/ lunes 19 de abril de 2021

Discurso del cinismo

El nombre de esta colaboración, obedece al impulso que atrajo poderosamente mi atención, al observar el cinismo desmedido de un candidato del PRIAN, al que no le agrego el PRD, porque no iba a perder el tiempo en incluirlo.

Ya que ese no sirve ni para ir a traerle los refrescos a los que en mala hora lo agarraron, sólo para que les oscurezca más la foto que ya de por sí es demasiado tenebrosa.

Pero retomando lo que dio sentido al presente artículo, detallo a groso modo las razones que me inspiraron a su publicación. Resulta que el día 14 de abril del año que transcurre, me fui de bruces cuando leí el contenido de una entrevista, que le hiciera una reportera de este matutino al candidato del PRIAN por el segundo distrito local, a la que titularon: “Es tiempo de recuperar lo que hemos perdido”

Montado en dicha premisa, abrió su legajo de respuestas con el “combate a problemas de raíz”, donde el modesto entender de los lectores al que pertenece el que esto escribe y que por mucha ciencia y comprensión que se aplique a lo que nos quiere dar entender sobre lo enraizado, sostenemos que no es obra del corto tiempo, sino de las ocho décadas mediante las cuales devoraron las delicias del presupuesto, lo que nutrió holgadamente las raíces de la corrupción, nepotismo y ausencia de democracia, que religiosamente se imparten en la institución que lo formaron y que ahora comanda como premio a las buenas calificaciones que obtuvo en tan honorables materias.

Justifica su participación en el marco de la ley, obviamente donde se refiere al ir mancornado con el PAN, y que todas las acciones de su campaña estarán apegadas a ella, a la que desafortunadamente no eran muy apegados sus maestros, porque quién no recuerda cuando el PRI y el PAN se enfrascaron en aquella fatídica rebatiña en el congreso, donde no imperó el marco de la ley, sino la del garrote, que se alzó con el triunfo de un recinto legislativo incendiado, un muerto y dos diputados del PAN apaleados.

Habla de valentía y pasos firmes, lo que sin duda aplica a la mística de su organización, la que no da uno atrás, cuando se trata de castigar o destituir de sus filas a aquellos que cuestionan los desatinos y abusos del alzheimer de sus dirigentes; porque ahí es donde realmente imperan las dictaduras de horca y cuchillo y no la que ahora en los medios y en pandilla combaten.

Es patético ver como se rasga las vestiduras, aduciendo que “es tiempo de recuperar todo lo que se ha perdido” y tiene razón, porque en más de ochenta años que gobernaron, la clase trabajadora a la que él dice defender, no sólo perdió el fortalecimiento de su salario, ya que con los míseros aumentos que por acuerdo de responsabilidad legitimaban, se vulneraron los derechos de estabilidad laboral, salud y jubilación que ahora se coronan con el outsurcing.

Se inscribe en la ruta de mejorar las prestaciones y salarios, pensando que los trabajadores ya superaron el repudio que les inspiran los demonios del charrismo sindical y que bastaría que éstos les vuelvan a pedir el voto, para que la clase obrera restañe la desconfianza que les heredaron a través de las siglas carcomidas que no son atractivas, pero si pueden inhibir el voto, para ser ellos los cosecheros de la ausencia de votantes.

En más de ochenta años que gobernaron se perdió el derecho a disentir y a votar libremente, pues quién ignora que la organización que él comanda es un corporativo del PRI y que en base a eso, se obliga a los trabajadores a que voten por él y a que colaboren en las peores trácalas del fraude.

Pero donde se mandó es cuando declara que “articulará acciones que den oxígeno al Congreso y así rescatar para las personas lo que se ha perdido”. Aquí es donde la saliva de su discurso sigue la dirección de las alturas, donde poco podría hacer para evitar que a su cara caiga el reproche de ochenta años que asfixiaron al país con la imposición de pésimos gobiernos que emanaban de sus filas, sólo para servir a los empresarios y que juntos hundieran el barco y que ahora se atrincheran para que ahí siga y culpar cínicamente al que insiste en su rescate.

