Una pasarela y no debate ofrecieron los candidatos a la gubernatura. No cuestionaron lo peor: el desempleo, la corrupción, la prevaricación de encargados de la justicia, su lenidad, y todo en impunidad. De seguir así mejor que cancelen la segunda pasarela.
Las huellas de los candidatos. Ambos son ejemplares de la influencia de exgobernadores. Rosas Aispuro e Ismael Hernández fueron conducidos por Maximiliano Silerio Esparza. Ismael sin claridad hizo gobernador a Herrera Caldera. Aispuro no supo formar a nadie; Herrera Caldera fue el artífice de la carrera meteórica de Estaban Villegas y Marina Vitela. Quiso dejar gobernador a Esteban pero en el centro se lo impidieron.
Marina Vitela comienza con Ismael y cerca de la familia Herrera de Gómez Palacio. Se aleja de ellos y se somete a Herrera Caldera que la hace diputada federal y local, y regidora, en tiempos cuando el PRI compraba las elecciones de por allá.
Bajo la marea popular de López Obrador, Marina es presidenta de Gómez Palacio con un muy estrecho margen de votos, frente una rival sin mucha campaña porque antes aseguró una regiduría. Esteban y Marina, comparten antecedentes que los inhiben a denunciar la corrupción de hoy y de ayer, el slogan victorioso del presidente. Herrera Caldera mantiene enclaves en MORENA, PRI y PAN y está presente.
Consabida polémica y rechazo a la reforma eléctrica. El control de gobierno en la CFE y PEMEX es necesario para la seguridad nacional, para solventar el nacionalismo en el proteccionismo económico, que regresa por el mundo por la guerra comercial y el declive del neoliberalismo hemisférico. Es correcto el monopolio en ambas empresas estatales, son básicas para la economía política de México. La economía de gobierno no busca rentabilidad, ofrece servicio coadyuvante al desarrollo; es un servicio público de los que no puede prescindir la sociedad y el gobierno debe hacerse cargo. Los seguidores del presidente tienen argumentos y objetivos de nacionalismo, pero las ideas son desfasadas.
El PAN siempre ha estado en contra del gobierno en la economía; son consecuentes con su ideología. El PRI, aparato electoral que fuera del gobierno, se opone por interés electoral; no guardan vocación ideológica ni reminiscencias de sus anteriores que antes defendían la encomía mixta, la educación laica y gratuita, la separación Iglesia-Estado, la seguridad social a trabajadores o los precios de garantía. Un nacionalismo elemental desterrado por la racionalidad instrumental de los tecnócratas del neoliberalismo y privatización de empresas paraestatales.
Si López Obrador hubiera recibido más de 30 millones en la consulta otro giro tuviera la reforma eléctrica. El PRI y el presidente se cortejaron y no hubo arreglos, meramente una postura política coyuntural que no debe extrañar a nadie en una política de baja calidad y páramo ideológico.
La oposición del PRIAN es sofista; suena mal preocuparse por el monopolio de gobierno con la CFE en un 54% cuando debería ser del 100% que razones de tecnología lo impiden. En México no hay competencia económica; los monopolios siguen rampantes. Telcel y socios son dueños de las antenas que suben y bajan las microondas para los celulares, usurpando en espacio aéreo nacional. Allí está la Coca Cola absoluta y sus miles de Oxxo´s; dos cervecerías, Bimbo y su poder de mercado y otros.
Suena falsa la preocupación por el ambiente, pero también hay razones de incertidumbre en la capacidad productiva de la CFE y PEMEX. La 4T necesita actualizar su lenguaje, hablar de traiciones a la patria en perder de vista que los vínculos y nexos nacionalistas son tenues; los patrones culturales son televisivos; es profunda nuestra dependencia tecnológica y subdesarrollo. La 4T requiere un plan educativo para ampliar su legitimidad. El debate de la reforma propicia la toma de posiciones de clase y definiciones.