/ domingo 6 de febrero de 2022

Cuando se necesita al otro

Si bien se ha criticado a Occidente por su incesante injerencia en asuntos internacionales, se debe reconocer que la democratización de los derechos humanos es algo merecedor de cualquier individuo. Aunque a veces se olvidan algunas guerras por el enfoque temporal que se da a otras situaciones dentro del sistema internacional, la guerra civil de Siria sigue vigente. El malestar por el que ha pasado el pueblo sirio durante los últimos 11 años hoy parece incrementarse.

Se debe reconocer que a veces, las milicias e intereses nacionales de las potencias están con un ojo en el conflicto y otro en el juego geopolítico, pero recientemente ISIS parece enfocarles la mirada otra vez. Aunque su disolución se debió al desorden en sus finanzas, que eventualmente causaron su bancarrota, su resurgimiento se ha visto materializado en el ataque a la cárcel de Ghwayran. El grupo terrorista, durmiente en los últimos años, estalló una bomba cerca de la prisión mencionada con el objetivo de liberar a sus seguidores.

Entre el caos, humo y cenizas, las Fuerzas Democráticas de Siria, respaldadas por los Estados Unidos, mencionaron que después de la explosión los militantes de ISIS se adentraron a las instalaciones de la prisión. Una vez dentro comenzaron la quema de plástico, camas y otros objetos que pudieron encontrar para agravar la irrupción. Los líderes de la milicia afirmaron que su intención era liberar a todos los detenidos, pero para fortuna de sirios, iraquíes, kurdos, y a decir verdad, de todos, los yihadistas que lograron escapar fueron recapturados.

No obstante, el asalto al establecimiento de seguridad provocó el fallecimiento de 39 integrantes de las FDS. En 2019, con Donald Trump a la cabeza del Ejecutivo de Estados Unidos todavía, declaró a ISIS como derrotado, pero el Pentágono continuó al advertir que algunos se sus miembros seguían por operar bajo la sombra. Hoy se comprueba que los milicianos fundamentalistas siguen en pie para restaurar el califato y expulsar a Occidente de la región. Si bien se tienen detenidos aproximadamente 12,000 militantes de este grupo, las autoridades de Estados Unidos advierten que es una amenaza para la seguridad, no sólo de Siria o Irak, sino de toda la región.

Cabe señalar que, en este caso, aunque sí son importantes los intereses nacionales que las potencias occidentales tienen en la región, los derechos humanos de los sirios sí importan. Los campamentos dirigidos por ISIS son usados para la educación fundamentalista de niños y niñas. Mucho se puede decir sobre la situación geopolítico en el que Siria está inmerso, pero con este grupo terrorista al frente, el principio de la responsabilidad de proteger entra en juego. Los secuestros y asesinatos que los partidarios del Estado Islámico han hecho atentan contra la paz internacional pues éste no reconoce fronteras si se recuerdan los ataques en Niza y Berlín.

En cuanto al atentado en Ghwayran, Jake Sullivan, Consejero de Seguridad Nacional de EEUU, felicitó a las FDS y la Coalición por su audacia en recuperar la prisión pese al repentino ataque. Éste calificó como “barbarie” tal acto y afirmó que Washington permanece en alerta a cualquier señal de vida que ISIS pudiera dar. El cansancio de los contra-combatientes de la milicia terrorista hace ruido, pero con el armamento y el entrenamiento adecuado por lo menos logran sentir alguna esperanza.

No obstante, para el pueblo sirio el miedo y el trauma psicológico forman nombre y apellido para su insomnio. Son 11 años de voltear a ver de izquierda a derecha y viceversa. Se trata de evitar un resurgimiento de ISIS porque lo menos deseado es contar uno más en sus filas, pero la moral de las personas también se ve en picada. Hoy, sin lugar a duda, la ayuda de Occidente es imprescindible.

