/ lunes 21 de septiembre de 2020

Cómo lograban más presupuesto los ex gobernadores

La cuestión del nombre de este artículo obedece a que el presupuesto que se ha destinado para Durango, implica la queja de algunos que no es suficiente.

Por supuesto que no hay que darle tanto crédito a los ex gobernadores, sobre la obtención de recursos extraordinarios y lo expreso así, simplemente porque no se necesitaba mucho para obtenerlos, ya que la gracia de salir airosos con un presupuesto copeteado, obedecía a que había suficiente dinero, porque los presidentes de la República en turno, no se limitaban en hacer crecer la deuda externa ni en despilfarrar groseramente los excedentes petroleros, de los que desafortunadamente nadie rindió buenas cuentas.

Además contaba mucho la amistad que a regañadientes el presidente les dispensaba, y aunque se la merecían, porque nunca le regatearon respeto ni lealtad, premisas clave que en política deben ser la regla de oro, para que las cosas marchen por la vía del entendimiento, cuidando siempre el espacio de las jerarquías y respetar escrupulosamente el rol de cada ente, para evitar así, que las escopetas se vean acribilladas por los patos, pensando erróneamente que el cazador carece de parque y que no habrá consecuencias si sus alas a la mala rebasan las alturas

Bajo ese orden perfectamente establecido y entendido, también los legisladores federales, tanto senadores como diputados, se movían alrededor del gobernador, ya que la mayoría pertenecían a su partido y los de oposición no necesitaban mucho para adherirse a la causa del ejecutivo estatal, puesto que había voluntad política y si dicha responsabilidad no los movía, sobraba el maíz para saciar la inescrupulosidad de aquellos cuyo protagonismo era su negocio.

Así era el proceder de los legisladores federales y no había ninguna acción que se diera aislada del visto bueno del ejecutivo estatal, dado que el tejido fino de ambos, era para quedar bien en torno a los intereses del presidente de la República y una vez cumplido ese objetivo, los favores se regresaban bajo la sentencia de: “pagar es corresponder”.

Las líneas muchas veces se juntaban, pero nunca se cruzaban. Los límites siempre fueron respetados de una parte y otra y jamás hubo intransigencias que exhibieran el encono de alguna de las partes, pese a que había grandes problemas, no tan agudos como los de la pandemia que ahora terriblemente nos azota y que la perversidad de la oposición ha encontrado en el gobierno federal un culpable de cada ente que se contagia y un asesino en cada mexicano que fallece.

De ahí que nos queda claro que no sólo se alegran de la tragedia, sino que le echan más veneno a la pócima de la desgracia para que los males empeoren.

Siempre le apostaron al diálogo y nunca pasó por su mente la confrontación ni la tentación de fisurar la unidad federalista, porque el resultado de dicha suma hubiera sido cero y los primeros en obtenerlo hubieran sido ellos. De ahí que la disposición y voluntad del gobierno federal hacia el estatal, era el desenlace de una suma de quienes gobernaron en un pasado inmediato.

Desde luego que hay que reconocer que arriba y abajo no los guiaba el manual de la decencia ni el catecismo de las buenas costumbres, pero si respetaban los códigos de honor no escritos, donde el silencio era la regla a seguir en los deseos pedidos y no cumplidos, porque la tolerancia se perdía al mínimo ruido que interrumpiera el pacto de complicidades que guiaba el modelo de gobernar.

Jamás osaron igualarse con el presidente en turno; mucho menos urdieron la estrategia facciosa, para forzar la gracia negada. Sabían que en política la forma es fondo y no existen imitaciones que la sustituyan. Por eso no tuvieron empacho en utilizar la paciencia que es la espada de los malditos, porque no corta cuando la empuñan, sino cuando la guardan.

La cuestión del nombre de este artículo obedece a que el presupuesto que se ha destinado para Durango, implica la queja de algunos que no es suficiente.

Por supuesto que no hay que darle tanto crédito a los ex gobernadores, sobre la obtención de recursos extraordinarios y lo expreso así, simplemente porque no se necesitaba mucho para obtenerlos, ya que la gracia de salir airosos con un presupuesto copeteado, obedecía a que había suficiente dinero, porque los presidentes de la República en turno, no se limitaban en hacer crecer la deuda externa ni en despilfarrar groseramente los excedentes petroleros, de los que desafortunadamente nadie rindió buenas cuentas.

Además contaba mucho la amistad que a regañadientes el presidente les dispensaba, y aunque se la merecían, porque nunca le regatearon respeto ni lealtad, premisas clave que en política deben ser la regla de oro, para que las cosas marchen por la vía del entendimiento, cuidando siempre el espacio de las jerarquías y respetar escrupulosamente el rol de cada ente, para evitar así, que las escopetas se vean acribilladas por los patos, pensando erróneamente que el cazador carece de parque y que no habrá consecuencias si sus alas a la mala rebasan las alturas

Bajo ese orden perfectamente establecido y entendido, también los legisladores federales, tanto senadores como diputados, se movían alrededor del gobernador, ya que la mayoría pertenecían a su partido y los de oposición no necesitaban mucho para adherirse a la causa del ejecutivo estatal, puesto que había voluntad política y si dicha responsabilidad no los movía, sobraba el maíz para saciar la inescrupulosidad de aquellos cuyo protagonismo era su negocio.

Así era el proceder de los legisladores federales y no había ninguna acción que se diera aislada del visto bueno del ejecutivo estatal, dado que el tejido fino de ambos, era para quedar bien en torno a los intereses del presidente de la República y una vez cumplido ese objetivo, los favores se regresaban bajo la sentencia de: “pagar es corresponder”.

Las líneas muchas veces se juntaban, pero nunca se cruzaban. Los límites siempre fueron respetados de una parte y otra y jamás hubo intransigencias que exhibieran el encono de alguna de las partes, pese a que había grandes problemas, no tan agudos como los de la pandemia que ahora terriblemente nos azota y que la perversidad de la oposición ha encontrado en el gobierno federal un culpable de cada ente que se contagia y un asesino en cada mexicano que fallece.

De ahí que nos queda claro que no sólo se alegran de la tragedia, sino que le echan más veneno a la pócima de la desgracia para que los males empeoren.

Siempre le apostaron al diálogo y nunca pasó por su mente la confrontación ni la tentación de fisurar la unidad federalista, porque el resultado de dicha suma hubiera sido cero y los primeros en obtenerlo hubieran sido ellos. De ahí que la disposición y voluntad del gobierno federal hacia el estatal, era el desenlace de una suma de quienes gobernaron en un pasado inmediato.

Desde luego que hay que reconocer que arriba y abajo no los guiaba el manual de la decencia ni el catecismo de las buenas costumbres, pero si respetaban los códigos de honor no escritos, donde el silencio era la regla a seguir en los deseos pedidos y no cumplidos, porque la tolerancia se perdía al mínimo ruido que interrumpiera el pacto de complicidades que guiaba el modelo de gobernar.

Jamás osaron igualarse con el presidente en turno; mucho menos urdieron la estrategia facciosa, para forzar la gracia negada. Sabían que en política la forma es fondo y no existen imitaciones que la sustituyan. Por eso no tuvieron empacho en utilizar la paciencia que es la espada de los malditos, porque no corta cuando la empuñan, sino cuando la guardan.