/ jueves 20 de febrero de 2020

De la costumbre a la cultura de la violencia

“Haiga como haiga sido “Felipe Calderón fue el que le puso el cascabel al gato, tiró la primera piedra, escondió la mano y como “Mónico de Luna fue el que la mecha encendió”.

Desde entonces, este país es otro, del México lindo y querido hoy somos uno de los países más violentos de América Latina y del mundo. ¿Cómo olvidar cuando éramos “la callada y tranquila ciudad colonial”?

México está lleno de historias de violencia en contra de las mujeres. Desde campo algodonero conocido también como “Las muertas de Juárez”. No sólo es la violencia del narco la que cimbra al país todos los días, es otra la forma de que son víctimas las mujeres, las niñas y niños, y ahora en Saltillo un bebé de sólo 5 meses. En México existen muchas Ingrids y Fátimas. Esta violencia refleja la descomposición del tejido social.

El feminicidio, las violaciones y discriminaciones incluyendo su dignidad, es el pan de todos los días en nuestro país en contra de las mujeres. Es justo señalar, que las autoridades de los tres órdenes de gobierno tienen la obligación de cuidarnos y velar por nuestra seguridad, investigar y castigar a quienes resulten responsables de este tipo de delitos.

¿Y nosotros como sociedad somos inocentes de lo que pasa y no tenemos responsabilidad alguna? Julieta Hernández Camargo, que dirige la organización “Sí hay mujeres en Durango”, da cifras que cualquier sociedad se moriría de vergüenza por las estadísticas de violaciones de que son víctimas las mujeres.

El 80% de las violaciones en México, se dan en los hogares. Quienes sufren este tipo de delitos, los hacen personas cercanas a las víctimas, hermanos, tíos, abuelos y hasta de sus propios padres. Estas son cifras oficiales. Ante esta perversa realidad, ¿Qué hacemos nosotros como sociedad? Quien privó de la vida a Ingrid tenía una relación muy cercana. Ahora se sabe, que a Fátima le pudieron quitar la vida personas que la conocían muy bien.

Como sociedad, debemos aceptar que independientemente de la responsabilidad del estado, la nuestra tiene que estar antes que la autoridad.

Lo irónico y perverso, de que en los círculos de la familia ocurran el 80% de las violaciones no habla bien de nosotros. Lo primero que debemos cuidar es el entorno familiar, para evitar la terrible pesadilla que día con día vivimos. Debemos procurar que nuestros hijos no sigan creciendo en una cultura machista, donde se les enseña a ver a la mujer como objeto y patrimonio, por el solo hecho de ser varón.

En gran parte el feminicidio se debe que crecemos con la idea de que tenemos el derecho, de privar de la vida a las mujeres. Si nos sirve el dato: En países como Noruega y Finlandia están cerrando las cárceles o convirtiéndolas en bibliotecas o museos porque no hay a quien se tenga que privar de la libertad por delitos.

Esos países son, los que viven en la legalidad y no hay impunidad lo que en México, está muy lejos el día que esto suceda.

“Haiga como haiga sido “Felipe Calderón fue el que le puso el cascabel al gato, tiró la primera piedra, escondió la mano y como “Mónico de Luna fue el que la mecha encendió”.

Desde entonces, este país es otro, del México lindo y querido hoy somos uno de los países más violentos de América Latina y del mundo. ¿Cómo olvidar cuando éramos “la callada y tranquila ciudad colonial”?

México está lleno de historias de violencia en contra de las mujeres. Desde campo algodonero conocido también como “Las muertas de Juárez”. No sólo es la violencia del narco la que cimbra al país todos los días, es otra la forma de que son víctimas las mujeres, las niñas y niños, y ahora en Saltillo un bebé de sólo 5 meses. En México existen muchas Ingrids y Fátimas. Esta violencia refleja la descomposición del tejido social.

El feminicidio, las violaciones y discriminaciones incluyendo su dignidad, es el pan de todos los días en nuestro país en contra de las mujeres. Es justo señalar, que las autoridades de los tres órdenes de gobierno tienen la obligación de cuidarnos y velar por nuestra seguridad, investigar y castigar a quienes resulten responsables de este tipo de delitos.

¿Y nosotros como sociedad somos inocentes de lo que pasa y no tenemos responsabilidad alguna? Julieta Hernández Camargo, que dirige la organización “Sí hay mujeres en Durango”, da cifras que cualquier sociedad se moriría de vergüenza por las estadísticas de violaciones de que son víctimas las mujeres.

El 80% de las violaciones en México, se dan en los hogares. Quienes sufren este tipo de delitos, los hacen personas cercanas a las víctimas, hermanos, tíos, abuelos y hasta de sus propios padres. Estas son cifras oficiales. Ante esta perversa realidad, ¿Qué hacemos nosotros como sociedad? Quien privó de la vida a Ingrid tenía una relación muy cercana. Ahora se sabe, que a Fátima le pudieron quitar la vida personas que la conocían muy bien.

Como sociedad, debemos aceptar que independientemente de la responsabilidad del estado, la nuestra tiene que estar antes que la autoridad.

Lo irónico y perverso, de que en los círculos de la familia ocurran el 80% de las violaciones no habla bien de nosotros. Lo primero que debemos cuidar es el entorno familiar, para evitar la terrible pesadilla que día con día vivimos. Debemos procurar que nuestros hijos no sigan creciendo en una cultura machista, donde se les enseña a ver a la mujer como objeto y patrimonio, por el solo hecho de ser varón.

En gran parte el feminicidio se debe que crecemos con la idea de que tenemos el derecho, de privar de la vida a las mujeres. Si nos sirve el dato: En países como Noruega y Finlandia están cerrando las cárceles o convirtiéndolas en bibliotecas o museos porque no hay a quien se tenga que privar de la libertad por delitos.

Esos países son, los que viven en la legalidad y no hay impunidad lo que en México, está muy lejos el día que esto suceda.