/ sábado 9 de enero de 2021

Cuando no se desea ver, nos declaramos ciegos

Al unirse el hombre buscando progreso requirió de orden y disciplina y con ello regular el comportamiento de los individuos, siendo menester cumplir con diversos tipos de normas: Las jurídicas, que impone el Estado y sanciona en caso de incumplimiento. Las morales, que son las dictadas por la consciencia, de conformidad a los valores morales que se desarrollan en la familia, en grupos, religión, escuela, etc. Las religiosas, que se encuentran determinadas por la interpretación que hace cada comunidad de las sagradas escrituras. Y, las normas sociales, que están ligadas a las morales y se fundamentan en el respeto hacia los demás y la armonía en la convivencia de los valores morales y culturales.

Con motivo de la pandemia, cuyas consecuencias son de cuidado, por las muertes causadas, más pobreza, más hambre, creciente inquietud en el mundo, la brutalidad del confinamiento y una crisis múltiple, mundialmente fueron creadas las normas sociales para soportar y combatir este periodo de pandemia, tales como: El saludo oriental; la sana distancia; desinfección de dinero, productos, etc., e indispensable usar cubrebocas entre otras cosas. Sólo que, el poder mesiánico de algunos líderes mundiales como Trump, Putin, Xi Jinping y nada más y nada menos que López Obrador, se han negado a utilizar el cubrebocas a pesar de las recomendaciones internacionales y como parte de las normas sociales que así lo exigen.

El secretario de Salud y el subsecretario hacen lo que diga su jefe, tenga o no tenga la razón, y son incapaces de contradecir a personas cargadas de paranoia y tanta soberbia, que el mismo Gatell indicó algo ridículo y arrastrado, al no querer usar su patrón el cubrebocas, que: “La fuerza del presidente es moral y no de contagio”, lo que le valió tremendo elogio del presidente recientemente, quien mencionó en su favor que: “Ha sido de mucha ayuda la de Hugo López-Gatell, es un funcionario ejemplar. No creo que haya un funcionario en el mundo con esas características”. Alguien que desconozco respondió en las redes sociales lo siguiente: “Tal y como lo dice AMLO, así es; no hay nadie igual en el mundo como Gatell, arrastrado, inepto, ignorante y florero.

Desde el inicio de la pandemia, el presidente se ha visto mundialmente mal por no seguir con lo señalado por las normas sociales y profesionales para atacarla, pues el 4 de marzo del 2020, dijo en su homilía que sí había que abrazarse, que no tenía nada de malo, y continuó repartiendo amor a cientos de personas en sus mítines propagandísticos. El momento culminante llegó cuando alzó en brazos a una niña y la besó ocho veces antes de encajarle tres mordiscos en la mejilla. Y en una de sus homilías dijo que su defensa ante la pandemia era la honestidad, mostrando las estampitas de unos santos.

Pero para los de su misma calaña, cualquier norma nunca las respetan, basta darnos cuenta los escándalos realizados por Fernández Noroña, negándose usar cubrebocas en el INE o en la Instalación de Asamblea Nacional de Venezuela. Arguyen que son libres y que debemos respetar su libertad, pero no están conscientes que la libertad de ellos termina donde comienza la nuestra. Nos piden respeto, pero ellos no nos respetan. Además, de todo lo malo, siempre tienen la culpa los neoliberales, los conservadores y sus adversarios, pero ellos van bien, no obstante, nefastos resultados en todo. Nos recomiendan quedarnos en casa y usar cubrebocas, pero ellos no lo hacen. Gatell, puede salir de vacaciones y no usa cubrebocas; no cabe duda que cuando la gente no quiere ver se declara ciega, como su mismo pueblo bueno y sabio, que todo les aplaude y hasta les dan la razón.

Al unirse el hombre buscando progreso requirió de orden y disciplina y con ello regular el comportamiento de los individuos, siendo menester cumplir con diversos tipos de normas: Las jurídicas, que impone el Estado y sanciona en caso de incumplimiento. Las morales, que son las dictadas por la consciencia, de conformidad a los valores morales que se desarrollan en la familia, en grupos, religión, escuela, etc. Las religiosas, que se encuentran determinadas por la interpretación que hace cada comunidad de las sagradas escrituras. Y, las normas sociales, que están ligadas a las morales y se fundamentan en el respeto hacia los demás y la armonía en la convivencia de los valores morales y culturales.

Con motivo de la pandemia, cuyas consecuencias son de cuidado, por las muertes causadas, más pobreza, más hambre, creciente inquietud en el mundo, la brutalidad del confinamiento y una crisis múltiple, mundialmente fueron creadas las normas sociales para soportar y combatir este periodo de pandemia, tales como: El saludo oriental; la sana distancia; desinfección de dinero, productos, etc., e indispensable usar cubrebocas entre otras cosas. Sólo que, el poder mesiánico de algunos líderes mundiales como Trump, Putin, Xi Jinping y nada más y nada menos que López Obrador, se han negado a utilizar el cubrebocas a pesar de las recomendaciones internacionales y como parte de las normas sociales que así lo exigen.

El secretario de Salud y el subsecretario hacen lo que diga su jefe, tenga o no tenga la razón, y son incapaces de contradecir a personas cargadas de paranoia y tanta soberbia, que el mismo Gatell indicó algo ridículo y arrastrado, al no querer usar su patrón el cubrebocas, que: “La fuerza del presidente es moral y no de contagio”, lo que le valió tremendo elogio del presidente recientemente, quien mencionó en su favor que: “Ha sido de mucha ayuda la de Hugo López-Gatell, es un funcionario ejemplar. No creo que haya un funcionario en el mundo con esas características”. Alguien que desconozco respondió en las redes sociales lo siguiente: “Tal y como lo dice AMLO, así es; no hay nadie igual en el mundo como Gatell, arrastrado, inepto, ignorante y florero.

Desde el inicio de la pandemia, el presidente se ha visto mundialmente mal por no seguir con lo señalado por las normas sociales y profesionales para atacarla, pues el 4 de marzo del 2020, dijo en su homilía que sí había que abrazarse, que no tenía nada de malo, y continuó repartiendo amor a cientos de personas en sus mítines propagandísticos. El momento culminante llegó cuando alzó en brazos a una niña y la besó ocho veces antes de encajarle tres mordiscos en la mejilla. Y en una de sus homilías dijo que su defensa ante la pandemia era la honestidad, mostrando las estampitas de unos santos.

Pero para los de su misma calaña, cualquier norma nunca las respetan, basta darnos cuenta los escándalos realizados por Fernández Noroña, negándose usar cubrebocas en el INE o en la Instalación de Asamblea Nacional de Venezuela. Arguyen que son libres y que debemos respetar su libertad, pero no están conscientes que la libertad de ellos termina donde comienza la nuestra. Nos piden respeto, pero ellos no nos respetan. Además, de todo lo malo, siempre tienen la culpa los neoliberales, los conservadores y sus adversarios, pero ellos van bien, no obstante, nefastos resultados en todo. Nos recomiendan quedarnos en casa y usar cubrebocas, pero ellos no lo hacen. Gatell, puede salir de vacaciones y no usa cubrebocas; no cabe duda que cuando la gente no quiere ver se declara ciega, como su mismo pueblo bueno y sabio, que todo les aplaude y hasta les dan la razón.