/ domingo 23 de diciembre de 2018

Crónica de un presidente municipal reactivo ante los cuestionamientos


No tuvo empacho en reprocharle el fracaso del cambio y poner al descubierto el pleito que ambos habían negado. Por fin las máscaras rodaron y el tiempo nos dirá cuál rostro será más vulnerable ante la luz de la verdad.

En estos días algunos medios impresos y electrónicos, han dado especial cobertura a esta temática. En la mayoría de los casos se podría decir que se trata de una postura interesada, que parte de un plan preconcebido para denostar al alcalde, por el agravio sufrido al presupuesto para promover su imagen. Quizás así lo sea, pero ello no implica que dicho tema pueda ser analizado desde otro punto de vista.

En lo personal, no soy de los que se suman al montón para apedrear al pecador, ni tampoco de los que se acercan al río revuelto para lanzar la red vulgar del oportunismo y flotar en el cieno de forma inescrupulosa para pescar en aguas nauseabundas.

De ahí que me había propuesto no opinar ni para bien ni para mal, sobre el conflicto que ha puesto de cabeza a la administración del doctor José Ramón Enríquez Herrera. Pero las circunstancias mediáticas desproporcionadas en su contra, me han obligado a pensar diferente, sonsacado por el sentido errático de que en este conflicto el galeno le apuesta a la victimización, sin reparar en que el juicio de sus opiniones ya le dieron esa gracia, sin que la necesite, porque el alcalde, no es de los que ponen la otra mejilla.

Y no la pone porque sabe que sus adversarios no son caballeros, de hacerlo le seguirían pegando hasta derribarlo anticipadamente y gozar el privilegio de haberse hecho justicia por su propia mano. De allí la reacción legítima del acusado de levantar la guardia y defender el honor a muerte, porque sabe que la inquisición no cuestiona ni castiga a los culpables.

Los errores en todos lados se cometen y en el caso que nos ocupa, sus detractores le apuestan a ganar en esa competencia a la que de motu proprio le han entrado, seguros de que el tema de José Ramón da mucho de qué hablar, bajo la mentalidad de desprestigiarlo y debilitarlo anímicamente, sin reparar, en que toda esa propaganda al edil le viene como traje a la medida, porque los decires que lo han linchado en los medios son los mismos que aprovechan sus seguidores para acudir moralmente a su rescate.

Es cierto que la soberbia en su desgracia no tiene consuelo. Pero en el caso del presidente municipal, aún padeciéndola, le sobra inteligencia para despistarla y hacer de ella la virtud que a muchos mueve y conmueve y cómo negar que pese al peso de sus enemigos, allí está el apoyo incondicional de sus seguidores y colaboradores, gracias al encono mediático al que mucho tiene que agradecer desde su trinchera, porque dicho bastión se fortalece con “el hablen de mí, aunque sea mal, pero hablen”.

José Ramón sabe que “lo que resiste apoya” y su trayectoria está templada en el conflicto y la perseverancia. Así que, recordar al gobernador las batallas que han librado juntos no fue para pedirle frías y esperar clemencia, sino para demostrar a propios y extraños que por encima de su soberbia, también sabe ser humilde, pero sin poner en entredicho el honor de su palabra para decir las cosas como son.

Porque entiende que el oficio de un ciudadano bien nacido, parte del compromiso de llamar a las cosas por su nombre. De descubrir la verdad aunque haya tantos empeñados en esconderla. De decir a los corruptos que lo han sido; de desenmascarar a los simuladores y exhibir el maquillaje real que portan; de decir a los abusivos que deberían dejar de serlo; de decir a quienes han saqueado al estado que no tienen derecho a seguir haciéndolo; de mirar a Durango como la casa de todos y no propiedad de unos cuantos que siempre se han enriquecido a costa de la miseria de las mayorías.

De allí que se le condene por irreverente y todos los adjetivos que a éste quieran agregarle. Pero de una cosa estoy seguro, que jamás podrán decir que es echado para atrás y menos ahora que ya logró que cayeran en su juego todos aquellos que lo han señalado con el índice flamígero, por el agravio a los recursos públicos para promover su imagen, la que esta vez gratuitamente se ha visto arropada por docenas de páginas, superada quizás por diez veces a las utilizadas en el origen del conflicto.

