/ miércoles 29 de julio de 2020

El amor es el único sentimiento que mueve al mundo

El amor es un hecho que mucho beneficia, no hiere, no lastima y no consiente el mal; busca siempre el bien, es auténtico y, no sólo es un simple y franco sentimiento. Es una actitud, una disposición, un gesto de benevolencia que despierta en el ser que se siente amado y/o que ama.

No obstante también dan lugar a desdichas inesperadas, cuando no hay sentimiento alguno de por medio, sino intereses adversos que buscan otros fines y terminan por ahogar el amor. Nos basta con que veamos el escenario mundial con sus malévolos conflictos para reconocer la onerosa crisis de valores que impera en las decadentes sociedades contemporáneas. Sin duda alguna la soberbia y la avaricia las instruyen. Nadie siente el amor sin probar sus lágrimas ni recoger rosas sin sentir sus espinas.

Me atrevo a decir, sin temor de equivocarme, que es más feliz el que ama que aquel que es amado porque, tan sólo con desear las vivencias del afecto se disfruta plenamente. El amor hace que en la persona amada amemos todo lo que de ella proviene y se desea. Es preciso hoy tener un sentido común y un amplio potencial para enfrentar la gran responsabilidad de mantener lo mejor posible nuestro hogar, ser parte activa de la sociedad y luchar por el futuro de nuestros hijos.

Es la oportunidad de tener jóvenes que sean ejemplo de perseverancia y decidido amor. La misma libertad nos señala deberes sagrados a cada paso de nuestras vidas. Incluso el saber amar es también aprender a perdonar.

Nadie puede juzgar sin antes conocer primero sus propias debilidades. Si lamentablemente tenemos el mal hábito de conceptuar a los demás, lo sano sería que anticipadamente consideráramos nuestro actuar y, con base en nuestra verdad de ser, valoráramos a nuestros semejantes. La fuerza más potente del mundo es la fe. Sin ella es más difícil alcanzar lo que deseamos; son en vano nuestros propósitos. La raíz de todos los males es el egoísmo, un acentuado egocentrismo se convierte en un inmoderado y excesivo amor a sí mismo, descuidando el interés de los demás.

El verdadero amor dista mucho del romanticismo, no es tanto lo que tenga que ver con el erotismo. Más bien se relaciona con la semblanza de los sentimientos y el cuidado que se profesa entre dos personas comprometidas sinceramente. Lo más bello de todas las cosas es el amor y, el regalo más hermoso es el perdón.

La mayor satisfacción es el deber cumplido; lo que nos hace más felices es ser útiles a los demás. La persona más peligrosa es la mentirosa; la cosa más fácil es equivocarse. La vida que hoy vivimos como humanos es una y no hay otra; depende de nosotros hacerla agradable. Nadie conoce la oportunidad hasta que ésta pasa por un lado nuestro y la dejamos ir. Nadie llega a la otra orilla sin haber ido haciendo puentes, Nadie camina la vida sin haber pisado en falso muchas veces. El misterio más grande es la muerte.

Si queremos disfrutar felicidad, compartamos con los demás de nuestros logros. Seamos amables y sinceros por doquier, consolemos a quien lo necesite, ofrezcamos una esperanza al desvalido y, cuando llegue el nuevo día recibámoslo con fervor. Todos queremos vivir en la cima de la montaña, cuando la realidad feliz está en la manera de subir.

Es muy importante la autoestima: considerarnos que valemos, que somos capaces, inteligentes, amables y que esperamos mucho de nosotros mismos. Por tanto, igualmente hay que actuar, con intelecto, proponiéndonos metas. No alberguemos odio, rencor, en nuestros corazones, porque tal contrariedad no nos dejará ser felices. No debemos maltratar a nadie; todos los seres del mundo tenemos derecho a que se nos respete y se nos quiera. El secreto para ser felices está en nuestra mente y en nuestro corazón.

La felicidad no se compra ni se renta, no se vende, llega sin factura ni recibo por cobrar. La felicidad, al igual que el amor, llega sin reservas aunque no la busquemos; todo depende de nuestra disposición. La felicidad se cosecha sembrando amor, paz, confianza y optimismo día con día. No envidiemos a nadie por lo que tienen o por lo que son; ellos alcanzarán sus metas y nosotros lograremos las nuestras. Existe la presencia de Dios en todas las cosas de la vida y, por tanto, debemos amarlo y darle gracias por lo que somos y tenemos.

La paz de conciencia es la mejor almohada para el sueño de la tranquilidad. Un verdadero amigo siempre está ahí cuando lo buscas y nunca falta cuando lo necesitas. El amor y la amistad son las grandes columnas de la vida; quien tiene amor y ha encontrado un fiel amigo, tiene justificado su paso por el mundo. Por eso la amistad es el don más preciado que Dios nos ha dado.

