/ martes 30 de noviembre de 2021

Economía colaborativa

Del viejo continente nos llega la noticia de formas nuevas, para disminuir el consumo, con ello, minimizar la extracción de materias primas de la naturaleza, de manera más avanzada se registra en Alemania.

En nuestra América, con relativo exitoso, transitamos de la economía lineal, a la economía circular, a la que deberíamos sumar la colaborativa.

¿Pero qué debemos de entender por ese concepto? Es un modelo económico en el que, fundamentalmente, los usuarios se aprovechan de las nuevas tecnologías para prestar, comprar, vender, compartir o alquilar bienes y servicios. Es una forma de negocio en constante evolución, ya que continuamente surgen nuevos espacios donde poder hacer uso de ella.

Este tipo de transacciones no sólo beneficia a los usuarios, sino que fomenta un consumo responsable y sostenible que beneficia al planeta.

La gama de su aplicación es basta y variable, desde compartir el transporte, que existen experiencias en Durango, con las conocidas “rondas”, donde los padres de familia programan por semana a quien le corresponde llevar a los niños a la escuela, o el alojamiento, (tiempo compartido en regiones turísticas o bien los conocidos airbnb y hostales).

Las relaciones que se adquieren entre las partes son distintas según las necesidades que se compartan dando lugar a cuatro tipos: Consumo colaborativo: Mediante plataformas digitales los usuarios intercambian bienes y servicios de manera gratuita y desinteresada; Conocimiento abierto: Son todas las actividades e las que se difunden conocimientos de manera altruista y sin barreras legales o administrativas. Se puede presentar de manera física o en plataformas a las que acuda el usuario; Producción colaborativa: se trata de lugares físicos o digitales en los que se difunden y producen servicios de cualquier índole. Lo podemos diferenciar con los otros tipos en que la creación del contenido se produce también de manera colaborativa, no se limitan a compartirlo. Finanzas colaborativas: se tratan de modelos de crédito como los que mencionamos anteriormente, el más popular es el crowdfunding.

Las ventajas y beneficios son muchos, no sólo económicos sino también ambientales, el único pero detectado hasta ahora es lo relativo a la “protección al consumidor”. Ya estamos inmerosos en “tu futuro próximo” la tecnología va más adelante de nuestra propia imaginación y adaptación, hagamos que esto funcione, pero que funcione bien.

Del viejo continente nos llega la noticia de formas nuevas, para disminuir el consumo, con ello, minimizar la extracción de materias primas de la naturaleza, de manera más avanzada se registra en Alemania.

En nuestra América, con relativo exitoso, transitamos de la economía lineal, a la economía circular, a la que deberíamos sumar la colaborativa.

¿Pero qué debemos de entender por ese concepto? Es un modelo económico en el que, fundamentalmente, los usuarios se aprovechan de las nuevas tecnologías para prestar, comprar, vender, compartir o alquilar bienes y servicios. Es una forma de negocio en constante evolución, ya que continuamente surgen nuevos espacios donde poder hacer uso de ella.

Este tipo de transacciones no sólo beneficia a los usuarios, sino que fomenta un consumo responsable y sostenible que beneficia al planeta.

La gama de su aplicación es basta y variable, desde compartir el transporte, que existen experiencias en Durango, con las conocidas “rondas”, donde los padres de familia programan por semana a quien le corresponde llevar a los niños a la escuela, o el alojamiento, (tiempo compartido en regiones turísticas o bien los conocidos airbnb y hostales).

Las relaciones que se adquieren entre las partes son distintas según las necesidades que se compartan dando lugar a cuatro tipos: Consumo colaborativo: Mediante plataformas digitales los usuarios intercambian bienes y servicios de manera gratuita y desinteresada; Conocimiento abierto: Son todas las actividades e las que se difunden conocimientos de manera altruista y sin barreras legales o administrativas. Se puede presentar de manera física o en plataformas a las que acuda el usuario; Producción colaborativa: se trata de lugares físicos o digitales en los que se difunden y producen servicios de cualquier índole. Lo podemos diferenciar con los otros tipos en que la creación del contenido se produce también de manera colaborativa, no se limitan a compartirlo. Finanzas colaborativas: se tratan de modelos de crédito como los que mencionamos anteriormente, el más popular es el crowdfunding.

Las ventajas y beneficios son muchos, no sólo económicos sino también ambientales, el único pero detectado hasta ahora es lo relativo a la “protección al consumidor”. Ya estamos inmerosos en “tu futuro próximo” la tecnología va más adelante de nuestra propia imaginación y adaptación, hagamos que esto funcione, pero que funcione bien.