/ sábado 8 de junio de 2019

Durango 2019: elección de Estado

Gonzalo Yáñez

En el proceso comicial de este 2019 en Durango, fuimos testigos de todo: mares de dinero circulando a manos llenas, rebasando evidentemente los topes de campaña por parte de los partidos que detentan el poder en el gobierno municipal y estatal, tanto naranjas como azules; compra masiva de votantes con dinero en efectivo y a través de bienes y despensas; entrega de tarjetas bancarias; coacciones y amenazas a trabajadores gubernamentales; descuentos ilegales en el pago del agua, predial y multas; carrusel y urnas embarazadas; publicidad ilegal en el mobiliario urbano; guerra sucia multimillonaria en redes sociales. Y lo peor, compra de funcionarios electorales para avalar todos los atropellos al Estado de derecho.

Esta corrupción electoral que raya en una democracia mafiosa, se financió con dinero ilegal gubernamental, con dinero ilícito y de algunos empresarios corruptos. Esta fue una auténtica elección delincuencial.

Los huachicoleros del poder en Durango no tuvieron piedad ni misericordia, pisotearon brutalmente los principios constitucionales de libertad y equidad; el voto no fue libre ni secreto.

Cuando pensamos que en el 2018 había llegado la democracia electoral a nuestro país, en Durango se da un escandaloso fraude a la ley en donde la verdad irá saliendo a la luz poco a poco. En nuestra tierra sigue como asignatura pendiente el sufragio efectivo, de esa dimensión histórica es el retroceso, regresamos a 1910.

El Artículo 63 de la Constitución Política de Durango es claro al respecto: “Los servidores públicos estatales y municipales, en el ámbito de sus competencias y con sujeción a la Ley, garantizarán la libertad del sufragio y la imparcialidad en el uso de los recursos públicos; y estarán obligados a abstenerse de participar para influir en la equidad de la competencia entre los partidos políticos”.

Por nuestra parte, estamos orgullosos de nuestros votos; son sufragios limpios, honestos, conscientes, legales y de todo corazón.

Nuestra ética democrática nos impulsa a luchar por encargos, no por cargos. Deseaba intensamente el encargo de presidente municipal de Durango para animar -desde ese espacio- el cambio verdadero y la Cuarta Transformación de la República, de la mano con nuestro presidente, Andrés Manuel López Obrador. No soy un ambicioso de puestos, mi utopía es luchar siempre y desde cualquier lugar por el bien común y el bienestar popular, teniendo como opción preferencial servir a los pobres.

Por eso juego limpio, mi lucha es limpia, bajo la premisa de que quien llega al poder comprando y corrompiendo la voluntad popular, lo seguirá haciendo desde el gobierno.

Nos enfrentamos a una mafia corrupta y corruptora, nos confrontamos con la delincuencia electoral. Es fuerte decirlo, pero si callamos, entonces en el futuro será peor.

No podemos aceptar la traición a la democracia por quienes compran y coaccionan el voto a cambio de un beneficio económico efímero y a través de la invasión publicitaria indiscriminada, al grado de que mi hermano Oscar al venir a Durango y presenciar este espectáculo mercenario, me dijo: “esta campaña no parece para presidente municipal, parece más para presidente de la República”, refiriéndose al candidato naranja.

El bandidaje oficial no tuvo límites, esta pandilla de estafadores del voto contrataron empresas carísimas expertas en la manipulación del voto. Son bandas de rufianes que quieren el gobierno para hacer negocios turbios al amparo del poder público en colusión con agrupaciones delictivas.

Los duranguenses no debemos tolerar estas prácticas antidemocráticas que denigran la convivencia cívica básica y demuelen el Estado de derecho.

Para nosotros esta no era sólo una elección, es sobre todo un proyecto. Luchamos por servir al pueblo, de todo corazón; impulsando un poder popular honrado, basado en la austeridad republicana y el bien comunitario, y construir la democracia como medio y fin, generadora de bondad común.

Por ello continuaremos hacia adelante, sabedores de que pronto la historia otorgará otras oportunidades hasta lograr la meta deseada. Nos prepararemos de tal manera que no la vuelvan a hacer.

Estamos de pie, y como me lo dijo mi hijo Durango, de apenas 15 años: “Sigue luchando por tus sueños”. Así lo haré. Regresaremos.