Esa guerra mediática podría doblarlo pero no rendirlo. Atrincherado en la confianza de aquellos que dicen quererlo; de aquellos que en su ira le gritan: ¡No estás solo! ; de aquellos que exigen respeto a su presidente y depositan su firma en contra del desafuero; de aquellos que respaldan sus victorias contra aquellas opiniones que quieren convertirlas en derrotas; de aquellos que se ufanan de sus triunfos, ante los traidores que quieren transformarlos en fracasos. En fin, de aquellos que no están dispuestos a que invaliden los derechos del edil, sólo por temor a que quiera reelegirse.

En la marcha se escuchó el retumbo de los jóvenes dispuestos a dinamitar el ambiente político. Tumbar la casa de todos, si es necesario, aunque dentro de ella se asfixie la prudencia. Y como esposas ofendidas las huestes enriquistas no agacharon la cabeza ni ocultaron el rostro tras las pancartas y estoicamente soportaron las inclemencias climáticas, porque era el momento de demostrar que nada los detendrá.

Se aferran a la inamovilidad del doctor Enríquez y se niegan a pensar en algún sustituto. De allí que no sea posible la moderación dado el momento que vive Durango. En corrillos repetían unos y otros no queremos un presidente tibio, modosito, dócil. De ahí que se deduzca que prefieren al que reacciona al primer golpe y no pone la otra mejilla para simular nobleza y posteriormente a la mala cobrar venganza.

Pero la joya de la corona de estos andares, sin duda, fue la rueda de prensa que un día después de la marcha ofreció el alcalde, donde sin protocolos de cortesía ni consideraciones políticas arremetió contra el gobernador, señalándolo como el responsable de toda la parafernalia persecutoria que se ha orquestado en su contra.

No tuvo empacho en reprocharle el fracaso del cambio y poner al descubierto el pleito que ambos habían negado. Por fin las máscaras rodaron y el tiempo nos dirá cuál rostro será más vulnerable ante la luz de la verdad.

En esta partida pareciera que se están jugando el todo por el todo y los analistas aseguran que el póker de ases lo tiene el adversario. Yo no estaría tan seguro, dados los blofs que ambos han utilizado. Lo cierto es que al margen del resultado el vencedor aún ganando perderá. Y al tiempo.


No tuvo empacho en reprocharle el fracaso del cambio y poner al descubierto el pleito que ambos habían negado. Por fin las máscaras rodaron y el tiempo nos dirá cuál rostro será más vulnerable ante la luz de la verdad.

En estos días algunos medios impresos y electrónicos, han dado especial cobertura a esta temática. En la mayoría de los casos se podría decir que se trata de una postura interesada, que parte de un plan preconcebido para denostar al alcalde, por el agravio sufrido al presupuesto para promover su imagen. Quizás así lo sea, pero ello no implica que dicho tema pueda ser analizado desde otro punto de vista.

En lo personal, no soy de los que se suman al montón para apedrear al pecador, ni tampoco de los que se acercan al río revuelto para lanzar la red vulgar del oportunismo y flotar en el cieno de forma inescrupulosa para pescar en aguas nauseabundas.

De ahí que me había propuesto no opinar ni para bien ni para mal, sobre el conflicto que ha puesto de cabeza a la administración del doctor José Ramón Enríquez Herrera. Pero las circunstancias mediáticas desproporcionadas en su contra, me han obligado a pensar diferente, sonsacado por el sentido errático de que en este conflicto el galeno le apuesta a la victimización, sin reparar en que el juicio de sus opiniones ya le dieron esa gracia, sin que la necesite, porque el alcalde, no es de los que ponen la otra mejilla.

Y no la pone porque sabe que sus adversarios no son caballeros, de hacerlo le seguirían pegando hasta derribarlo anticipadamente y gozar el privilegio de haberse hecho justicia por su propia mano. De allí la reacción legítima del acusado de levantar la guardia y defender el honor a muerte, porque sabe que la inquisición no cuestiona ni castiga a los culpables.

Los errores en todos lados se cometen y en el caso que nos ocupa, sus detractores le apuestan a ganar en esa competencia a la que de motu proprio le han entrado, seguros de que el tema de José Ramón da mucho de qué hablar, bajo la mentalidad de desprestigiarlo y debilitarlo anímicamente, sin reparar, en que toda esa propaganda al edil le viene como traje a la medida, porque los decires que lo han linchado en los medios son los mismos que aprovechan sus seguidores para acudir moralmente a su rescate.

