/ viernes 30 de agosto de 2019

Dime: Cuánto te satisface tu vida y te diré cuán feliz eres

Actualmente en política nos están vendiendo la idea que somos felices, felices, felices. Tratándose de políticos se puede vender cualquier idea, incluso el alma al diablo, al grado de querer hacer pacto con la delincuencia, sin considerar que “quien pacta con el diablo, pierde el alma”.

La felicidad es un estado mental de bienestar cargado de emociones positivas, que van desde la alegría hasta el placer, pero su significado es difuso y puede variar de acuerdo a la persona y la cultura en la que vive.

Los antiguos sabios de Grecia decían que para todo se necesitaba “el saber” y que, para ser felices era necesario saber serlo. Sófocles señaló que, “la sabiduría es la parte suprema de la felicidad” y Confucio indicó: “Sólo puede ser feliz siempre, el que sabe ser feliz con todo”.

Quien encuentra satisfacción en su vida, que logró vencer los obstáculos y supo manejar sus fracasos o errores, y de acuerdo sus expectativas, logros, éxitos y autoestima, revela un estado de felicidad, sin que tenga que anteponer ganancias económicas, compras de cosas caras o superfluas, vivir en residencia, o realizar viajes exuberantes.

Epicteto, también nos señaló que “la felicidad consiste en ser libre, es decir, no desear nada”; y Benjamín Franklin también mencionó: “el dinero nunca ha hecho a un hombre feliz, ni lo hará, no hay nada en su naturaleza que produzca felicidad. Cuanto más se tiene más se quiere”. También vale la pena lo expresado por Armando de las Fuentes “Catón”, quien con su sabiduría humorística dice: “El dinero no da la felicidad y menos si es poco”.

Lo más importante es, como dice la canción de Napoleón, “tratar de ser felices con lo que se tiene”, o lo indicado por Aristóteles: “La felicidad depende de nosotros mismos”. Por su parte, Antoine de Saint-Exupéry, expresó en su libro de El Principito que “el pato es feliz en su sucio charco porque no conoce el mar” y si las acrobacias que realiza el pato en su indecorosa charca, elevan su autoestima y él se considera el mejor, por eso es tan feliz, feliz, feliz como dice ya saben quién.

Pero mucha razón, considero, tuvo Marco Aurelio Antonio Augusto, el último de los llamados Cinco Buenos Emperadores de Roma, al mencionar que: “La verdadera felicidad es disfrutar el presente, sin dependencia ansiosa sobre el futuro”, o bien, tal y como lo mencionó Abraham Lincoln, “la mayoría de las personas son tan felices como ellas mismas deciden ser”.

Y de conformidad a la genética, en la forma que fuimos creados y nuestra experiencia de vida, es la forma en la que somos en el presente, y también, podemos ser tan complicados como nosotros queramos, o tan infelices como nos empeñemos en serlo.

Lo importante es estar satisfechos con nuestra vida, con lo que hacemos cotidianamente, con nuestros actos, con nuestro entorno, con nuestras relaciones, con el servicio que realizamos a los demás y con todo el conjunto de posibilidades de crecimiento moral, para poder sentirnos en un estado de felicidad.

El psicólogo y escritos Martín Seligman, señala que atendiendo a las necesidades básicas que propone en su pirámide Abraham Maslow, en su obra Una Teoría Sobre la Motivación Humana, se puede apreciar las necesidades básicas para llegar al estado de la felicidad, realizando una pirámide en el que son:

TENER BIENESTAR, considerando que no podemos sentirnos bien si no satisfacemos nuestra primera y esencial necesidad básica, la fisiología.

VIVIR EN UN AMBIENTE ADECUADO, como la seguridad, libertad, clima, alimentos, belleza, hogar.

PLACER, alegría, sexo, el amor y la alimentación.

TENER RELACIONES, considerando que las bases de nuestras relaciones sociales serán fundamentales para la construcción de nuestra personalidad.

AFÁN DE SUPERACIÓN, tener metas elaborar planes y luchar por cumplirlos.

COMPROMISO, estar plenamente comprometido en lo que se hace en forma activa.

ÉXITO Y LOGRO, el haber cumplido con las metas propuestas son satisfacciones completas que darán más impulso para seguir creciendo.

ESTIMA, necesitamos quien nos quiera y sentirnos queridos que es una valoración positiva de nosotros mismos y de nuestra labor profesional.

FLEXIBILIDAD, para adaptarnos a los cambios que la vida pone en nuestro camino.

De todos los aspectos de la pirámide anterior, podemos extendernos bastante y cuadrar todas las claves que nos pudieran dar pauta para saber que tan felices somos de acuerdo a lo que estamos viviendo y afirmar entonces, que la felicidad depende de la persona y de lo que se proponga lograr reconociendo sus limitaciones y alcances, pero de ninguna manera, porque algún político por más que se desgañite diariamente con explicaciones incomprobables, pueda inducir felicidad, felicidad y más felicidad a toda una ciudadanía.

