/ lunes 8 de noviembre de 2021

Democracia de pared

Hay quienes sostienen que la democracia, como todo sistema político, es perfectible, sin embargo, en la última década en nuestro país, nos hemos empeñado en todo lo contrario, los mecanismos para hacer oír, participar, decidir a los ciudadanos, se van simulando, con prácticas aberrantes por sí mismas.

El Partido Acción Nacional, si tenía algo de qué presumir, eran sus procesos internos, de toma de decisiones, desde la militancia informada y congregada por voluntad propia, antes de elegir a la persona, se deliberaba sobre la propuesta legislativa o el programa de gobierno, una vez que ésta se conocía, se discutía para robustecerla, se ponía a votación, para luego analizar, cuál de los precandidatos inscritos tenía en su hacer, lo necesario para llevar a cuestas principios doctrinarios y las acciones acordadas.

Tal parece que aquella frase de un ex presidente de “dar vacaciones a lo dogmático, para pasar a la pragmático” se tomó muy en serio, ahora se da un peso, diría yo, casi de obligada obediencia, a la opinión del gobernador en administraciones albiazules, sobre quien debiera ser el que enarbole las causas de la democracia imperfecta, con el consabido pretexto, de que se tiene “el pulso de las circunstancias” que privan en ese territorio, la voz de la sociedad o de la militancia queda relegada.

La parafernalia del uso de encuestas para conocer quién está mejor posicionado, me recuerda a la bruja del cuento que le preguntaba a su espejo, quién era la más bella del reino, de ahí la guerra por los espacios en las paredes, en los espectaculares, en los spot radiofónicos, en la pauta televisiva, con el resultado de quién es el mejor conocido, pero no quién es el más capaz, o como se dice en las arcas del conformismo, quién es el menos peor.

En esta distorsión caprichosa y a modo, hace presencia el gatopardismo, la declaratoria de Tancredi a su tío Fabrizio “Si queremos que todo siga igual que como está, necesitamos que todo cambie” (novela escrita en 1954 por Giuseppe Tomasi di Lampedusa) así vemos en la pasarela desfilar a quienes van y vienen de un partido político a otro, los bien llamados chapulines, recordando a la vez aquella frase de “en qué partido amaneció hoy, estimado amigo”.

El proceso electoral en Durango ya inició, es sano y conveniente que valoremos, no a quien más bardas a pintado, o a quien más láminas ha entregado, sino a la persona que la sociedad considere capaz, congruente, responsable y honesta, eso incluye su lealtad a principios partidarios.

Hay quienes sostienen que la democracia, como todo sistema político, es perfectible, sin embargo, en la última década en nuestro país, nos hemos empeñado en todo lo contrario, los mecanismos para hacer oír, participar, decidir a los ciudadanos, se van simulando, con prácticas aberrantes por sí mismas.

El Partido Acción Nacional, si tenía algo de qué presumir, eran sus procesos internos, de toma de decisiones, desde la militancia informada y congregada por voluntad propia, antes de elegir a la persona, se deliberaba sobre la propuesta legislativa o el programa de gobierno, una vez que ésta se conocía, se discutía para robustecerla, se ponía a votación, para luego analizar, cuál de los precandidatos inscritos tenía en su hacer, lo necesario para llevar a cuestas principios doctrinarios y las acciones acordadas.

Tal parece que aquella frase de un ex presidente de “dar vacaciones a lo dogmático, para pasar a la pragmático” se tomó muy en serio, ahora se da un peso, diría yo, casi de obligada obediencia, a la opinión del gobernador en administraciones albiazules, sobre quien debiera ser el que enarbole las causas de la democracia imperfecta, con el consabido pretexto, de que se tiene “el pulso de las circunstancias” que privan en ese territorio, la voz de la sociedad o de la militancia queda relegada.

La parafernalia del uso de encuestas para conocer quién está mejor posicionado, me recuerda a la bruja del cuento que le preguntaba a su espejo, quién era la más bella del reino, de ahí la guerra por los espacios en las paredes, en los espectaculares, en los spot radiofónicos, en la pauta televisiva, con el resultado de quién es el mejor conocido, pero no quién es el más capaz, o como se dice en las arcas del conformismo, quién es el menos peor.

En esta distorsión caprichosa y a modo, hace presencia el gatopardismo, la declaratoria de Tancredi a su tío Fabrizio “Si queremos que todo siga igual que como está, necesitamos que todo cambie” (novela escrita en 1954 por Giuseppe Tomasi di Lampedusa) así vemos en la pasarela desfilar a quienes van y vienen de un partido político a otro, los bien llamados chapulines, recordando a la vez aquella frase de “en qué partido amaneció hoy, estimado amigo”.

El proceso electoral en Durango ya inició, es sano y conveniente que valoremos, no a quien más bardas a pintado, o a quien más láminas ha entregado, sino a la persona que la sociedad considere capaz, congruente, responsable y honesta, eso incluye su lealtad a principios partidarios.