/ jueves 5 de noviembre de 2020

De los presidentes Lázaro Cárdenas y López Obrador

En noviembre, mes de la Revolución Mexicana, cuatro temas impactan la agenda pública:

La gestión de la indomable pandemia (más de 90 mil muertes); la confrontación de los gobernadores de la Alianza Federalista con el presidente de la República; las elecciones en los Estados Unidos y las de México en 2021 en las que se renovarán la Cámara de Diputados federal y 15 gubernaturas estatales.

La historia enseña. El pasado 19 de octubre se recordó en el monumento a la Revolución, en acto cívico, el 50 aniversario de la muerte del general Lázaro Cárdenas del Río, presidente de la República en el sexenio 1934-1940. En el homenaje estuvo presente el presidente Andrés Manuel López Obrador.

El simbolismo del espacio arquitectónico y el personaje motivan mi reflexión sobre el legado político, institucional y las lecciones que deja a la nueva clase política y a nuestra generación. En principio asocio a Cárdenas con la conformación del sistema político mexicano del siglo XX; la expropiación petrolera; la creación del IPN; y la reforma constitucional que estableció la educación socialista, vinculada a la reforma agraria. Acciones en favor de los más pobres y la revaloración de los pueblos originarios.

Nuestra historia reconciliatoria. El monumento a la Revolución, convertido en mausoleo, guarda los restos de las figuras más representativas de los ideales de la Revolución Mexicana. El monumento representa la visión reconciliatoria de la historia nacional del siglo XX. Ahí están, Madero, Carranza, Calles, Cárdenas y desde 1976, también Francisco Villa. Todos participaron en la lucha armada y en algunos tramos enfrentados entre sí. Pero los principios y demandas de todos quedaron inscritos en el Proyecto Nacional que surgió del Constituyente en 1917.

López Obrador le da un gran valor político a los tres grandes movimientos sociales de México: la Independencia, la Reforma y la Revolución Mexicana. Los tres fueron producto de cruentas luchas armadas. A partir de estos procesos intenta edificar la Cuarta Transformación, utilizando como estrategia la permanente confrontación con los “neoliberales” y una gama amplia de “conservadores y adversarios”. Es un líder político que se fortalece en el conflicto.

De los cinco personajes históricos que aparecen en el logotipo del gobierno federal, es Cárdenas el que parece inspirar mejor el discurso y las acciones gubernamentales del presidente López Obrador. De manera acentuada cuando se refiere a la expropiación petrolera, y a su proyecto de reactivar Pemex y construir la Refinería de Dos Bocas.

Pero el México de Cárdenas y el de López Obrador y el contexto nacional e internacional es muy diferente. Basta citar que en 1940 eran 20 millones de habitantes y en 2020 somos ya 130. Cárdenas llegó a la presidencia como candidato del Partido Nacional Revolucionario, (PNR), creado por los hombres de Revolución que habían participado en la lucha armada. Cárdenas gobernó con el plan sexenal que se aprobó en 1934, en la segunda Convención de PNR, que reflejaba los principios e ideales de la Revolución.

AMLO llegó con el voto de más de 30 millones de ciudadanos hartos de la corrupción y la impunidad de los últimos sexenios. Pero a ambos los identifica su pragmatismo político con aristas populistas en tiempos distantes.

Con esos indicios, considero que es en el sistema político, más que en los cambios estructurales en la economía y en la reforma del Estado, donde AMLO puede insertar la Cuarta Transformación y lograr algunos avances. En ese sentido Lázaro Cárdenas es el maestro. Él, junto con Plutarco Elías Calles, fueron determinantes en la conformación del sistema político presidencialista, con un partido hegemónico que conservó la presidencia de la República hasta el 2000. El PRI, que se fundó a partir de la transformación de los partidos creados por Calles en 1929 y Cárdenas en 1938. En 2018 por los abrumadores resultados de Morena y el liderazgo de AMLO, consiguieron la presidencia de la República y la mayoría en el Congreso de la Unión y las legislativas estatales. Por ello consideré, que Morena sería un partido “cuasi hegemónico”.

Idea que parece diluirse dados sus traspiés en la renovación de su directivo nacional y ante la imposibilidad de que en 2021 repitan los resultados de 2018. Volveremos al equilibrio de los poderes y al federalismo de la República.