Actualmente en política nos están vendiendo la idea que somos felices, felices, felices. Tratándose de políticos se puede vender cualquier idea, incluso el alma al diablo, al grado de querer hacer pacto con la delincuencia, sin considerar que “quien pacta con el diablo, pierde el alma”.

La felicidad es un estado mental de bienestar cargado de emociones positivas, que van desde la alegría hasta el placer, pero su significado es difuso y puede variar de acuerdo a la persona y la cultura en la que vive.

Los antiguos sabios de Grecia decían que para todo se necesitaba “el saber” y que, para ser felices era necesario saber serlo. Sófocles señaló que, “la sabiduría es la parte suprema de la felicidad” y Confucio indicó: “Sólo puede ser feliz siempre, el que sabe ser feliz con todo”.

Quien encuentra satisfacción en su vida, que logró vencer los obstáculos y supo manejar sus fracasos o errores, y de acuerdo sus expectativas, logros, éxitos y autoestima, revela un estado de felicidad, sin que tenga que anteponer ganancias económicas, compras de cosas caras o superfluas, vivir en residencia, o realizar viajes exuberantes.

Epicteto, también nos señaló que “la felicidad consiste en ser libre, es decir, no desear nada”; y Benjamín Franklin también mencionó: “el dinero nunca ha hecho a un hombre feliz, ni lo hará, no hay nada en su naturaleza que produzca felicidad. Cuanto más se tiene más se quiere”. También vale la pena lo expresado por Armando de las Fuentes “Catón”, quien con su sabiduría humorística dice: “El dinero no da la felicidad y menos si es poco”.

Lo más importante es, como dice la canción de Napoleón, “tratar de ser felices con lo que se tiene”, o lo indicado por Aristóteles: “La felicidad depende de nosotros mismos”. Por su parte, Antoine de Saint-Exupéry, expresó en su libro de El Principito que “el pato es feliz en su sucio charco porque no conoce el mar” y si las acrobacias que realiza el pato en su indecorosa charca, elevan su autoestima y él se considera el mejor, por eso es tan feliz, feliz, feliz como dice ya saben quién.

Pero mucha razón, considero, tuvo Marco Aurelio Antonio Augusto, el último de los llamados Cinco Buenos Emperadores de Roma, al mencionar que: “La verdadera felicidad es disfrutar el presente, sin dependencia ansiosa sobre el futuro”, o bien, tal y como lo mencionó Abraham Lincoln, “la mayoría de las personas son tan felices como ellas mismas deciden ser”.

Y de conformidad a la genética, en la forma que fuimos creados y nuestra experiencia de vida, es la forma en la que somos en el presente, y también, podemos ser tan complicados como nosotros queramos, o tan infelices como nos empeñemos en serlo.

Lo importante es estar satisfechos con nuestra vida, con lo que hacemos cotidianamente, con nuestros actos, con nuestro entorno, con nuestras relaciones, con el servicio que realizamos a los demás y con todo el conjunto de posibilidades de crecimiento moral, para poder sentirnos en un estado de felicidad.

El psicólogo y escritos Martín Seligman, señala que atendiendo a las necesidades básicas que propone en su pirámide Abraham Maslow, en su obra Una Teoría Sobre la Motivación Humana, se puede apreciar las necesidades básicas para llegar al estado de la felicidad, realizando una pirámide en el que son:

TENER BIENESTAR, considerando que no podemos sentirnos bien si no satisfacemos nuestra primera y esencial necesidad básica, la fisiología.

VIVIR EN UN AMBIENTE ADECUADO, como la seguridad, libertad, clima, alimentos, belleza, hogar.

PLACER, alegría, sexo, el amor y la alimentación.

TENER RELACIONES, considerando que las bases de nuestras relaciones sociales serán fundamentales para la construcción de nuestra personalidad.

AFÁN DE SUPERACIÓN, tener metas elaborar planes y luchar por cumplirlos.

COMPROMISO, estar plenamente comprometido en lo que se hace en forma activa.

ÉXITO Y LOGRO, el haber cumplido con las metas propuestas son satisfacciones completas que darán más impulso para seguir creciendo.

ESTIMA, necesitamos quien nos quiera y sentirnos queridos que es una valoración positiva de nosotros mismos y de nuestra labor profesional.

FLEXIBILIDAD, para adaptarnos a los cambios que la vida pone en nuestro camino.

De todos los aspectos de la pirámide anterior, podemos extendernos bastante y cuadrar todas las claves que nos pudieran dar pauta para saber que tan felices somos de acuerdo a lo que estamos viviendo y afirmar entonces, que la felicidad depende de la persona y de lo que se proponga lograr reconociendo sus limitaciones y alcances, pero de ninguna manera, porque algún político por más que se desgañite diariamente con explicaciones incomprobables, pueda inducir felicidad, felicidad y más felicidad a toda una ciudadanía.