/ martes 17 de septiembre de 2019

Defender la democracia

Asistimos a momentos muy difíciles para la democracia en el mundo, lo que está sucediendo en Inglaterra o el arresto masivo de opositores al régimen de Vladimir Putin en Rusia es un ejemplo más sólo de los últimos días, de los ataques frontales que los populistas hacen para socavar los cimientos de la democracia liberal.

Nuestro país logró avanzar en su proceso democrático de manera muy lenta pero sin pausas desde hace ya casi cuatro décadas con aquellas reformas político electorales de 1977 en una dinámica de liberación política hasta alcanzar conformar un sistema de partidos, reglas claras y puntuales para el acceso al poder, instituciones sólidas para la organización y calificación de los procesos electorales hasta llegar a la alternancia política en la Presidencia de la República con una sociedad civil cada vez más madura, que la época del desarrollo tecnológico y particularmente de las redes sociales ha venido a vigorizar en los últimos tiempos.

Todo ello sin duda ha mostrado una sociedad plural cada vez más participativa y más exigente ante el poder público, con los temas que más nos han aquejado en los últimos años, como el bajo crecimiento económico, la desigualdad social, la pobreza, la inseguridad y violencia, así como la corrupción y la impunidad que sin duda son a la vez la explicación del triunfo de Andrés Manuel López Obrador por el hartazgo social frente al actuar del último gobierno, pero también con el recuerdo aún fresco de los 12 años de fracasos panistas en los mismos temas.

Pero creo que quien ahora encabeza el gobierno confunde las cosas y actúa como si se le hubiera dado un cheque en blanco por parte de los electores para que hiciera con ello lo que se le pegara la gana, pero no, eso no fue el mandato, más bien fue, te doy mi voto para que me des respuestas puntuales y rápidas para resolver los graves problemas que nos aquejan, pero respetando escrupulosamente la Constitución y las normas escritas y no escritas que nos hemos dado para tener una democracia, que no sólo sea como bien dice la Constitución una forma de gobierno, sino también una forma de vida.

Pero a casi 10 meses no hay más que destrucción de instituciones, ineficiencias en la aplicación de los programas una inseguridad y violencia desatadas, crecimiento económico cero sin generación de empleo y sí atisbos de una lucha contra la corrupción e impunidad, pero la gente aunque mantiene apoyo al presidente ya critica la ineficiencia de su gobierno y sus colaboradores, y la polarización social acentuada por el propio López Obrador día a día.

Pero la democracia se puede ir perdiendo con pequeños actos de ruptura constitucional y de sus reglas democráticas, aunque quienes las rompan hayan llegado por la vía del voto ciudadano, como lo hemos visto justo en estos tiempos en países tan distintos como Venezuela, Brasil o los Estados Unidos de Norteamérica, Turquía o la Rusia de Putin y ahora Boris Johnson en Inglaterra.

Tener instituciones sólidas, reglas democráticas y un marco constitucional no son suficientes ni bastan, para mantener la democracia es necesario y ahora más que nunca la participación de la sociedad porque una sociedad participativa es cimiento fundamental para cuidar la democracia que tenemos.

Es por todo esto y más que las formas de la buena política no deben olvidarse, pero sobre todo el respeto de la Constitución y la búsqueda de NO polarizar aún más la sociedad mexicana y sí ocuparse con eficiencia, tolerancia y respeto legal a resolver los problemas que aquejan a la sociedad y no realizar más ruido de pirotecnia política, el entorno internacional tampoco ayuda para el crecimiento económico para el próximo año y el paquete presupuestal así lo reconoce, pero las expectativas tan reducidas por la focalización de beneficiar sólo a los programas sociales prioritarios y la obsesión de rescatar a Pemex de parte del presidente no alienta la inversión privada y en cambio sí castiga al campo por ejemplo o a entidades federativas con fuertes rezagos y por el decir de los expertos ni salvará a la paraestatal y en cambio sí hay riesgos de estirar hacia abajo al propio país.

Ahora la renovación del parlamento canadiense con sus elecciones inminentes y la ya casi campaña política para el próximo año en Estados Unidos, pone también en duda la ratificación del Tratado Comercial y sin duda reduce las expectativas económicas de México. Difícil pues el horizonte y ausente un hombre de Estado capaz de enfrentar estos retos con los mexicanos unidos.

