/ domingo 22 de marzo de 2020

Covid-19 dejará también damnificados políticos

En previsión a la etapa más difícil del coronavirus, en Durango se entra a la siguiente fase preventiva de aplicación de medidas más drásticas de higiene y distanciamiento social, con el llamado, sobre todo a los escépticos, a que se atiendan las recomendaciones, y le abonen a las acciones de combate a la pandemia.

“Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno”, frase histórica de Albert Einstein, que sigue vigente y que ahora viene a colación con motivo de la pandemia del Covid-19 que azota al mundo, y que obliga a tomar medidas extremas para evitar la mayor propagación del virus, y sobre todo inhibir los contagios en los sectores más vulnerables de la población.

Ahora es cuando los servidores públicos deben demostrar su vocación de servicio, y actuar con toda la fuerza del Estado, con el propósito de que los lineamientos sanitarios de prevención y contención a la epidemia, se ejecuten y reduzcan los efectos nocivos que amenazan con extenderse a lo político, económico y social.

En suelo duranguense, desde hoy lunes se reducirán al mínimo los servicios gubernamentales, y se instrumentarán paquetes de ayuda a los empresarios a fin de que se proteja el empleo y las personas. Al sector informal, se les auxiliará con alimentos a fin de que se confinen a sus casas mientras pasa la contingencia.

Sin crisis no hay méritos, establece una de las interpretaciones a la cita del científico autor de la Teoría de la Relatividad, lo cual aplica indudablemente lo mismo para las autoridades responsables de que se lleven a cabo las acciones necesarias tendientes a mitigar las repercusiones de la pandemia en el conglomerado social, que a cada uno de los integrantes de la sociedad, para cumplir con lo que por ahora son recomendaciones, pero que se pueden convertir en obligaciones en caso de que los resultados sean los menos deseados.

En tal contexto, es controversial la actitud asumida por el presidente de la República, al continuar con la celebración de actos públicos en los que tiene proximidad con miles de personas, mientras que las autoridades sanitarias piden la suspensión de los eventos masivos, y que se aplique el sano distanciamiento social.

“La salud no tiene precio, y el que la arriesga es un necio”, dice con sabiduría el refranero popular, y que le queda a la medida a la postura del jefe de la nación, quien se expone, de manera innecesaria, dicen muchos, a contagiarse del coronavirus, con el peligro de convertirse en portador para contaminar con quienes convive a diario. Por su investidura, se trata de un problema de salud pública.

Es entendible el mensaje de valor que quiere mandar el Presidente de la República, con el objetivo de que los millones de mexicanos no se “apaniquen” ante la pandemia, sin que ello quiera decir que no sean atendidas las recomendaciones de los especialistas en epidemiología. Y sobre todo que no se paralice la actividad económica, lo que podría ser más perjudicial.

Pero con su ejemplo, también llama que al no temer al daño del virus, se haga caso omiso a las medidas que por ahora son lineamientos dictados desde la Organización Mundial de la Salud, basados en los protocolos epidemiológicos, pero que de ser necesario, se tendrían que atender aunque fuera de manera coercitiva.

Estamos ante una incongruencia de comunicación por parte del primer Mandatario, de quien no se duda la buena intención de exhortar a no dejarse llevar por el miedo, pero que finalmente no lo ha proyectado como es debido. Y lo peor es que el mal ejemplo cunde.

De ahí la importancia que asuman los gobernantes locales, como es el caso de Durango, donde afortunadamente se cuenta con un titular del Ejecutivo estatal, con sensibilidad para dirigir y encausar las medidas que dictan los epidemiólogos para enfrentar la pandemia del coronavirus. No ha sido omiso, pero tampoco ha exagerado.

De acuerdo a comentarios de algunos de sus cercanos, el Mandatario estatal sigue de cerca el comportamiento del coronavirus, y dicta las órdenes pertinentes, inclusive, adelantándose a los lineamientos sanitarios, para que los duranguenses resulten lo menos afectados por la epidemia. Y se hace escuchar lo mismo de sus colaboradores, que de los presidentes municipales, quienes lo reflejan con acciones en sus respectivos territorios y competencias.

En el caso de los legisladores, tanto federales como locales, también se requiere su labor para hacer conciencia en sus representados sobre la necesidad de acatar las recomendaciones. Destaca Esteban Villegas Villarreal, que a través de redes sociales explica la magnitud del problema y precisa las medidas de higiene que se deben aplicar.

Para quienes no han dimensionado el problema de salud que representa la pandemia del Covid-19, aún están a tiempo de enmendar posturas, y acatar como obligación las líneas de acción sanitarias dictados por los epidemiólogos del mundo, a fin de que en Durango los efectos sean menos devastadores de los que ya sufren otros en países como Italia y España. “La salud no es conocida, hasta que es perdida”, reza otro conocido refrán.

Pero también se vaticinan damnificados políticos y económicos de la contingencia provocada por la pandemia, en función de la actuación exagerada, omisa o ausente que registren “los servidores”, e incluso, empresarios, durante el problema.