*Estudiante de Relaciones Internacionales en la Universidad Anáhuac en la Ciudad de México

Si bien se ha criticado a Occidente por su incesante injerencia en asuntos internacionales, se debe reconocer que la democratización de los derechos humanos es algo merecedor de cualquier individuo. Aunque a veces se olvidan algunas guerras por el enfoque temporal que se da a otras situaciones dentro del sistema internacional, la guerra civil de Siria sigue vigente. El malestar por el que ha pasado el pueblo sirio durante los últimos 11 años hoy parece incrementarse.

Se debe reconocer que a veces, las milicias e intereses nacionales de las potencias están con un ojo en el conflicto y otro en el juego geopolítico, pero recientemente ISIS parece enfocarles la mirada otra vez. Aunque su disolución se debió al desorden en sus finanzas, que eventualmente causaron su bancarrota, su resurgimiento se ha visto materializado en el ataque a la cárcel de Ghwayran. El grupo terrorista, durmiente en los últimos años, estalló una bomba cerca de la prisión mencionada con el objetivo de liberar a sus seguidores.

Entre el caos, humo y cenizas, las Fuerzas Democráticas de Siria, respaldadas por los Estados Unidos, mencionaron que después de la explosión los militantes de ISIS se adentraron a las instalaciones de la prisión. Una vez dentro comenzaron la quema de plástico, camas y otros objetos que pudieron encontrar para agravar la irrupción. Los líderes de la milicia afirmaron que su intención era liberar a todos los detenidos, pero para fortuna de sirios, iraquíes, kurdos, y a decir verdad, de todos, los yihadistas que lograron escapar fueron recapturados.

No obstante, el asalto al establecimiento de seguridad provocó el fallecimiento de 39 integrantes de las FDS. En 2019, con Donald Trump a la cabeza del Ejecutivo de Estados Unidos todavía, declaró a ISIS como derrotado, pero el Pentágono continuó al advertir que algunos se sus miembros seguían por operar bajo la sombra. Hoy se comprueba que los milicianos fundamentalistas siguen en pie para restaurar el califato y expulsar a Occidente de la región. Si bien se tienen detenidos aproximadamente 12,000 militantes de este grupo, las autoridades de Estados Unidos advierten que es una amenaza para la seguridad, no sólo de Siria o Irak, sino de toda la región.

Cabe señalar que, en este caso, aunque sí son importantes los intereses nacionales que las potencias occidentales tienen en la región, los derechos humanos de los sirios sí importan. Los campamentos dirigidos por ISIS son usados para la educación fundamentalista de niños y niñas. Mucho se puede decir sobre la situación geopolítico en el que Siria está inmerso, pero con este grupo terrorista al frente, el principio de la responsabilidad de proteger entra en juego. Los secuestros y asesinatos que los partidarios del Estado Islámico han hecho atentan contra la paz internacional pues éste no reconoce fronteras si se recuerdan los ataques en Niza y Berlín.

En cuanto al atentado en Ghwayran, Jake Sullivan, Consejero de Seguridad Nacional de EEUU, felicitó a las FDS y la Coalición por su audacia en recuperar la prisión pese al repentino ataque. Éste calificó como “barbarie” tal acto y afirmó que Washington permanece en alerta a cualquier señal de vida que ISIS pudiera dar. El cansancio de los contra-combatientes de la milicia terrorista hace ruido, pero con el armamento y el entrenamiento adecuado por lo menos logran sentir alguna esperanza.

No obstante, para el pueblo sirio el miedo y el trauma psicológico forman nombre y apellido para su insomnio. Son 11 años de voltear a ver de izquierda a derecha y viceversa. Se trata de evitar un resurgimiento de ISIS porque lo menos deseado es contar uno más en sus filas, pero la moral de las personas también se ve en picada. Hoy, sin lugar a duda, la ayuda de Occidente es imprescindible.

*Estudiante de Relaciones Internacionales en la Universidad Anáhuac en la Ciudad de México

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