/ sábado 9 de abril de 2022

Drástico sometimiento

Dicho por el mismo que lo padece y en varias ocasiones: “El poder atonta a los inteligentes y a los tontos los vuelve locos”. Muestra de ello que, desde sus comienzos expresó: “Me canso ganso”, expresión de soberbia para significar que se hará lo que él diga, porque así lo está señalando.

Y así ha continuado en su totalidad con lo que quiere, aunque haya sido diferente a lo que prometió.

En todo lo que, este aprendiz de escritor tiene de vida, que ya es bastante, no había tenido la oportunidad de conocer a un presidente de nuestro país, con actitudes tan dictatoriales y soberbias como el actual, considerando en gran parte, son por ignorancia de él; y sumamente notorio es también, la actitud aduladora y arrastrada de sus seguidores, desde cualquiera de sus solovinos hasta sus funcionarios arrastrados y achichincles.

Todos violan por parejo la ley y siguen a la letra las instrucciones de sus ocurrencias para continuar con la prevalencia de la codicia de poder y dinero, que constituyen el caldo propicio para el engaño, creando la cultura de la sumisión, coreando y aplaudiendo a rabiar por actos incumplidos de campaña, o por un aeropuerto de penúltima categoría con dificultades de acceso y dinero tirado a la calle, por instrucciones dadas al poder legislativo y hasta al poder judicial, con una cantaleta increíble de: “Que no me vengan con que la ley es la ley”. ¿No recordará que al tomar protesta mencionó: “Protesto guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las Leyes que de ella emanen? O, también quizás no captó el mensaje de protesta. Y, menciono que posiblemente no entendió lo que se estaba comprometiendo, pues así resulta, con las personas que van enfermando por hacer lo que su soberbia, o su dedito les indique.

Hace pocos días, apareció la noticia de una madre indignada porque habían matado a su hijo, un guatemalteco apodado “El Tortolita”, un asaltante que, ante los tiros de la policía y los asaltantes resultó muerto, quien comentó invadida en llanto: “Mi hijo se levantó temprano a asaltar los buses, como siempre, no le hacía daño a nadie, no le disparaba a nadie, sólo los asaltaba”. Gente que, por su crasa ignorancia se llega a creer que lo que hace está muy bien, como lo expresado ayer por el presidente en su mañanera, aunque en tono de broma pero creyéndoselo: “Ya ven que cuando se es mesías, se puede cambiar el color del mar y se puede convertir los infiernos en paraísos, todo eso se puede”.

El presidente refiere muchísimo que vivimos en un estado de derecho, pero, así como la madre del Tortolita, ignora y al igual que todos sus solovinos y achichincles, que las características de un estado de derecho son: la Ley como valor supremo, y no porque así lo diga su dedito, se va a hacer lo que él indique o cambiarla a su antojo.

Que la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley es otra de sus características, y no tiene por qué etiquetar a nadie con los motes de: Neoliberales, fifís, o como él quiera llamar a sus gobernados, de quien tiene la obligación de ser imparcial ante ellos y respetarlos igual que a todos. Respetar también, la separación de poderes y olvidarse de ordenar a sus arrastrados vende patrias, que no cambien ni una coma de las leyes que él manda para su aprobación, ni como han de interpretarlas los jueces, magistrados y ministros. Además, debe ser transparente en los procedimientos legales y en todos los demás que realice, lo que ahora está olvidado por completo, pues como ejemplo se puede citar que el dinero de los fideicomisos desaparecidos por él, ahora es él quien los maneja como partida secreta y a nadie les da cuenta.

Lo drástico para el país es que, va logrando la división de la ciudadanía, realiza actos gastando millones que podría emplear en niños con cáncer, pero como ellos no votan, prefiere regalar dinero a diestra y siniestra y al parecer los sometidos, hasta del poder judicial, están atentos a lo que diga su dedito.

Dicho por el mismo que lo padece y en varias ocasiones: “El poder atonta a los inteligentes y a los tontos los vuelve locos”. Muestra de ello que, desde sus comienzos expresó: “Me canso ganso”, expresión de soberbia para significar que se hará lo que él diga, porque así lo está señalando.

Y así ha continuado en su totalidad con lo que quiere, aunque haya sido diferente a lo que prometió.

En todo lo que, este aprendiz de escritor tiene de vida, que ya es bastante, no había tenido la oportunidad de conocer a un presidente de nuestro país, con actitudes tan dictatoriales y soberbias como el actual, considerando en gran parte, son por ignorancia de él; y sumamente notorio es también, la actitud aduladora y arrastrada de sus seguidores, desde cualquiera de sus solovinos hasta sus funcionarios arrastrados y achichincles.

Todos violan por parejo la ley y siguen a la letra las instrucciones de sus ocurrencias para continuar con la prevalencia de la codicia de poder y dinero, que constituyen el caldo propicio para el engaño, creando la cultura de la sumisión, coreando y aplaudiendo a rabiar por actos incumplidos de campaña, o por un aeropuerto de penúltima categoría con dificultades de acceso y dinero tirado a la calle, por instrucciones dadas al poder legislativo y hasta al poder judicial, con una cantaleta increíble de: “Que no me vengan con que la ley es la ley”. ¿No recordará que al tomar protesta mencionó: “Protesto guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las Leyes que de ella emanen? O, también quizás no captó el mensaje de protesta. Y, menciono que posiblemente no entendió lo que se estaba comprometiendo, pues así resulta, con las personas que van enfermando por hacer lo que su soberbia, o su dedito les indique.

Hace pocos días, apareció la noticia de una madre indignada porque habían matado a su hijo, un guatemalteco apodado “El Tortolita”, un asaltante que, ante los tiros de la policía y los asaltantes resultó muerto, quien comentó invadida en llanto: “Mi hijo se levantó temprano a asaltar los buses, como siempre, no le hacía daño a nadie, no le disparaba a nadie, sólo los asaltaba”. Gente que, por su crasa ignorancia se llega a creer que lo que hace está muy bien, como lo expresado ayer por el presidente en su mañanera, aunque en tono de broma pero creyéndoselo: “Ya ven que cuando se es mesías, se puede cambiar el color del mar y se puede convertir los infiernos en paraísos, todo eso se puede”.

El presidente refiere muchísimo que vivimos en un estado de derecho, pero, así como la madre del Tortolita, ignora y al igual que todos sus solovinos y achichincles, que las características de un estado de derecho son: la Ley como valor supremo, y no porque así lo diga su dedito, se va a hacer lo que él indique o cambiarla a su antojo.

Que la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley es otra de sus características, y no tiene por qué etiquetar a nadie con los motes de: Neoliberales, fifís, o como él quiera llamar a sus gobernados, de quien tiene la obligación de ser imparcial ante ellos y respetarlos igual que a todos. Respetar también, la separación de poderes y olvidarse de ordenar a sus arrastrados vende patrias, que no cambien ni una coma de las leyes que él manda para su aprobación, ni como han de interpretarlas los jueces, magistrados y ministros. Además, debe ser transparente en los procedimientos legales y en todos los demás que realice, lo que ahora está olvidado por completo, pues como ejemplo se puede citar que el dinero de los fideicomisos desaparecidos por él, ahora es él quien los maneja como partida secreta y a nadie les da cuenta.

Lo drástico para el país es que, va logrando la división de la ciudadanía, realiza actos gastando millones que podría emplear en niños con cáncer, pero como ellos no votan, prefiere regalar dinero a diestra y siniestra y al parecer los sometidos, hasta del poder judicial, están atentos a lo que diga su dedito.