/ viernes 12 de julio de 2019

Cunde en nuestro país la anomia

Teniendo como ejemplo a un presidente que ordena violar la Constitución, que le renuncien sus principales colaboradores, por tomar decisiones de política pública sin el suficiente sustento, (señalado por el exsecretario de Hacienda), además de consentidor de que, en el estado de Baja California violen los diputados la constitución, extendiendo el término del mandato del gobernador electo, para el que fue votado; ¿Qué se puede esperar de la demás ciudadanía que viola constantemente todas las leyes?

Efectivamente, mientras en otros países prevalece el fomentar un criterio para un bien común, en nuestro pueblo bueno y sabio, aún prevalece la mala educación y desde el tirar la basura en la calle, hasta delinquir por cualquier nimiedad. Mientras en otros países los gobiernos venden las bolsas de basura a precios considerables y si se llega alguien a usar algún otro recipiente, en lugar de las bolsas que el gobierno dispone para ellos, las multas son aún más colosales, en nuestro pueblo bueno y sabio, las extraen de sus domicilios en los primeros depósitos que encuentren dejándolos abandonados en la banqueta del vecino, no obstante llueva, las desparramen los perros y las banquetas y calles queden impregnadas de basura, del daño que se cause, los accidentes o enfermedades que se ocasionen son parte de la indolencia que caracteriza al pueblo bueno y sabio.

Si somos irresponsables estacionando nuestros vehículos en doble o triple fila, incluso con el consentimiento de las autoridades que hasta ellas mismas lo hacen en los merenderos públicos, ¿qué podemos esperar de todas aquellas multitudes de leyes que existen, que hasta los mismos legisladores desconocen y violan cotidianamente? Increíble que en un estado como Baja California, los mismos legisladores violen su constitución cambiando por sus pistolas el periodo del gobernador que eligieron para dos años.

Claramente en las entrevistas de nuestros legisladores elegidos por el pueblo bueno y sabio, además de la ignorancia de nuestras normas, también se irradia su escasa cultura y educación. Por señalar un ejemplo, constatemos las declaraciones de Salgado Macedonio, que apuntaba que, como senadores de la república podían desaparecer al Poder Judicial de la Federación. Esto no lo puede decir más que un perfecto inculto analfabeta, ignorante y mediocre, que claro, fue electo por el pueblo bueno y sabio y que ha hecho que nuestro país sea considerado como anómico.

Anomia, significa la ausencia de normas en la sociedad, situación que forzosamente conducirá a conductas infractoras. La anomia es un estado de vacío de normas morales, motivado por la crisis de la sociedad, no obstante que las leyes existan, si no se conocen y no se acatan, existe el vacío de normas morales.

Esta palabra que proviene del griego de: “alfa privativa” y de “nomos” ley, o sea “sin norma”, puede conceptuarse en dos acepciones: al referirse al desorden neuropsicológico caracterizado para recordar los nombres de las cosas, o bien, a la falta de normas o incapacidad de la estructura social de proveer a ciertos individuos lo necesario para lograr las metas de la sociedad.

De modo que se puede atender desde el punto de vista psicológico y desde una visión sociológica, definiéndose en este segundo término como: el conjunto de situaciones que derivan de la carencia de normas sociales o de su degradación.

El filósofo y jurista argentino Carlos Santiago Nino, en su obra intitulada “Un país al Margen de la Ley”, relata respecto a la sociedad argentina una serie de conductas anómicas, mencionado la forma en que se transita por los espacios públicos y la naturalidad que tienen las personas para evadir todo tipo de responsabilidades cívicas.

Refiere el citado filósofo, la especulación del pueblo por la evasión de impuestos, la contaminación del ambiente, la marcada corrupción, acudir a favor de la ilegalidad, a la que Nino señala como falta de respeto a las normas y concluye que el factor anómico opera por sí mismo en la generación de niveles bajos de eficiencia y productividad.