En previsión a la etapa más difícil del coronavirus, en Durango se entra a la siguiente fase preventiva de aplicación de medidas más drásticas de higiene y distanciamiento social, con el llamado, sobre todo a los escépticos, a que se atiendan las recomendaciones, y le abonen a las acciones de combate a la pandemia.

“Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno”, frase histórica de Albert Einstein, que sigue vigente y que ahora viene a colación con motivo de la pandemia del Covid-19 que azota al mundo, y que obliga a tomar medidas extremas para evitar la mayor propagación del virus, y sobre todo inhibir los contagios en los sectores más vulnerables de la población.

Ahora es cuando los servidores públicos deben demostrar su vocación de servicio, y actuar con toda la fuerza del Estado, con el propósito de que los lineamientos sanitarios de prevención y contención a la epidemia, se ejecuten y reduzcan los efectos nocivos que amenazan con extenderse a lo político, económico y social.

En suelo duranguense, desde hoy lunes se reducirán al mínimo los servicios gubernamentales, y se instrumentarán paquetes de ayuda a los empresarios a fin de que se proteja el empleo y las personas. Al sector informal, se les auxiliará con alimentos a fin de que se confinen a sus casas mientras pasa la contingencia.

Sin crisis no hay méritos, establece una de las interpretaciones a la cita del científico autor de la Teoría de la Relatividad, lo cual aplica indudablemente lo mismo para las autoridades responsables de que se lleven a cabo las acciones necesarias tendientes a mitigar las repercusiones de la pandemia en el conglomerado social, que a cada uno de los integrantes de la sociedad, para cumplir con lo que por ahora son recomendaciones, pero que se pueden convertir en obligaciones en caso de que los resultados sean los menos deseados.

En tal contexto, es controversial la actitud asumida por el presidente de la República, al continuar con la celebración de actos públicos en los que tiene proximidad con miles de personas, mientras que las autoridades sanitarias piden la suspensión de los eventos masivos, y que se aplique el sano distanciamiento social.

“La salud no tiene precio, y el que la arriesga es un necio”, dice con sabiduría el refranero popular, y que le queda a la medida a la postura del jefe de la nación, quien se expone, de manera innecesaria, dicen muchos, a contagiarse del coronavirus, con el peligro de convertirse en portador para contaminar con quienes convive a diario. Por su investidura, se trata de un problema de salud pública.

Es entendible el mensaje de valor que quiere mandar el Presidente de la República, con el objetivo de que los millones de mexicanos no se “apaniquen” ante la pandemia, sin que ello quiera decir que no sean atendidas las recomendaciones de los especialistas en epidemiología. Y sobre todo que no se paralice la actividad económica, lo que podría ser más perjudicial.

Pero con su ejemplo, también llama que al no temer al daño del virus, se haga caso omiso a las medidas que por ahora son lineamientos dictados desde la Organización Mundial de la Salud, basados en los protocolos epidemiológicos, pero que de ser necesario, se tendrían que atender aunque fuera de manera coercitiva.

Estamos ante una incongruencia de comunicación por parte del primer Mandatario, de quien no se duda la buena intención de exhortar a no dejarse llevar por el miedo, pero que finalmente no lo ha proyectado como es debido. Y lo peor es que el mal ejemplo cunde.

De ahí la importancia que asuman los gobernantes locales, como es el caso de Durango, donde afortunadamente se cuenta con un titular del Ejecutivo estatal, con sensibilidad para dirigir y encausar las medidas que dictan los epidemiólogos para enfrentar la pandemia del coronavirus. No ha sido omiso, pero tampoco ha exagerado.

De acuerdo a comentarios de algunos de sus cercanos, el Mandatario estatal sigue de cerca el comportamiento del coronavirus, y dicta las órdenes pertinentes, inclusive, adelantándose a los lineamientos sanitarios, para que los duranguenses resulten lo menos afectados por la epidemia. Y se hace escuchar lo mismo de sus colaboradores, que de los presidentes municipales, quienes lo reflejan con acciones en sus respectivos territorios y competencias.

En el caso de los legisladores, tanto federales como locales, también se requiere su labor para hacer conciencia en sus representados sobre la necesidad de acatar las recomendaciones. Destaca Esteban Villegas Villarreal, que a través de redes sociales explica la magnitud del problema y precisa las medidas de higiene que se deben aplicar.

Para quienes no han dimensionado el problema de salud que representa la pandemia del Covid-19, aún están a tiempo de enmendar posturas, y acatar como obligación las líneas de acción sanitarias dictados por los epidemiólogos del mundo, a fin de que en Durango los efectos sean menos devastadores de los que ya sufren otros en países como Italia y España. “La salud no es conocida, hasta que es perdida”, reza otro conocido refrán.

Pero también se vaticinan damnificados políticos y económicos de la contingencia provocada por la pandemia, en función de la actuación exagerada, omisa o ausente que registren “los servidores”, e incluso, empresarios, durante el problema.