Siempre hay un antes y un después; lo decimos porque ya se nos hizo costumbre que antes de abordar nuestro tema central, previamente abusamos de la buena fe del lector para aprovechar el espacio y citar otros temas que consideramos importantes o hasta interesantes y en esta ocasión deseamos darles a conocer lo siguiente:
Cuando las pasiones se apoderan del libre albedrío de una persona se desencadenan las tormentas en ella y contagia a su entorno creando un caos familiar, grupal y social, lo decimos por lo siguiente, el doctor Enríquez lo enfermó el poder y el protagonismo, lo que ante sus reveses le desencadenó frustración y odios que trasmitió a sus cercanos provocando enfrentamientos bajo el impulso de la venganza. Si no ataja a tiempo esos malos impulsos, sufrirá lo que ya está padeciendo, o sea el irse quedando solo, lo cual le desencadenará cosas más graves.
Lo anterior ya se veía venir cuando perdió la presidencia ante Salum, traía muy crecido su ego y alguien debió advertirle que ese no era el camino y mucho menos la solución a sus aspiraciones porque se ha ido quedando sin partido político alguno que lo apoye y su respuesta fue y es la venganza y la violencia, cuya cabeza más visible y receptor es el síndico de Gómez Palacio. Usted es un muy buen profesionista y empresario visionario doctor. Deje ya la política por la paz y obtenga grata cosecha del humanismo que da la medicina. Mi amiga Susana León y Pablo Solís, que conocen de estos temas, sabemos que nos respaldarán, sobre todo el ingeniero Pablito que es especialista en los temas del odio.
Pues verán ustedes mis aunque escasos amigos lectores, bien claro nos queda a los contribuyentes que los servicios y obras que se hacen así como los sueldos de los empleados de los tres niveles de gobierno, tienen como origen los impuestos que se recaban y por ello los ciudadanos tenemos el derecho de exigir se ejerzan esos dineros con toda honestidad y trasparencia. ¿Pero alguien ha pensado que los bienes de las iglesias se originan bajo la misma tónica? Es decir por las contribuciones de los fieles en especie, donaciones, diezmos, limosnas, etc. Y que por tanto y en principio también nos asiste el derecho de preguntar la aplicación de esos recursos.
Cuando los liberales en el poder 1860 y 1920 vieron que era injusto que el clero católico era inmensamente rico y que concentraba grandísimas extensiones del territorio nacional y propiedades rústicas y urbanas a pasto como las escrituradas que descubrió Alvaro Obregón en los sótanos de la catedral de Guadalajara y que ante esta inequidad y falta de recursos del gobierno federal para hacer frente a sus gastos y deuda extranjera se optó por expedir las leyes de reforma que desencadenó una guerra intestina, así como la de 1910 de alto precio las dos para la nación. Aquí en esta ciudad capital y en tratándose de los bienes de la iglesia, no tiene mucho que desaparecieron de la catedral piezas valiosísimas y nunca más se supo nada a pesar del alto y moderno sistema de seguridad con que ahí se cuenta.
En un libro de historia se relata que el día 17 de enero de 1860 en la noche fue robada la custodia de la Catedral Metropolitana que tenía 5,872 diamantes, 2,653 esmeraldas, 544 rubíes 106 amatistas y 28 zafiros. La desaparición de esta reliquia así como muchos otros objetos más, se dio después de la orden de expulsión del país del nuncio apostólico y varios obispos y sacerdotes más. ¿En dónde quedó la bolita?
Dentro de muchos de estos sucesos por último citaremos el que se dio en la iglesia de la Profesa la ciudad de México donde de igual manera desaparecieron varios objetos de valor, pero ahí sí se dio con el responsable porque hasta tuvo que intervenir la Suprema Corte de Justicia y se aclaró que fue un cura el que se los llevó a otro domicilio.
