/ miércoles 10 de agosto de 2022

Echeverría en Oaxaca

Mi narrativa sobre el presidente Luis Echeverría Álvarez es testimonial sobre sendos episodios en que interactúe con él, al lado de Víctor Bravo Ahuja con quien empecé a colaborar en la década de los 70 desde los Institutos Tecnológicos de Oaxaca.

Tres encuentros con la comunidad estudiantil y magisterial de Oaxaca se tradujeron en decisiones trascendentes. La figura histórica del presidente Juárez, a quien el presidente Echeverría admiraba con devoción patria, lo llevaba al Estado.

El primer evento se celebró el 19 de marzo de 1970 en Juchitán en una reunión con el aún candidato presidencial. El segundo encuentro de Echeverría con la comunidad de estudiantes técnicos de Oaxaca se celebró el 21 de marzo de 1972, es el tema de este artículo. El tercero fue el 21 de marzo de 1976.

Mis encuentros con Luis Echeverría en el sistema educativo, se entienden mejor si recordamos que los acontecimientos de 1968 que desembocaron en la matanza del 2 de octubre en Tlatelolco matizaron en mucho su discurso y gestión presidencial, de ahí el acercamiento y diálogo permanente con estudiantes de educación superior en decenas de reuniones en los planteles y en Los Pinos. El Movimiento Estudiantil del 68 fue un parteaguas en la historia política de México del siglo XX. Su estilo personal de gobernar propiciaba sus decisiones ejecutivas.

Pero un factor importante fue la confianza que depositó don Luis en don Víctor, que, como titular de la SEP, contó con el respaldo total del presidente, en el proceso de Reforma Educativa, que en el marco del proyecto educativo de la Revolución Mexicana se puso en marcha y se crearon instituciones y sistemas en toda la República en el sexenio 1970-1976.

21 de marzo de 1972

Retomo un texto de mi discurso, el 26 de enero de 2018, en el H Ayuntamiento del Municipio de Oaxaca de Juárez en ocasión del 50 aniversario del Instituto Tecnológico de Oaxaca, que me tocó dirigir de 1971 a 1976.

El 21 de marzo de 1972 cuando se celebraría en todo el país el “Año de Juárez”, en Oaxaca se dio realce a dicho acontecimiento con la visita del presidente de la República y del secretario de Educación Pública, lo que avivó las inquietudes de los estudiantes que seguían demandando instalaciones deportivas. Los dirigentes de la Federación Oaxaqueña de Estudiantes Técnicos (FOET), enfocaron sus baterías contra el director del instituto, lo que me obligó a platicar y acordar con los dirigentes de la Sociedad de Alumnos del ITRO, las acciones convenientes para modificar la puntería de los de la FOET.

El día 20 en la noche, en mi casa, se preparó un discurso y se escogió el lugar para que fuera de programa, el dirigente estudiantil pudiera hacerse escuchar también por el presidente de la República.

En la mañana del 21 en acto público, mientras la doctora Gloria Ruiz de Bravo Ahuja, directora del Instituto de Integración Social del Estado de Oaxaca, explicaba los métodos de castellanización al presidente Echeverría. El joven Mauro Aguilar Benets, en un arrebato sorpresivo, saltó al templete, se apoderó de un micrófono y comenzó una valiente exposición de la problemática del Estado. La respuesta del presidente fue homenajear a Juárez reconociendo el valor de la juventud mexicana, ofreciendo que se duplicaría la asignación federal a la educación del estado de Oaxaca.

Apenas terminó don Luis de hacer su pintoresco y generoso ofrecimiento, cuando el secretario Bravo Ahuja señaló que se aumentaría en 1800 las plazas de profesor de primaria y se duplicarían las partidas de las escuelas de enseñanza media, básica y superior.

Pero el asunto no paró ahí. Bravo Ahuja me pidió que elaborase una tarjeta para su posterior acuerdo con el presidente precisando lo que significaba su promesa en obras y recursos, enfatizando que incluyese la construcción de la Unidad Deportiva y el Auditorio para la Guelaguetza en el Cerro del Fortín que de manera extraordinaria construiría el CAPFCE. Todo se cumplió.