En noviembre, mes de la Revolución Mexicana, cuatro temas impactan la agenda pública:

La gestión de la indomable pandemia (más de 90 mil muertes); la confrontación de los gobernadores de la Alianza Federalista con el presidente de la República; las elecciones en los Estados Unidos y las de México en 2021 en las que se renovarán la Cámara de Diputados federal y 15 gubernaturas estatales.

La historia enseña. El pasado 19 de octubre se recordó en el monumento a la Revolución, en acto cívico, el 50 aniversario de la muerte del general Lázaro Cárdenas del Río, presidente de la República en el sexenio 1934-1940. En el homenaje estuvo presente el presidente Andrés Manuel López Obrador.

El simbolismo del espacio arquitectónico y el personaje motivan mi reflexión sobre el legado político, institucional y las lecciones que deja a la nueva clase política y a nuestra generación. En principio asocio a Cárdenas con la conformación del sistema político mexicano del siglo XX; la expropiación petrolera; la creación del IPN; y la reforma constitucional que estableció la educación socialista, vinculada a la reforma agraria. Acciones en favor de los más pobres y la revaloración de los pueblos originarios.

Nuestra historia reconciliatoria. El monumento a la Revolución, convertido en mausoleo, guarda los restos de las figuras más representativas de los ideales de la Revolución Mexicana. El monumento representa la visión reconciliatoria de la historia nacional del siglo XX. Ahí están, Madero, Carranza, Calles, Cárdenas y desde 1976, también Francisco Villa. Todos participaron en la lucha armada y en algunos tramos enfrentados entre sí. Pero los principios y demandas de todos quedaron inscritos en el Proyecto Nacional que surgió del Constituyente en 1917.

López Obrador le da un gran valor político a los tres grandes movimientos sociales de México: la Independencia, la Reforma y la Revolución Mexicana. Los tres fueron producto de cruentas luchas armadas. A partir de estos procesos intenta edificar la Cuarta Transformación, utilizando como estrategia la permanente confrontación con los “neoliberales” y una gama amplia de “conservadores y adversarios”. Es un líder político que se fortalece en el conflicto.

De los cinco personajes históricos que aparecen en el logotipo del gobierno federal, es Cárdenas el que parece inspirar mejor el discurso y las acciones gubernamentales del presidente López Obrador. De manera acentuada cuando se refiere a la expropiación petrolera, y a su proyecto de reactivar Pemex y construir la Refinería de Dos Bocas.

Pero el México de Cárdenas y el de López Obrador y el contexto nacional e internacional es muy diferente. Basta citar que en 1940 eran 20 millones de habitantes y en 2020 somos ya 130. Cárdenas llegó a la presidencia como candidato del Partido Nacional Revolucionario, (PNR), creado por los hombres de Revolución que habían participado en la lucha armada. Cárdenas gobernó con el plan sexenal que se aprobó en 1934, en la segunda Convención de PNR, que reflejaba los principios e ideales de la Revolución.

AMLO llegó con el voto de más de 30 millones de ciudadanos hartos de la corrupción y la impunidad de los últimos sexenios. Pero a ambos los identifica su pragmatismo político con aristas populistas en tiempos distantes.

Con esos indicios, considero que es en el sistema político, más que en los cambios estructurales en la economía y en la reforma del Estado, donde AMLO puede insertar la Cuarta Transformación y lograr algunos avances. En ese sentido Lázaro Cárdenas es el maestro. Él, junto con Plutarco Elías Calles, fueron determinantes en la conformación del sistema político presidencialista, con un partido hegemónico que conservó la presidencia de la República hasta el 2000. El PRI, que se fundó a partir de la transformación de los partidos creados por Calles en 1929 y Cárdenas en 1938. En 2018 por los abrumadores resultados de Morena y el liderazgo de AMLO, consiguieron la presidencia de la República y la mayoría en el Congreso de la Unión y las legislativas estatales. Por ello consideré, que Morena sería un partido “cuasi hegemónico”.

Idea que parece diluirse dados sus traspiés en la renovación de su directivo nacional y ante la imposibilidad de que en 2021 repitan los resultados de 2018. Volveremos al equilibrio de los poderes y al federalismo de la República.