El nombre de esta colaboración, obedece al impulso que atrajo poderosamente mi atención, al observar el cinismo desmedido de un candidato del PRIAN, al que no le agrego el PRD, porque no iba a perder el tiempo en incluirlo.

Ya que ese no sirve ni para ir a traerle los refrescos a los que en mala hora lo agarraron, sólo para que les oscurezca más la foto que ya de por sí es demasiado tenebrosa.

Pero retomando lo que dio sentido al presente artículo, detallo a groso modo las razones que me inspiraron a su publicación. Resulta que el día 14 de abril del año que transcurre, me fui de bruces cuando leí el contenido de una entrevista, que le hiciera una reportera de este matutino al candidato del PRIAN por el segundo distrito local, a la que titularon: “Es tiempo de recuperar lo que hemos perdido”

Montado en dicha premisa, abrió su legajo de respuestas con el “combate a problemas de raíz”, donde el modesto entender de los lectores al que pertenece el que esto escribe y que por mucha ciencia y comprensión que se aplique a lo que nos quiere dar entender sobre lo enraizado, sostenemos que no es obra del corto tiempo, sino de las ocho décadas mediante las cuales devoraron las delicias del presupuesto, lo que nutrió holgadamente las raíces de la corrupción, nepotismo y ausencia de democracia, que religiosamente se imparten en la institución que lo formaron y que ahora comanda como premio a las buenas calificaciones que obtuvo en tan honorables materias.

Justifica su participación en el marco de la ley, obviamente donde se refiere al ir mancornado con el PAN, y que todas las acciones de su campaña estarán apegadas a ella, a la que desafortunadamente no eran muy apegados sus maestros, porque quién no recuerda cuando el PRI y el PAN se enfrascaron en aquella fatídica rebatiña en el congreso, donde no imperó el marco de la ley, sino la del garrote, que se alzó con el triunfo de un recinto legislativo incendiado, un muerto y dos diputados del PAN apaleados.

Habla de valentía y pasos firmes, lo que sin duda aplica a la mística de su organización, la que no da uno atrás, cuando se trata de castigar o destituir de sus filas a aquellos que cuestionan los desatinos y abusos del alzheimer de sus dirigentes; porque ahí es donde realmente imperan las dictaduras de horca y cuchillo y no la que ahora en los medios y en pandilla combaten.

Es patético ver como se rasga las vestiduras, aduciendo que “es tiempo de recuperar todo lo que se ha perdido” y tiene razón, porque en más de ochenta años que gobernaron, la clase trabajadora a la que él dice defender, no sólo perdió el fortalecimiento de su salario, ya que con los míseros aumentos que por acuerdo de responsabilidad legitimaban, se vulneraron los derechos de estabilidad laboral, salud y jubilación que ahora se coronan con el outsurcing.

Se inscribe en la ruta de mejorar las prestaciones y salarios, pensando que los trabajadores ya superaron el repudio que les inspiran los demonios del charrismo sindical y que bastaría que éstos les vuelvan a pedir el voto, para que la clase obrera restañe la desconfianza que les heredaron a través de las siglas carcomidas que no son atractivas, pero si pueden inhibir el voto, para ser ellos los cosecheros de la ausencia de votantes.

En más de ochenta años que gobernaron se perdió el derecho a disentir y a votar libremente, pues quién ignora que la organización que él comanda es un corporativo del PRI y que en base a eso, se obliga a los trabajadores a que voten por él y a que colaboren en las peores trácalas del fraude.

Pero donde se mandó es cuando declara que “articulará acciones que den oxígeno al Congreso y así rescatar para las personas lo que se ha perdido”. Aquí es donde la saliva de su discurso sigue la dirección de las alturas, donde poco podría hacer para evitar que a su cara caiga el reproche de ochenta años que asfixiaron al país con la imposición de pésimos gobiernos que emanaban de sus filas, sólo para servir a los empresarios y que juntos hundieran el barco y que ahora se atrincheran para que ahí siga y culpar cínicamente al que insiste en su rescate.