/ sábado 5 de junio de 2021

Cruzada por los niños víctimas inocentes de agresión

El 4 de junio de cada año se conmemora el Día Internacional de los Niños Víctimas Inocentes de Agresión, lo cual fue determinado el 19 de agosto de 1982 por la Asamblea General de las Naciones Unidas (AG), lo cual tiene como propósito “reconocer el dolor que sufren los niños en todo el mundo que son víctimas de maltratos físicos, mentales y emocionales”. Asimismo, “este día también reafirma el compromiso de las Naciones Unidas de proteger los derechos del niño”.

“Siempre hay un momento en la infancia cuando la puerta se abre y deja entrar al futuro”

Se trata de un acontecimiento importante en la agenda mundial de los derechos humanos, pues el interés superior del menor se pone en entredicho cuando la comunidad internacional y los Estados nacionales individualmente considerados, por acción u omisión, conculcan el libre desarrollo de la personalidad de niñas, niños y adolescentes, por lo que en el marco de su celebración debe tener verificativo un cúmulo plural de propuestas y resultados concretos en aras de minimizar dicha conculcación.

Ya desde el 20 de febrero de 1997 se había aprobado la Resolución 51/77 de la AG, misma que enfatizó la necesidad de proteger a los niños en contextos como el abandono, la situación de calle, la explotación económica y sexual -en temas como pornografía, prostitución infantil o venta de órganos-, las enfermedades, el refugio y el desplazamiento, la prisión, los conflictos armados, el infanticidio, el hambre, la sequía y otras emergencias.

Este último punto mencionado adquiere una especial relevancia en razón de la pandemia que estamos viviendo en la actualidad, pues aunque la Organización Mundial de la Salud ha dicho que vacunar a las y los menores de edad no es una prioridad, alguna organización no gubernamental como lo es KidsRights ha referido que los derechos de niñas, niños y adolescentes han sido vulnerados gravemente por el nuevo coronavirus, incluso con el riesgo evidente de que vivan una “catástrofe generacional”.

Lo dicho implica entonces que aunque el Covid-19 no afecta tan gravemente a la niñez de forma directa, sí lo hace a través de otras vías, por ejemplo en aspectos como el aprovechamiento escolar, la salud mental o el ya aludido libre desarrollo de la personalidad. Por eso es que una efeméride como el Día Internacional de los Niños Víctimas Inocentes de Agresión se pone de relieve de manera muy particular.

Asimismo, y por mencionar sólo algunos ejemplos como el uso militar de niños, nos damos cuenta de que hay claroscuros en cuanto al desarrollo de las y los menores de edad a escala planetaria. Los niños soldados, que tienen su propia conmemoración en Naciones Unidas cada 12 de febrero, constatan las vicisitudes y amplios espectros de los menores víctimas inocentes de agresión.

Es por ello que tendría que haber un compromiso y una responsabilidad internacional por parte de todos los intervinientes sociales, en aras de asegurar un futuro mejor para aquellas niñas, niños y adolescentes cuyos panoramas lucen más bien sombríos. La pobreza, la guerra, la desigualdad o la discriminación, asimismo, son otros tópicos que entran en la ecuación y que no pueden perderse de vista. Si la globalización trae consigo cosas positivas, deberíamos empezar por proteger a sectores vulnerables como los menores de edad. De lo contrario, habremos perdido oportunidades históricas en pos del desarrollo y tendremos parte de la responsabilidad. Así la cuestión

El 4 de junio de cada año se conmemora el Día Internacional de los Niños Víctimas Inocentes de Agresión, lo cual fue determinado el 19 de agosto de 1982 por la Asamblea General de las Naciones Unidas (AG), lo cual tiene como propósito “reconocer el dolor que sufren los niños en todo el mundo que son víctimas de maltratos físicos, mentales y emocionales”. Asimismo, “este día también reafirma el compromiso de las Naciones Unidas de proteger los derechos del niño”.

“Siempre hay un momento en la infancia cuando la puerta se abre y deja entrar al futuro”

Se trata de un acontecimiento importante en la agenda mundial de los derechos humanos, pues el interés superior del menor se pone en entredicho cuando la comunidad internacional y los Estados nacionales individualmente considerados, por acción u omisión, conculcan el libre desarrollo de la personalidad de niñas, niños y adolescentes, por lo que en el marco de su celebración debe tener verificativo un cúmulo plural de propuestas y resultados concretos en aras de minimizar dicha conculcación.

Ya desde el 20 de febrero de 1997 se había aprobado la Resolución 51/77 de la AG, misma que enfatizó la necesidad de proteger a los niños en contextos como el abandono, la situación de calle, la explotación económica y sexual -en temas como pornografía, prostitución infantil o venta de órganos-, las enfermedades, el refugio y el desplazamiento, la prisión, los conflictos armados, el infanticidio, el hambre, la sequía y otras emergencias.

Este último punto mencionado adquiere una especial relevancia en razón de la pandemia que estamos viviendo en la actualidad, pues aunque la Organización Mundial de la Salud ha dicho que vacunar a las y los menores de edad no es una prioridad, alguna organización no gubernamental como lo es KidsRights ha referido que los derechos de niñas, niños y adolescentes han sido vulnerados gravemente por el nuevo coronavirus, incluso con el riesgo evidente de que vivan una “catástrofe generacional”.

Lo dicho implica entonces que aunque el Covid-19 no afecta tan gravemente a la niñez de forma directa, sí lo hace a través de otras vías, por ejemplo en aspectos como el aprovechamiento escolar, la salud mental o el ya aludido libre desarrollo de la personalidad. Por eso es que una efeméride como el Día Internacional de los Niños Víctimas Inocentes de Agresión se pone de relieve de manera muy particular.

Asimismo, y por mencionar sólo algunos ejemplos como el uso militar de niños, nos damos cuenta de que hay claroscuros en cuanto al desarrollo de las y los menores de edad a escala planetaria. Los niños soldados, que tienen su propia conmemoración en Naciones Unidas cada 12 de febrero, constatan las vicisitudes y amplios espectros de los menores víctimas inocentes de agresión.

Es por ello que tendría que haber un compromiso y una responsabilidad internacional por parte de todos los intervinientes sociales, en aras de asegurar un futuro mejor para aquellas niñas, niños y adolescentes cuyos panoramas lucen más bien sombríos. La pobreza, la guerra, la desigualdad o la discriminación, asimismo, son otros tópicos que entran en la ecuación y que no pueden perderse de vista. Si la globalización trae consigo cosas positivas, deberíamos empezar por proteger a sectores vulnerables como los menores de edad. De lo contrario, habremos perdido oportunidades históricas en pos del desarrollo y tendremos parte de la responsabilidad. Así la cuestión