económica de la nueva administración, han generado una contracción de la economía nacional, reflejándose también en una desaceleración del consumo doméstico provocando incertidumbre.

En su análisis sobre la marcha de la economía mexicana, el Grupo Bursamétrica ha advertido en diversas ocasiones, que nuestra economía está al borde de entrar en recesión, inclusive advierte que ya se corre el riesgo de que el país pierda competitividad en la atracción de inversión privada extranjera, lo que podria provocar un escenario en el cual la economía termine el año con un crecimiento real cercano al 0.3%.

El Banco de México por su parte ajustó a la baja sus expectativas de crecimiento económico para este año y el siguiente, por lo que el Gobierno Federal tiene un gran reto para salvar el desempeño económico del año 2019 para iniciar el año 2020 con signos de estabilidad que generen mejores expectativas y recuperar de manera paulatina la confianza de los inversionistas nacionales y extranjeros.

A lo largo del año, el reporte negativo sobre el crecimiento por parte de organismos internacionales ha crecido, tal es el caso, del Fondo Monetario Internacional (FMI) que augura para este año el crecimiento a 0.9%, siendo que en los primeros meses del año estimaba que México crecería a niveles de 1.6%. Esta situación convoca a todos los actores que inciden en la economía a realizar un esfuerzo extraordinario para que el país no se descarrile hacia el estancamiento; pero la mayor responsabilidad recae en el Gobierno Central que ha prometido impulsar la dinámica de la economía con la construcción de proyectos de infraestructura como el Tren Maya en el empobrecido sur de México, un nuevo sistema aeroportuario para el centro y la capital del país, y una nueva refinería de petróleo; proyectos que al día de hoy no se han definido con claridad, no han iniciado, y la incertidumbre merodea su ejecución.

La situación impone la necesidad de un manejo de política económica prudente, equilibrado, eficaz, que genere mayor certeza y claridad en el diseño y ejecución de las políticas públicas del gobierno, que facilite el desarrollo de las diversas regiones y Entidades Federativas, activando el consumo interno y el comercio internacional, que agilice la inversión privada y el gasto, además de la recuperación de ramos estratégicos de producción como la industria automotriz, la industria petrolera y eléctrica, la minería, la construcción; todo ello permitiría avizorar un panorama distinto al actual en cuanto al crecimiento del Producto Interno Bruto.

El manejo de la economía requiere de decisiones técnica y financieramente viables, acordes a la realidad interna y al entorno internacional, despojarse de dogmas ideológicos y políticos, de visiones y antojos personales. La buena voluntad no basta para lograr que un país crezca al ritmo que necesita su población, se requiere de estrategias objetivas que hasta hoy están ausentes; aún tiene tiempo suficiente el Gobierno Federal para rectificar, la duda es si habrá voluntad de parte de quien encabeza el gobierno para reconocer que lo caminado hasta el momento, en cuanto a la economía, no está dando resultados y por tanto se impone la necesidad de reorientar el rumbo.

El tiempo nos revelará la respuesta a esta y otras grandes dudas.

Según los resultados de los análisis de diversos grupos financieros y calificadoras internacionales, el desempeño de la economía nacional se está desplomando pausadamente durante los últimos meses, algunos de ellos llegan a pronosticar que para finales del año el crecimiento será cero.

El estancamiento económico por el que está pasando México impacta en la baja de los niveles de confianza de los inversionistas, en la caída de la producción industrial, en el riesgo de pérdida de empleos formales, en la disminución de nuestro nivel competitivo en el comercio internacional y de manera destacada en la ausencia de oportunidades para los nuevos profesionistas, mujeres, hombres y jóvenes que aspiran a incorporarse al mercado laboral.

Los efectos del gris crecimiento económico se manifiesta en cada región y en cada estado de diferentes modos, así tenemos que en el norte lo preocupante es la actividad industrial, la endeble competitividad productiva y comercial, así como la dificultad para sostener los empleos; mientras tanto, en el sur la pobreza se agudiza por la falta de industria, la dependencia de millones de personas de los programas sociales oficiales, la falta de apoyo para la producción en el campo, al igual que la agudización de la violencia y la impunidad con la que actúan grupos delincuenciales aprovechando la debilidad del Estado mexicano en el combate a la inseguridad y la aplicación de la ley.

Según el INEGI, durante el primer semestre de este año la actividad económica más afectada es la producción industrial, seguida del freno que ha tenido la producción primaria en casi todas sus ramas: forestal, agrícola, pecuaria, minera, entre otras. Las decisiones en materia de política económica de la nueva administración, han generado una contracción de la economía nacional, reflejándose también en una desaceleración del consumo doméstico provocando incertidumbre.

En su análisis sobre la marcha de la economía mexicana, el Grupo Bursamétrica ha advertido en diversas ocasiones, que nuestra economía está al borde de entrar en recesión, inclusive advierte que ya se corre el riesgo de que el país pierda competitividad en la atracción de inversión privada extranjera, lo que podria provocar un escenario en el cual la economía termine el año con un crecimiento real cercano al 0.3%.

El Banco de México por su parte ajustó a la baja sus expectativas de crecimiento económico para este año y el siguiente, por lo que el Gobierno Federal tiene un gran reto para salvar el desempeño económico del año 2019 para iniciar el año 2020 con signos de estabilidad que generen mejores expectativas y recuperar de manera paulatina la confianza de los inversionistas nacionales y extranjeros.

A lo largo del año, el reporte negativo sobre el crecimiento por parte de organismos internacionales ha crecido, tal es el caso, del Fondo Monetario Internacional (FMI) que augura para este año el crecimiento a 0.9%, siendo que en los primeros meses del año estimaba que México crecería a niveles de 1.6%. Esta situación convoca a todos los actores que inciden en la economía a realizar un esfuerzo extraordinario para que el país no se descarrile hacia el estancamiento; pero la mayor responsabilidad recae en el Gobierno Central que ha prometido impulsar la dinámica de la economía con la construcción de proyectos de infraestructura como el Tren Maya en el empobrecido sur de México, un nuevo sistema aeroportuario para el centro y la capital del país, y una nueva refinería de petróleo; proyectos que al día de hoy no se han definido con claridad, no han iniciado, y la incertidumbre merodea su ejecución.

La situación impone la necesidad de un manejo de política económica prudente, equilibrado, eficaz, que genere mayor certeza y claridad en el diseño y ejecución de las políticas públicas del gobierno, que facilite el desarrollo de las diversas regiones y Entidades Federativas, activando el consumo interno y el comercio internacional, que agilice la inversión privada y el gasto, además de la recuperación de ramos estratégicos de producción como la industria automotriz, la industria petrolera y eléctrica, la minería, la construcción; todo ello permitiría avizorar un panorama distinto al actual en cuanto al crecimiento del Producto Interno Bruto.

El manejo de la economía requiere de decisiones técnica y financieramente viables, acordes a la realidad interna y al entorno internacional, despojarse de dogmas ideológicos y políticos, de visiones y antojos personales. La buena voluntad no basta para lograr que un país crezca al ritmo que necesita su población, se requiere de estrategias objetivas que hasta hoy están ausentes; aún tiene tiempo suficiente el Gobierno Federal para rectificar, la duda es si habrá voluntad de parte de quien encabeza el gobierno para reconocer que lo caminado hasta el momento, en cuanto a la economía, no está dando resultados y por tanto se impone la necesidad de reorientar el rumbo.

El tiempo nos revelará la respuesta a esta y otras grandes dudas.