El amor es un hecho que mucho beneficia, no hiere, no lastima y no consiente el mal; busca siempre el bien, es auténtico y, no sólo es un simple y franco sentimiento. Es una actitud, una disposición, un gesto de benevolencia que despierta en el ser que se siente amado y/o que ama.

No obstante también dan lugar a desdichas inesperadas, cuando no hay sentimiento alguno de por medio, sino intereses adversos que buscan otros fines y terminan por ahogar el amor. Nos basta con que veamos el escenario mundial con sus malévolos conflictos para reconocer la onerosa crisis de valores que impera en las decadentes sociedades contemporáneas. Sin duda alguna la soberbia y la avaricia las instruyen. Nadie siente el amor sin probar sus lágrimas ni recoger rosas sin sentir sus espinas.

Me atrevo a decir, sin temor de equivocarme, que es más feliz el que ama que aquel que es amado porque, tan sólo con desear las vivencias del afecto se disfruta plenamente. El amor hace que en la persona amada amemos todo lo que de ella proviene y se desea. Es preciso hoy tener un sentido común y un amplio potencial para enfrentar la gran responsabilidad de mantener lo mejor posible nuestro hogar, ser parte activa de la sociedad y luchar por el futuro de nuestros hijos.

Es la oportunidad de tener jóvenes que sean ejemplo de perseverancia y decidido amor. La misma libertad nos señala deberes sagrados a cada paso de nuestras vidas. Incluso el saber amar es también aprender a perdonar.

Nadie puede juzgar sin antes conocer primero sus propias debilidades. Si lamentablemente tenemos el mal hábito de conceptuar a los demás, lo sano sería que anticipadamente consideráramos nuestro actuar y, con base en nuestra verdad de ser, valoráramos a nuestros semejantes. La fuerza más potente del mundo es la fe. Sin ella es más difícil alcanzar lo que deseamos; son en vano nuestros propósitos. La raíz de todos los males es el egoísmo, un acentuado egocentrismo se convierte en un inmoderado y excesivo amor a sí mismo, descuidando el interés de los demás.

El verdadero amor dista mucho del romanticismo, no es tanto lo que tenga que ver con el erotismo. Más bien se relaciona con la semblanza de los sentimientos y el cuidado que se profesa entre dos personas comprometidas sinceramente. Lo más bello de todas las cosas es el amor y, el regalo más hermoso es el perdón.

La mayor satisfacción es el deber cumplido; lo que nos hace más felices es ser útiles a los demás. La persona más peligrosa es la mentirosa; la cosa más fácil es equivocarse. La vida que hoy vivimos como humanos es una y no hay otra; depende de nosotros hacerla agradable. Nadie conoce la oportunidad hasta que ésta pasa por un lado nuestro y la dejamos ir. Nadie llega a la otra orilla sin haber ido haciendo puentes, Nadie camina la vida sin haber pisado en falso muchas veces. El misterio más grande es la muerte.

Si queremos disfrutar felicidad, compartamos con los demás de nuestros logros. Seamos amables y sinceros por doquier, consolemos a quien lo necesite, ofrezcamos una esperanza al desvalido y, cuando llegue el nuevo día recibámoslo con fervor. Todos queremos vivir en la cima de la montaña, cuando la realidad feliz está en la manera de subir.

Es muy importante la autoestima: considerarnos que valemos, que somos capaces, inteligentes, amables y que esperamos mucho de nosotros mismos. Por tanto, igualmente hay que actuar, con intelecto, proponiéndonos metas. No alberguemos odio, rencor, en nuestros corazones, porque tal contrariedad no nos dejará ser felices. No debemos maltratar a nadie; todos los seres del mundo tenemos derecho a que se nos respete y se nos quiera. El secreto para ser felices está en nuestra mente y en nuestro corazón.

La felicidad no se compra ni se renta, no se vende, llega sin factura ni recibo por cobrar. La felicidad, al igual que el amor, llega sin reservas aunque no la busquemos; todo depende de nuestra disposición. La felicidad se cosecha sembrando amor, paz, confianza y optimismo día con día. No envidiemos a nadie por lo que tienen o por lo que son; ellos alcanzarán sus metas y nosotros lograremos las nuestras. Existe la presencia de Dios en todas las cosas de la vida y, por tanto, debemos amarlo y darle gracias por lo que somos y tenemos.

La paz de conciencia es la mejor almohada para el sueño de la tranquilidad. Un verdadero amigo siempre está ahí cuando lo buscas y nunca falta cuando lo necesitas. El amor y la amistad son las grandes columnas de la vida; quien tiene amor y ha encontrado un fiel amigo, tiene justificado su paso por el mundo. Por eso la amistad es el don más preciado que Dios nos ha dado.