Asistimos a momentos muy difíciles para la democracia en el mundo, lo que está sucediendo en Inglaterra o el arresto masivo de opositores al régimen de Vladimir Putin en Rusia es un ejemplo más sólo de los últimos días, de los ataques frontales que los populistas hacen para socavar los cimientos de la democracia liberal.

Nuestro país logró avanzar en su proceso democrático de manera muy lenta pero sin pausas desde hace ya casi cuatro décadas con aquellas reformas político electorales de 1977 en una dinámica de liberación política hasta alcanzar conformar un sistema de partidos, reglas claras y puntuales para el acceso al poder, instituciones sólidas para la organización y calificación de los procesos electorales hasta llegar a la alternancia política en la Presidencia de la República con una sociedad civil cada vez más madura, que la época del desarrollo tecnológico y particularmente de las redes sociales ha venido a vigorizar en los últimos tiempos.

Todo ello sin duda ha mostrado una sociedad plural cada vez más participativa y más exigente ante el poder público, con los temas que más nos han aquejado en los últimos años, como el bajo crecimiento económico, la desigualdad social, la pobreza, la inseguridad y violencia, así como la corrupción y la impunidad que sin duda son a la vez la explicación del triunfo de Andrés Manuel López Obrador por el hartazgo social frente al actuar del último gobierno, pero también con el recuerdo aún fresco de los 12 años de fracasos panistas en los mismos temas.

Pero creo que quien ahora encabeza el gobierno confunde las cosas y actúa como si se le hubiera dado un cheque en blanco por parte de los electores para que hiciera con ello lo que se le pegara la gana, pero no, eso no fue el mandato, más bien fue, te doy mi voto para que me des respuestas puntuales y rápidas para resolver los graves problemas que nos aquejan, pero respetando escrupulosamente la Constitución y las normas escritas y no escritas que nos hemos dado para tener una democracia, que no sólo sea como bien dice la Constitución una forma de gobierno, sino también una forma de vida.

Pero a casi 10 meses no hay más que destrucción de instituciones, ineficiencias en la aplicación de los programas una inseguridad y violencia desatadas, crecimiento económico cero sin generación de empleo y sí atisbos de una lucha contra la corrupción e impunidad, pero la gente aunque mantiene apoyo al presidente ya critica la ineficiencia de su gobierno y sus colaboradores, y la polarización social acentuada por el propio López Obrador día a día.

Pero la democracia se puede ir perdiendo con pequeños actos de ruptura constitucional y de sus reglas democráticas, aunque quienes las rompan hayan llegado por la vía del voto ciudadano, como lo hemos visto justo en estos tiempos en países tan distintos como Venezuela, Brasil o los Estados Unidos de Norteamérica, Turquía o la Rusia de Putin y ahora Boris Johnson en Inglaterra.

Tener instituciones sólidas, reglas democráticas y un marco constitucional no son suficientes ni bastan, para mantener la democracia es necesario y ahora más que nunca la participación de la sociedad porque una sociedad participativa es cimiento fundamental para cuidar la democracia que tenemos.

Es por todo esto y más que las formas de la buena política no deben olvidarse, pero sobre todo el respeto de la Constitución y la búsqueda de NO polarizar aún más la sociedad mexicana y sí ocuparse con eficiencia, tolerancia y respeto legal a resolver los problemas que aquejan a la sociedad y no realizar más ruido de pirotecnia política, el entorno internacional tampoco ayuda para el crecimiento económico para el próximo año y el paquete presupuestal así lo reconoce, pero las expectativas tan reducidas por la focalización de beneficiar sólo a los programas sociales prioritarios y la obsesión de rescatar a Pemex de parte del presidente no alienta la inversión privada y en cambio sí castiga al campo por ejemplo o a entidades federativas con fuertes rezagos y por el decir de los expertos ni salvará a la paraestatal y en cambio sí hay riesgos de estirar hacia abajo al propio país.

Ahora la renovación del parlamento canadiense con sus elecciones inminentes y la ya casi campaña política para el próximo año en Estados Unidos, pone también en duda la ratificación del Tratado Comercial y sin duda reduce las expectativas económicas de México. Difícil pues el horizonte y ausente un hombre de Estado capaz de enfrentar estos retos con los mexicanos unidos.