Palmo a palmo la rectoría de Rubén Solís Ríos gestiona en el gobierno federal una aportación extra para cubrir las gratificaciones de fin de año a trabajadores y académicos de la UJED.
La diligencia del rector deberá fructificar sumada la respuesta del Gobierno del Estado a quien se le notificó la emergencia hace medio año. Los sexenios de gobiernos pasados de una u otra manera resolvieron esa obligación principal del Estado, y hoy no se ha ventilado oficial y públicamente. Conducta que hace albergar confianza en el apuro por la capacidad económica manifiesta del Bicentenario, mal ejercida pero visible.
Entre rutinas y prejuicios el rector Rubén Solís, conduce la institución con sobriedad, su talante coincidió con el gobierno de la 4T en la austeridad. De inicio suprimió gastos y prerrogativas en celulares, se canceló el pago de gastos médicos mayores (privilegio para algunos de alto costo) a directores y funcionarios, se limitó el uso de automóviles a directores y administrativos muchos sin necesidad de ellos, el personal de confianza lleva dos años sin aumento de sueldo.
Vivimos años cambios de usos y formas. A revisión todo la que existe, lo demandan las condiciones existentes. Las reconversiones en el presupuesto federal impactan en el Bicentenario y en la UJED. El contrato colectivo de trabajo a revisar entre Rectoría y sindicatos deberá sufrir ajustes.
Bien que el rector informe que la Universidad ha pagado el Impuesto Sobre la Renta (ISR) de sus trabajadores, que en el año lo hace con un 45% en sueldos y con el 100% en la gratificación navideña y que representa 85 millones de pesos, demasiado para su subsidio. No es una conquista laboral, es privilegio del que también yo gozo y que debe cancelarse. De igual manera deben discutirse otras prerrogativas sindicales de contrato y fuera de él, iguales a los apoyos que reciben los comités sindicales por arriba de licencias sindicales, canonjías que personalmente pedí en asamblea sindical del STAUJED que se renunciará a ello.
Los fines de la UJED no serían posibles con sus catedráticos y sus sindicatos, pero la educación de hoy exige mucha adecuación y adaptación. El sindicalismo en la UJED, debió dejar atrás su despeño economicista de enfocarse sólo a las prestaciones y estabilidad laboral sin evaluaciones rígidas. El rector fue pionero del sindicalismo cuando costó trabajo convencer a catedráticos de sindicalizares contra la autoridad de Alma Mater, no se concebía.
Otros tiempos, las crisis económicas impulsaron la proletarización del trabajo intelectual, se reformó la ley del trabajo y se dio a las rectorías la condición de patrones. Error cometido porque las universidades no generan utilidades, de modo que en lugar de demandar al gobierno nos enfrascamos en litigios de rectorías con sus sindicatos, la universidad descuido a la sociedad y el gobierno logró su objetivo. Se reciclan los vicos criticados al sindicalismo oficial, y no obstante que el CCT en su clausula 26 Prescribe: “Los contratantes convienen en establecer los lineamientos de una política de planificación y desarrollo académico tendientes a profesionalizar la enseñanza y la investigación Universitaria”.
Esta cláusula nunca aplicada haría que los catedráticos participaran en la planeación, ejecución y evaluación de planes y programas de estudio sin mermar la facultad de la autoridad, ofrecer propuestas elevaría el nivel académico. Es hora de arrancar para plantar, plantar para crecer.