Con suma tristeza nos damos cuenta que en nuestro país, tenemos todas esas características citadas por Nino, con relación al pueblo argentino, y no nada más en las clases bajas, sino en toda la sociedad, y también que la tendencia de nuestro pueblo es de ir en contra de la ley, violando la Constitución y poniendo el ejemplo el presidente y los legisladores. Pero si es el caso de los gobernados, su principal deseo es hacer todo lo que se pueda sin cumplir con ningún requisito legal, tratar evadir impuestos, contaminar en todo momento, y por cuanto a la corrupción se encuentra en todos los ámbitos, constantemente se sigue fomentando. Pero si nos referimos a quienes crean las leyes o su servicio es hacerlas cumplir, sabemos que las desconocen hasta en lo más elemental, las burlan ya sea por ególatras soberbios y saberse omnipotentes, supremos y soberanos, se corrompen manifiestamente, lo que ocasiona que el gobernador desacate aún más las normas establecidas debido al mal ejemplo que le marcan los que supuestamente crean las leyes o están para hacerlas cumplir. En nuestro país existen excesivas leyes, incluso los candidatos a legisladores señalan que, al llegar a su escaño, crearán más leyes, pero estoy seguro que ni siquiera conocen las existentes, además de no saberlas interpretar, mucho menos hacerlas cumplir. Después nos aclara el presidente que él viola las leyes por ser injustas.

A pesar de que sabemos del beneficio de las normas creadas para un mejor crecimiento social, el pueblo se empeña en no acatarlas, pero también los legisladores en crearlas para impresionar, sin ninguna técnica jurídica para su aplicación y, aunque no sirvan de momento para nada. Mucha razón existe en lo pronunciado por Benjamín Disrael, al referir: “Cuando los hombres son puros, las leyes están de más. Cuando son corruptos, las leyes sirven para ser violadas”. ¿Será también que nuestra naturaleza se empeña en desconocerlas, y no acatarlas?, quedándonos como saco a la medida a muchos de los mexicanos la frase de William Milonoff:- “Las leyes se hicieron para nosotros, pero nosotros no estamos hechos para las leyes”.

Teniendo como ejemplo a un presidente que ordena violar la Constitución, que le renuncien sus principales colaboradores, por tomar decisiones de política pública sin el suficiente sustento, (señalado por el exsecretario de Hacienda), además de consentidor de que, en el estado de Baja California violen los diputados la constitución, extendiendo el término del mandato del gobernador electo, para el que fue votado; ¿Qué se puede esperar de la demás ciudadanía que viola constantemente todas las leyes?

Efectivamente, mientras en otros países prevalece el fomentar un criterio para un bien común, en nuestro pueblo bueno y sabio, aún prevalece la mala educación y desde el tirar la basura en la calle, hasta delinquir por cualquier nimiedad. Mientras en otros países los gobiernos venden las bolsas de basura a precios considerables y si se llega alguien a usar algún otro recipiente, en lugar de las bolsas que el gobierno dispone para ellos, las multas son aún más colosales, en nuestro pueblo bueno y sabio, las extraen de sus domicilios en los primeros depósitos que encuentren dejándolos abandonados en la banqueta del vecino, no obstante llueva, las desparramen los perros y las banquetas y calles queden impregnadas de basura, del daño que se cause, los accidentes o enfermedades que se ocasionen son parte de la indolencia que caracteriza al pueblo bueno y sabio.

Si somos irresponsables estacionando nuestros vehículos en doble o triple fila, incluso con el consentimiento de las autoridades que hasta ellas mismas lo hacen en los merenderos públicos, ¿qué podemos esperar de todas aquellas multitudes de leyes que existen, que hasta los mismos legisladores desconocen y violan cotidianamente? Increíble que en un estado como Baja California, los mismos legisladores violen su constitución cambiando por sus pistolas el periodo del gobernador que eligieron para dos años.

