/ jueves 14 de abril de 2022

Columna Liberal

A propósito de la semana mayor en que se retoma el tema de la crucificción de Jesús el Cristo, vale la pena hacer remembranza de sus enseñanzas dado que Él fue el gran redentor de los pecados de la humanidad mediante un pacto con el Eterno.

Y con base a el sacrificio de su ser y que en estas fechas nos mueve a reflexión, aparte aprovechar estos días gran parte de la gente para mejor salir de vacaciones o irse de reventón.

Jesucristo, al igual que Krisna, Buda, Zoroastro, Rama y Mahoma fueron seres escogidos de lo alto para entre otras cosas cumplir con el papel de instructores de las grandes doctrinas, detallando con ejemplos, parábolas, milagros, etc. en fin, todas las enseñanzas y hechos para que los hombres tomaran nota y siguieran al pie de la letra los altos designios comprendidos en las sagradas escrituras de cada pueblo.

Por ejemplo, cuando Jesús rescató a María Magdalena de la lapidación o castigo que la turba le iba a infringir por ejercer la prostitución que a la vez propiciaba el adulterio de quienes pecaban con ella, el Gran Maestro le hizo ver que no entrarán al reino de Dios los adúlteros, además de los homicidas, suicidas y los idólatras. Y es que al realizar el coito, el hombre deposita en esas mujeres los átomos de sus errores, maldades, vicios, etc. y estos son trasmitidos a la vez a los demás hombres que se meten con ella, quienes al mismo tiempo dejan en la misma lo que son sus pecados, teniendo cada individuo qué luchar no sólo con sus defectos y pecados, sino hasta con los aquellos que le fueron trasmitidos.

Todo eso le hizo ver Cristo a María Magdalena, quien arrepentida le pidió ser perdonada, como así fue, porque ignoraba las proporciones de sus actos, pero le advirtió “Jesús, vete y no peques más”. Y es que al ignorar alguien que sus actos son pecados y no se percata de las proporciones, inclusive si son faltas o delitos, en consecuencia y concluyendo, quienes vuelven a pecar o violar los preceptos contenidos en las leyes divinas o terrenales cuando ya han sido advertidos o informados de ello, ya no merecen ningún perdón, aunque los juicios apegados a las leyes de los hombres sean en ocasiones más estrictas, ya que plasman en las mismas estos criterios “El desconocimiento de esta ley no exime de responsabilidad a quienes la hayan infringido”

Salomón tuvo aparte de su esposa a 800 concubinas y David su esposa y 500 concubinas. Los doctores de la ley tenían el concepto que al ser concubinas el rey no adulteraba, además como nadie se metía con ellas más que el soberano, pues no había trasmisión o contagio pecaminoso. Y como en la Semana Santa, sobre todo el jueves o viernes se tenía la costumbre de ayunar y sólo se nos decía que para ofrecerlo a Dios, absteniéndonos de comer carnes rojas y vino.

Pero nunca se nos dijo que las carnes rojas, sobre todo la de puerco, y el alcohol, son altamente irritantes del cuerpo humano y mientras eso se dé, el espíritu de la persona no tiene quietud y no se pueden concretar los propósitos de un espíritu sosegado, lográndose esto con el ayuno. Y hay de ayunos a ayunos, como el que ejerció Jesús para poder enfrentarse a Satán, o el que practicó Buda para poder alcanzar la iluminación.


A propósito de la semana mayor en que se retoma el tema de la crucificción de Jesús el Cristo, vale la pena hacer remembranza de sus enseñanzas dado que Él fue el gran redentor de los pecados de la humanidad mediante un pacto con el Eterno.

Y con base a el sacrificio de su ser y que en estas fechas nos mueve a reflexión, aparte aprovechar estos días gran parte de la gente para mejor salir de vacaciones o irse de reventón.

Jesucristo, al igual que Krisna, Buda, Zoroastro, Rama y Mahoma fueron seres escogidos de lo alto para entre otras cosas cumplir con el papel de instructores de las grandes doctrinas, detallando con ejemplos, parábolas, milagros, etc. en fin, todas las enseñanzas y hechos para que los hombres tomaran nota y siguieran al pie de la letra los altos designios comprendidos en las sagradas escrituras de cada pueblo.

Por ejemplo, cuando Jesús rescató a María Magdalena de la lapidación o castigo que la turba le iba a infringir por ejercer la prostitución que a la vez propiciaba el adulterio de quienes pecaban con ella, el Gran Maestro le hizo ver que no entrarán al reino de Dios los adúlteros, además de los homicidas, suicidas y los idólatras. Y es que al realizar el coito, el hombre deposita en esas mujeres los átomos de sus errores, maldades, vicios, etc. y estos son trasmitidos a la vez a los demás hombres que se meten con ella, quienes al mismo tiempo dejan en la misma lo que son sus pecados, teniendo cada individuo qué luchar no sólo con sus defectos y pecados, sino hasta con los aquellos que le fueron trasmitidos.

Todo eso le hizo ver Cristo a María Magdalena, quien arrepentida le pidió ser perdonada, como así fue, porque ignoraba las proporciones de sus actos, pero le advirtió “Jesús, vete y no peques más”. Y es que al ignorar alguien que sus actos son pecados y no se percata de las proporciones, inclusive si son faltas o delitos, en consecuencia y concluyendo, quienes vuelven a pecar o violar los preceptos contenidos en las leyes divinas o terrenales cuando ya han sido advertidos o informados de ello, ya no merecen ningún perdón, aunque los juicios apegados a las leyes de los hombres sean en ocasiones más estrictas, ya que plasman en las mismas estos criterios “El desconocimiento de esta ley no exime de responsabilidad a quienes la hayan infringido”

Salomón tuvo aparte de su esposa a 800 concubinas y David su esposa y 500 concubinas. Los doctores de la ley tenían el concepto que al ser concubinas el rey no adulteraba, además como nadie se metía con ellas más que el soberano, pues no había trasmisión o contagio pecaminoso. Y como en la Semana Santa, sobre todo el jueves o viernes se tenía la costumbre de ayunar y sólo se nos decía que para ofrecerlo a Dios, absteniéndonos de comer carnes rojas y vino.

Pero nunca se nos dijo que las carnes rojas, sobre todo la de puerco, y el alcohol, son altamente irritantes del cuerpo humano y mientras eso se dé, el espíritu de la persona no tiene quietud y no se pueden concretar los propósitos de un espíritu sosegado, lográndose esto con el ayuno. Y hay de ayunos a ayunos, como el que ejerció Jesús para poder enfrentarse a Satán, o el que practicó Buda para poder alcanzar la iluminación.


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