Gonzalo Yáñez

En el proceso comicial de este 2019 en Durango, fuimos testigos de todo: mares de dinero circulando a manos llenas, rebasando evidentemente los topes de campaña por parte de los partidos que detentan el poder en el gobierno municipal y estatal, tanto naranjas como azules; compra masiva de votantes con dinero en efectivo y a través de bienes y despensas; entrega de tarjetas bancarias; coacciones y amenazas a trabajadores gubernamentales; descuentos ilegales en el pago del agua, predial y multas; carrusel y urnas embarazadas; publicidad ilegal en el mobiliario urbano; guerra sucia multimillonaria en redes sociales. Y lo peor, compra de funcionarios electorales para avalar todos los atropellos al Estado de derecho.

Esta corrupción electoral que raya en una democracia mafiosa, se financió con dinero ilegal gubernamental, con dinero ilícito y de algunos empresarios corruptos. Esta fue una auténtica elección delincuencial.

Los huachicoleros del poder en Durango no tuvieron piedad ni misericordia, pisotearon brutalmente los principios constitucionales de libertad y equidad; el voto no fue libre ni secreto.

Cuando pensamos que en el 2018 había llegado la democracia electoral a nuestro país, en Durango se da un escandaloso fraude a la ley en donde la verdad irá saliendo a la luz poco a poco. En nuestra tierra sigue como asignatura pendiente el sufragio efectivo, de esa dimensión histórica es el retroceso, regresamos a 1910.

El Artículo 63 de la Constitución Política de Durango es claro al respecto: “Los servidores públicos estatales y municipales, en el ámbito de sus competencias y con sujeción a la Ley, garantizarán la libertad del sufragio y la imparcialidad en el uso de los recursos públicos; y estarán obligados a abstenerse de participar para influir en la equidad de la competencia entre los partidos políticos”.

Por nuestra parte, estamos orgullosos de nuestros votos; son sufragios limpios, honestos, conscientes, legales y de todo corazón.

Nuestra ética democrática nos impulsa a luchar por encargos, no por cargos. Deseaba intensamente el encargo de presidente municipal de Durango para animar -desde ese espacio- el cambio verdadero y la Cuarta Transformación de la República, de la mano con nuestro presidente, Andrés Manuel López Obrador. No soy un ambicioso de puestos, mi utopía es luchar siempre y desde cualquier lugar por el bien común y el bienestar popular, teniendo como opción preferencial servir a los pobres.

Por eso juego limpio, mi lucha es limpia, bajo la premisa de que quien llega al poder comprando y corrompiendo la voluntad popular, lo seguirá haciendo desde el gobierno.

Nos enfrentamos a una mafia corrupta y corruptora, nos confrontamos con la delincuencia electoral. Es fuerte decirlo, pero si callamos, entonces en el futuro será peor.

No podemos aceptar la traición a la democracia por quienes compran y coaccionan el voto a cambio de un beneficio económico efímero y a través de la invasión publicitaria indiscriminada, al grado de que mi hermano Oscar al venir a Durango y presenciar este espectáculo mercenario, me dijo: “esta campaña no parece para presidente municipal, parece más para presidente de la República”, refiriéndose al candidato naranja.

El bandidaje oficial no tuvo límites, esta pandilla de estafadores del voto contrataron empresas carísimas expertas en la manipulación del voto. Son bandas de rufianes que quieren el gobierno para hacer negocios turbios al amparo del poder público en colusión con agrupaciones delictivas.

Los duranguenses no debemos tolerar estas prácticas antidemocráticas que denigran la convivencia cívica básica y demuelen el Estado de derecho.

Para nosotros esta no era sólo una elección, es sobre todo un proyecto. Luchamos por servir al pueblo, de todo corazón; impulsando un poder popular honrado, basado en la austeridad republicana y el bien comunitario, y construir la democracia como medio y fin, generadora de bondad común.

Por ello continuaremos hacia adelante, sabedores de que pronto la historia otorgará otras oportunidades hasta lograr la meta deseada. Nos prepararemos de tal manera que no la vuelvan a hacer.

Estamos de pie, y como me lo dijo mi hijo Durango, de apenas 15 años: “Sigue luchando por tus sueños”. Así lo haré. Regresaremos.

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