/ lunes 13 de junio de 2022

Concordia y solidaridad: Claves para Durango

Luego de la jornada comicial del pasado domingo, en la cual hubo un claro ganador -Esteban Villegas Villarreal- que se convertirá en el próximo gobernador de nuestra entidad federativa, es tiempo de dar vuelta a la página y trabajar conjuntamente por el presente y el futuro de Durango, tarea titánica que no se antoja nada sencilla ante los desafíos de la pospandemia y la desaceleración económica mundial que, desde luego, y como no podía ser de otra manera, ha afectado a México.

Las campañas electorales a menudo despiertan pasiones que pueden llegar a rayar en la línea del fanatismo, el encono y el odio, aspectos del todo negativos que a nada abonan en la realidad social. Desde luego que la lucha por el poder es encarnizada, pero nunca debe dejar de tenerse en cuenta que la sociedad es el objetivo último ya no en la búsqueda sino en el ejercicio del mismo.

Aunque la alianza que quedó en segundo lugar tenga el legítimo derecho de impugnar la elección, lo más plausible sería el reconocimiento pleno de los resultados y la urdimbre de una oposición estatal que, por sí misma, es absolutamente indispensable para la crítica, la rendición de cuentas y el señalamiento objetivo de todas y cada una de las acciones que llegue a emprender el próximo gobierno.

El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, ya ha dicho que ni en Durango ni en Aguascalientes, sitios en donde su partido y fuerzas políticas aliadas no ganaron el pasado 5 de junio, los apoyos, programas sociales y demás instrumentos económicos seguirán llegando de manera puntual. No podía ser de forma distinta, pues en el marco de un federalismo cooperativo que no tenga distingos ideológicos, López Obrador gobierna para todas y todos los mexicanos.

Por eso es que el gobierno de coalición que detentará el poder los próximos seis años en Durango debe trabajar muy de la mano con el Gobierno de México para impulsar mecanismos de desarrollo en todos los sentidos, empezando por el económico, ámbito en donde el estado presenta retos para incrustarse de lleno en la agenda nacional e internacional. Ese desarrollo, por supuesto, debe incidir de manera palmaria en los conceptos más amplios de desarrollo humano y desarrollo sostenible.

Pero para la consecución de lo anterior, y retomando el punto central de este texto, dejar atrás los pugilatos electorales y las dicotomías ya estériles entre ganadores y vencidos, las ideas, argumentos y demás aspectos propositivos para un Durango mejor deben provenir de todos los sectores de la ciudadanía, con una participación amplia y entusiasta a través del conducto de la buena gobernanza.

La discordia a nada positivo conduce en el terreno de la vida pública y social. El encono es un obstáculo para el diálogo y el entendimiento, tópicos absolutamente necesarios cuando hablamos de progreso, cambios de ruta y giros de tuerca. No es únicamente el futuro o los próximos seis años lo que se encuentra en juego sino el presente, las actuales generaciones, repletas de dinamismo y ávidas de incursionar de una u otra forma en política.

Al final del día, eso es lo que se pone de manifiesto: La política como arte, tal y como fue enseñada por Aristóteles. La solidaridad, la inclusión del otro y la sociedad como un todo nos convocan a trabajar en beneficio de Durango. Ojalá que el nuevo gobierno no sólo piense en ello sino que se lo tome en serio. Y aunque suene a lugar común o eslogan de campaña, no podemos dejar de decirlo con todas sus letras: Durango nos necesita a todas y todos.


Luego de la jornada comicial del pasado domingo, en la cual hubo un claro ganador -Esteban Villegas Villarreal- que se convertirá en el próximo gobernador de nuestra entidad federativa, es tiempo de dar vuelta a la página y trabajar conjuntamente por el presente y el futuro de Durango, tarea titánica que no se antoja nada sencilla ante los desafíos de la pospandemia y la desaceleración económica mundial que, desde luego, y como no podía ser de otra manera, ha afectado a México.

Las campañas electorales a menudo despiertan pasiones que pueden llegar a rayar en la línea del fanatismo, el encono y el odio, aspectos del todo negativos que a nada abonan en la realidad social. Desde luego que la lucha por el poder es encarnizada, pero nunca debe dejar de tenerse en cuenta que la sociedad es el objetivo último ya no en la búsqueda sino en el ejercicio del mismo.

Aunque la alianza que quedó en segundo lugar tenga el legítimo derecho de impugnar la elección, lo más plausible sería el reconocimiento pleno de los resultados y la urdimbre de una oposición estatal que, por sí misma, es absolutamente indispensable para la crítica, la rendición de cuentas y el señalamiento objetivo de todas y cada una de las acciones que llegue a emprender el próximo gobierno.

El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, ya ha dicho que ni en Durango ni en Aguascalientes, sitios en donde su partido y fuerzas políticas aliadas no ganaron el pasado 5 de junio, los apoyos, programas sociales y demás instrumentos económicos seguirán llegando de manera puntual. No podía ser de forma distinta, pues en el marco de un federalismo cooperativo que no tenga distingos ideológicos, López Obrador gobierna para todas y todos los mexicanos.

Por eso es que el gobierno de coalición que detentará el poder los próximos seis años en Durango debe trabajar muy de la mano con el Gobierno de México para impulsar mecanismos de desarrollo en todos los sentidos, empezando por el económico, ámbito en donde el estado presenta retos para incrustarse de lleno en la agenda nacional e internacional. Ese desarrollo, por supuesto, debe incidir de manera palmaria en los conceptos más amplios de desarrollo humano y desarrollo sostenible.

Pero para la consecución de lo anterior, y retomando el punto central de este texto, dejar atrás los pugilatos electorales y las dicotomías ya estériles entre ganadores y vencidos, las ideas, argumentos y demás aspectos propositivos para un Durango mejor deben provenir de todos los sectores de la ciudadanía, con una participación amplia y entusiasta a través del conducto de la buena gobernanza.

La discordia a nada positivo conduce en el terreno de la vida pública y social. El encono es un obstáculo para el diálogo y el entendimiento, tópicos absolutamente necesarios cuando hablamos de progreso, cambios de ruta y giros de tuerca. No es únicamente el futuro o los próximos seis años lo que se encuentra en juego sino el presente, las actuales generaciones, repletas de dinamismo y ávidas de incursionar de una u otra forma en política.

Al final del día, eso es lo que se pone de manifiesto: La política como arte, tal y como fue enseñada por Aristóteles. La solidaridad, la inclusión del otro y la sociedad como un todo nos convocan a trabajar en beneficio de Durango. Ojalá que el nuevo gobierno no sólo piense en ello sino que se lo tome en serio. Y aunque suene a lugar común o eslogan de campaña, no podemos dejar de decirlo con todas sus letras: Durango nos necesita a todas y todos.