Si ser exactamente una definición, creo yo, sino más bien un concepto, el atrincheramiento es un obstáculo que se contrapone al enemigo para defender de una manera más fácil y ventajosa el terreno que se ocupa.
El atrincheramiento en si es una estrategia de defensa para obstaculizar el avance del enemigo. Estar atrincherado es examinar la fuerza de los puntos débiles y fuertes para fortalecerlos y dar un tiempo para concebir y armar otra estrategia.
¿En qué situaciones se da el atrincheramiento? Entre otros muchos más, cuando los objetivos y las misiones no se cumplen o están amenazados, cuando las estrategias que se pusieron en acción no están funcionado, cuando los encargados de posiciones clave no están actuando y “agrietan” la estrategia, pero más que nada se da cuando a pesar de que la estrategia es buena… pero la del enemigo es mejor y avanza implacablemente haciendo entonces que haya un repliegue y se protejan las posiciones.
Literatura sobre el “atrincheramiento” es muy abundante y se aplica en casi todos los campos, por ejemplo en el deporte, en el sector empresarial, en la presentación de ideologías, en las campañas políticas, en la política y… en la función pública.
En el campo de la política y la función pública son muchos los casos.
El periodista Manuel Campo Vidal, expresó que en la televisión, la prensa y la radio española se “está viviendo un atrincheramiento excesivo de los medios en relación a las posiciones políticas y económicas” y, ese atrincheramiento, añade, “socava las bases de la credibilidad”.
Analistas de la Universidad de Santiago de Chile (USACH), frente a un cambio de gabinete en la Moneda, advirtieron un “atrincheramiento político” del gobierno. La politóloga y académica de la Facultad de Humanidades de la Usach, Pamela Figueroa, consideró que esto “constituye un gabinete de Trinchera”
Barack Obama le dijo a una multitud de aproximadamente de unas 15 000 personas en Johannesburgo, Sudáfrica (CNN), en su discurso en honor al fallecido Nelson Mandela antes del aniversario número 100 de su nacimiento, “la política del miedo y el resentimiento y el atrincheramiento comenzaron a aparecer. Y esa clase de políticas ahora está en movimiento a un ritmo que parecía inimaginable hace solo unos años”.
El periodista Gregorio Meraz escribe en Los Ángeles Times que “el presidente Donald Trump se atrinchera por terror a investigaciones, juicios y olvido”.
El presidente electo de los Estados Unidos Joe Biden recibirá un país con enormes problemas de salud por el Covid-19 y sus graves impactos en la economía, un país dividido, una transición de gabinete en medio de una tormenta de furia y desconocimiento de la derrota, un pueblo donde hay miedos, resentimientos… y un presidente atrincherado.
Jacqueline Peschard escribió un artículo muy interesante en el mandato del sexenio anterior con el expresidente Peña en México y que me permito transcribir.
“Cuando un gobierno se repliega a sus trincheras es señal de que su legitimidad está mermada, que enfrenta una pérdida de autoridad, lo que es consecuencia de que el poder ha quedado despojado de las virtudes esenciales de la política, que son las de convencer a la población a favor de sus propuestas con argumentos sólidos y fundamentados. En cambio, un gobierno atrincherado recurre a la imposición, echa mano de su fuerza punitiva para limitar espacios de actuación que, en otros contextos, habrían sido no sólo bien acogidos, sino alentados”.
Pero también está el atrincheramiento social. Un pueblo que advierte falsedades, argumentos sin fundamento, expectativas ilusorias, hechos de una realidad que se disimula o se oculta, un tejido social disperso que vive en diferentes contextos y por ende diferentes realidades… aprende también emboscarse y a mentir… a ¡atrincherarse!
¡Hasta la próxima!