/ miércoles 11 de mayo de 2022

Comentarios constitucionales

Como parte de la regulación en materia tecnológica que ha desarrollado la Unión Europea, se pretende agregar a la ya existente un Reglamento Europeo de la Inteligencia Artificial, el cual se encuentra actualmente en discusión.

Todo lo anterior para crear un blindaje a favor de las personas frente a las empresas de tecnología. En efecto, ya existe alguna normativa en materia de regulación del poder de las empresas tecnológicas: en primer lugar, el Reglamento General de Protección de Datos que fue obligatorio a partir de 2018, con el cual se pretende variar la forma en la que las empresas traten los datos personales, pues a final de cuentas es información de las personas y no de las empresas, por lo que se puede solicitar que sean eliminados esos datos personales.

En segundo lugar, la Unión Europea también expidió directivas acordadas en este 2022, como la Directiva de Servicios Digitales que fija obligaciones de transparencia y acceso a algoritmos de las plataformas digitales, así como la Directiva de Mercados Digitales, a través de la cual las compañías estarán obligadas a dar la opción a sus clientes de desinstalar las aplicaciones que se encuentran en los sistemas operativos.

La normativa que se encuentra a discusión es el Reglamento Europeo de la Inteligencia Artificial. Fue presentado el proyecto en abril de 2021, por lo que es muy probable que en este 2022 aún no esté aprobado, sino hasta el próximo año. Con esta legislación se pretende que se desarrolle la inteligencia artificial con un enfoque “centrado en el ser humano”.

La inteligencia artificial está muy desarrollada, pues los algoritmos pueden recoger y analizar información sustituyendo al ser humano, lo que generará desempleo en perjuicio de los trabajadores.

Al respecto, considero que son muy importantes las investigaciones realizadas por la matemática Cathy O’Neil, en las que cuestiona la infalibilidad de la Inteligencia Artificial, pues manifestó: “Los algoritmos son opiniones encerradas en matemáticas”, y a final de cuentas reproducen sesgos de sus creadores, lo que puede producir resultados discriminatorios.

En cuanto a la reglamentación propuesta, hay puntos a debatir en los que no será fácil llegar a un acuerdo por las consecuencias que su aprobación conlleva. Uno de esos puntos álgidos en la discusión es el referente al reconocimiento facial.

Shoshana Zuboff ha acuñado un nombre para designar un fenómeno relativo al control de las personas: “El capitalismo de vigilancia”. Las máquinas nos conocen y moldean nuestros comportamientos, señalando que el objetivo es automatizarnos, por lo que para la filósofa lo anterior da lugar a una nueva especie de poder: El instrumentarismo, que consiste en que una vez que se conoce el comportamiento humano y se le da forma, se orienta hacia los fines de otro.

Por todo esto, es importante la regulación en las materias mencionadas, pues interesa sobremanera a las personas europeas tener más control sobre sus datos y, paralelamente, que se mantenga la competencia económica en igualdad de condiciones.

Lo cierto es que, de lo antes expuesto, se advierte que hay un fuerte liderazgo europeo en lo relativo a la regulación de las consecuencias de los cambios tecnológicos sobre las personas, pues éstos han venido a transformar nuestras vidas, como el aspecto laboral, la forma de comunicarnos con las demás personas, la forma de contar la historia.


Como parte de la regulación en materia tecnológica que ha desarrollado la Unión Europea, se pretende agregar a la ya existente un Reglamento Europeo de la Inteligencia Artificial, el cual se encuentra actualmente en discusión.

Todo lo anterior para crear un blindaje a favor de las personas frente a las empresas de tecnología. En efecto, ya existe alguna normativa en materia de regulación del poder de las empresas tecnológicas: en primer lugar, el Reglamento General de Protección de Datos que fue obligatorio a partir de 2018, con el cual se pretende variar la forma en la que las empresas traten los datos personales, pues a final de cuentas es información de las personas y no de las empresas, por lo que se puede solicitar que sean eliminados esos datos personales.

En segundo lugar, la Unión Europea también expidió directivas acordadas en este 2022, como la Directiva de Servicios Digitales que fija obligaciones de transparencia y acceso a algoritmos de las plataformas digitales, así como la Directiva de Mercados Digitales, a través de la cual las compañías estarán obligadas a dar la opción a sus clientes de desinstalar las aplicaciones que se encuentran en los sistemas operativos.

La normativa que se encuentra a discusión es el Reglamento Europeo de la Inteligencia Artificial. Fue presentado el proyecto en abril de 2021, por lo que es muy probable que en este 2022 aún no esté aprobado, sino hasta el próximo año. Con esta legislación se pretende que se desarrolle la inteligencia artificial con un enfoque “centrado en el ser humano”.

La inteligencia artificial está muy desarrollada, pues los algoritmos pueden recoger y analizar información sustituyendo al ser humano, lo que generará desempleo en perjuicio de los trabajadores.

Al respecto, considero que son muy importantes las investigaciones realizadas por la matemática Cathy O’Neil, en las que cuestiona la infalibilidad de la Inteligencia Artificial, pues manifestó: “Los algoritmos son opiniones encerradas en matemáticas”, y a final de cuentas reproducen sesgos de sus creadores, lo que puede producir resultados discriminatorios.

En cuanto a la reglamentación propuesta, hay puntos a debatir en los que no será fácil llegar a un acuerdo por las consecuencias que su aprobación conlleva. Uno de esos puntos álgidos en la discusión es el referente al reconocimiento facial.

Shoshana Zuboff ha acuñado un nombre para designar un fenómeno relativo al control de las personas: “El capitalismo de vigilancia”. Las máquinas nos conocen y moldean nuestros comportamientos, señalando que el objetivo es automatizarnos, por lo que para la filósofa lo anterior da lugar a una nueva especie de poder: El instrumentarismo, que consiste en que una vez que se conoce el comportamiento humano y se le da forma, se orienta hacia los fines de otro.

Por todo esto, es importante la regulación en las materias mencionadas, pues interesa sobremanera a las personas europeas tener más control sobre sus datos y, paralelamente, que se mantenga la competencia económica en igualdad de condiciones.

Lo cierto es que, de lo antes expuesto, se advierte que hay un fuerte liderazgo europeo en lo relativo a la regulación de las consecuencias de los cambios tecnológicos sobre las personas, pues éstos han venido a transformar nuestras vidas, como el aspecto laboral, la forma de comunicarnos con las demás personas, la forma de contar la historia.


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