Mi narrativa sobre el presidente Luis Echeverría Álvarez es testimonial sobre sendos episodios en que interactúe con él, al lado de Víctor Bravo Ahuja con quien empecé a colaborar en la década de los 70 desde los Institutos Tecnológicos de Oaxaca.

Tres encuentros con la comunidad estudiantil y magisterial de Oaxaca se tradujeron en decisiones trascendentes. La figura histórica del presidente Juárez, a quien el presidente Echeverría admiraba con devoción patria, lo llevaba al Estado.

El primer evento se celebró el 19 de marzo de 1970 en Juchitán en una reunión con el aún candidato presidencial. El segundo encuentro de Echeverría con la comunidad de estudiantes técnicos de Oaxaca se celebró el 21 de marzo de 1972, es el tema de este artículo. El tercero fue el 21 de marzo de 1976.

Mis encuentros con Luis Echeverría en el sistema educativo, se entienden mejor si recordamos que los acontecimientos de 1968 que desembocaron en la matanza del 2 de octubre en Tlatelolco matizaron en mucho su discurso y gestión presidencial, de ahí el acercamiento y diálogo permanente con estudiantes de educación superior en decenas de reuniones en los planteles y en Los Pinos. El Movimiento Estudiantil del 68 fue un parteaguas en la historia política de México del siglo XX. Su estilo personal de gobernar propiciaba sus decisiones ejecutivas.

Pero un factor importante fue la confianza que depositó don Luis en don Víctor, que, como titular de la SEP, contó con el respaldo total del presidente, en el proceso de Reforma Educativa, que en el marco del proyecto educativo de la Revolución Mexicana se puso en marcha y se crearon instituciones y sistemas en toda la República en el sexenio 1970-1976.

21 de marzo de 1972

Retomo un texto de mi discurso, el 26 de enero de 2018, en el H Ayuntamiento del Municipio de Oaxaca de Juárez en ocasión del 50 aniversario del Instituto Tecnológico de Oaxaca, que me tocó dirigir de 1971 a 1976.

El 21 de marzo de 1972 cuando se celebraría en todo el país el “Año de Juárez”, en Oaxaca se dio realce a dicho acontecimiento con la visita del presidente de la República y del secretario de Educación Pública, lo que avivó las inquietudes de los estudiantes que seguían demandando instalaciones deportivas. Los dirigentes de la Federación Oaxaqueña de Estudiantes Técnicos (FOET), enfocaron sus baterías contra el director del instituto, lo que me obligó a platicar y acordar con los dirigentes de la Sociedad de Alumnos del ITRO, las acciones convenientes para modificar la puntería de los de la FOET.

El día 20 en la noche, en mi casa, se preparó un discurso y se escogió el lugar para que fuera de programa, el dirigente estudiantil pudiera hacerse escuchar también por el presidente de la República.

En la mañana del 21 en acto público, mientras la doctora Gloria Ruiz de Bravo Ahuja, directora del Instituto de Integración Social del Estado de Oaxaca, explicaba los métodos de castellanización al presidente Echeverría. El joven Mauro Aguilar Benets, en un arrebato sorpresivo, saltó al templete, se apoderó de un micrófono y comenzó una valiente exposición de la problemática del Estado. La respuesta del presidente fue homenajear a Juárez reconociendo el valor de la juventud mexicana, ofreciendo que se duplicaría la asignación federal a la educación del estado de Oaxaca.

Apenas terminó don Luis de hacer su pintoresco y generoso ofrecimiento, cuando el secretario Bravo Ahuja señaló que se aumentaría en 1800 las plazas de profesor de primaria y se duplicarían las partidas de las escuelas de enseñanza media, básica y superior.

Pero el asunto no paró ahí. Bravo Ahuja me pidió que elaborase una tarjeta para su posterior acuerdo con el presidente precisando lo que significaba su promesa en obras y recursos, enfatizando que incluyese la construcción de la Unidad Deportiva y el Auditorio para la Guelaguetza en el Cerro del Fortín que de manera extraordinaria construiría el CAPFCE. Todo se cumplió.