Es cierto que la soberbia en su desgracia no tiene consuelo. Pero en el caso del presidente municipal, aún padeciéndola, le sobra inteligencia para despistarla y hacer de ella la virtud que a muchos mueve y conmueve y cómo negar que pese al peso de sus enemigos, allí está el apoyo incondicional de sus seguidores y colaboradores, gracias al encono mediático al que mucho tiene que agradecer desde su trinchera, porque dicho bastión se fortalece con “el hablen de mí, aunque sea mal, pero hablen”.

José Ramón sabe que “lo que resiste apoya” y su trayectoria está templada en el conflicto y la perseverancia. Así que, recordar al gobernador las batallas que han librado juntos no fue para pedirle frías y esperar clemencia, sino para demostrar a propios y extraños que por encima de su soberbia, también sabe ser humilde, pero sin poner en entredicho el honor de su palabra para decir las cosas como son.

Porque entiende que el oficio de un ciudadano bien nacido, parte del compromiso de llamar a las cosas por su nombre. De descubrir la verdad aunque haya tantos empeñados en esconderla. De decir a los corruptos que lo han sido; de desenmascarar a los simuladores y exhibir el maquillaje real que portan; de decir a los abusivos que deberían dejar de serlo; de decir a quienes han saqueado al estado que no tienen derecho a seguir haciéndolo; de mirar a Durango como la casa de todos y no propiedad de unos cuantos que siempre se han enriquecido a costa de la miseria de las mayorías.

De allí que se le condene por irreverente y todos los adjetivos que a éste quieran agregarle. Pero de una cosa estoy seguro, que jamás podrán decir que es echado para atrás y menos ahora que ya logró que cayeran en su juego todos aquellos que lo han señalado con el índice flamígero, por el agravio a los recursos públicos para promover su imagen, la que esta vez gratuitamente se ha visto arropada por docenas de páginas, superada quizás por diez veces a las utilizadas en el origen del conflicto.

Esa guerra mediática podría doblarlo pero no rendirlo. Atrincherado en la confianza de aquellos que dicen quererlo; de aquellos que en su ira le gritan: ¡No estás solo! ; de aquellos que exigen respeto a su presidente y depositan su firma en contra del desafuero; de aquellos que respaldan sus victorias contra aquellas opiniones que quieren convertirlas en derrotas; de aquellos que se ufanan de sus triunfos, ante los traidores que quieren transformarlos en fracasos. En fin, de aquellos que no están dispuestos a que invaliden los derechos del edil, sólo por temor a que quiera reelegirse.

En la marcha se escuchó el retumbo de los jóvenes dispuestos a dinamitar el ambiente político. Tumbar la casa de todos, si es necesario, aunque dentro de ella se asfixie la prudencia. Y como esposas ofendidas las huestes enriquistas no agacharon la cabeza ni ocultaron el rostro tras las pancartas y estoicamente soportaron las inclemencias climáticas, porque era el momento de demostrar que nada los detendrá.

Se aferran a la inamovilidad del doctor Enríquez y se niegan a pensar en algún sustituto. De allí que no sea posible la moderación dado el momento que vive Durango. En corrillos repetían unos y otros no queremos un presidente tibio, modosito, dócil. De ahí que se deduzca que prefieren al que reacciona al primer golpe y no pone la otra mejilla para simular nobleza y posteriormente a la mala cobrar venganza.

Pero la joya de la corona de estos andares, sin duda, fue la rueda de prensa que un día después de la marcha ofreció el alcalde, donde sin protocolos de cortesía ni consideraciones políticas arremetió contra el gobernador, señalándolo como el responsable de toda la parafernalia persecutoria que se ha orquestado en su contra.

No tuvo empacho en reprocharle el fracaso del cambio y poner al descubierto el pleito que ambos habían negado. Por fin las máscaras rodaron y el tiempo nos dirá cuál rostro será más vulnerable ante la luz de la verdad.

En esta partida pareciera que se están jugando el todo por el todo y los analistas aseguran que el póker de ases lo tiene el adversario. Yo no estaría tan seguro, dados los blofs que ambos han utilizado. Lo cierto es que al margen del resultado el vencedor aún ganando perderá. Y al tiempo.