Claramente en las entrevistas de nuestros legisladores elegidos por el pueblo bueno y sabio, además de la ignorancia de nuestras normas, también se irradia su escasa cultura y educación. Por señalar un ejemplo, constatemos las declaraciones de Salgado Macedonio, que apuntaba que, como senadores de la república podían desaparecer al Poder Judicial de la Federación. Esto no lo puede decir más que un perfecto inculto analfabeta, ignorante y mediocre, que claro, fue electo por el pueblo bueno y sabio y que ha hecho que nuestro país sea considerado como anómico.

Anomia, significa la ausencia de normas en la sociedad, situación que forzosamente conducirá a conductas infractoras. La anomia es un estado de vacío de normas morales, motivado por la crisis de la sociedad, no obstante que las leyes existan, si no se conocen y no se acatan, existe el vacío de normas morales.

Esta palabra que proviene del griego de: “alfa privativa” y de “nomos” ley, o sea “sin norma”, puede conceptuarse en dos acepciones: al referirse al desorden neuropsicológico caracterizado para recordar los nombres de las cosas, o bien, a la falta de normas o incapacidad de la estructura social de proveer a ciertos individuos lo necesario para lograr las metas de la sociedad.

De modo que se puede atender desde el punto de vista psicológico y desde una visión sociológica, definiéndose en este segundo término como: el conjunto de situaciones que derivan de la carencia de normas sociales o de su degradación.

El filósofo y jurista argentino Carlos Santiago Nino, en su obra intitulada “Un país al Margen de la Ley”, relata respecto a la sociedad argentina una serie de conductas anómicas, mencionado la forma en que se transita por los espacios públicos y la naturalidad que tienen las personas para evadir todo tipo de responsabilidades cívicas.

Refiere el citado filósofo, la especulación del pueblo por la evasión de impuestos, la contaminación del ambiente, la marcada corrupción, acudir a favor de la ilegalidad, a la que Nino señala como falta de respeto a las normas y concluye que el factor anómico opera por sí mismo en la generación de niveles bajos de eficiencia y productividad.

Con suma tristeza nos damos cuenta que en nuestro país, tenemos todas esas características citadas por Nino, con relación al pueblo argentino, y no nada más en las clases bajas, sino en toda la sociedad, y también que la tendencia de nuestro pueblo es de ir en contra de la ley, violando la Constitución y poniendo el ejemplo el presidente y los legisladores. Pero si es el caso de los gobernados, su principal deseo es hacer todo lo que se pueda sin cumplir con ningún requisito legal, tratar evadir impuestos, contaminar en todo momento, y por cuanto a la corrupción se encuentra en todos los ámbitos, constantemente se sigue fomentando. Pero si nos referimos a quienes crean las leyes o su servicio es hacerlas cumplir, sabemos que las desconocen hasta en lo más elemental, las burlan ya sea por ególatras soberbios y saberse omnipotentes, supremos y soberanos, se corrompen manifiestamente, lo que ocasiona que el gobernador desacate aún más las normas establecidas debido al mal ejemplo que le marcan los que supuestamente crean las leyes o están para hacerlas cumplir. En nuestro país existen excesivas leyes, incluso los candidatos a legisladores señalan que, al llegar a su escaño, crearán más leyes, pero estoy seguro que ni siquiera conocen las existentes, además de no saberlas interpretar, mucho menos hacerlas cumplir. Después nos aclara el presidente que él viola las leyes por ser injustas.

A pesar de que sabemos del beneficio de las normas creadas para un mejor crecimiento social, el pueblo se empeña en no acatarlas, pero también los legisladores en crearlas para impresionar, sin ninguna técnica jurídica para su aplicación y, aunque no sirvan de momento para nada. Mucha razón existe en lo pronunciado por Benjamín Disrael, al referir: “Cuando los hombres son puros, las leyes están de más. Cuando son corruptos, las leyes sirven para ser violadas”. ¿Será también que nuestra naturaleza se empeña en desconocerlas, y no acatarlas?, quedándonos como saco a la medida a muchos de los mexicanos la frase de William Milonoff:- “Las leyes se hicieron para nosotros, pero nosotros no estamos hechos para las leyes”.