/ lunes 14 de junio de 2021

El autoengaño de la oposición

El seis de junio fue una elección atípica, donde los enemigos no se midieron en desacreditar a un gobierno legítimo, al que acusan de autoritario y bajo dicha calumnia sustentaron toda clase de bajezas electoreras, que si realmente el pueblo les hubiera creído, no hubiera quedado huella ni rastro de la actual administración federal.

Fue atosigante y empachante el escenario que crearon los empresarios cabezas huecas, pero siempre llenas de argucias, para defender sus intereses, siguiendo al pie de la letra los pasos de la fórmula que les trazara el ícono de las tretas y marrullerías Claudio X González, quien fuera el patrocinador del bombardeo inmisericorde que orquestaron en contra del presidente, así como diseñador de la divisa falsa, que sólo resistieron aquellos que detectaron que el pase al paraíso no lo autorizan los demonios que gozan de sus privilegios.

Poseídos por el mal se atrevieron a lo peor, a tal grado que los ensotanados no resistieron la tentación de contagiarse y formar parte activa de esa bacanal, donde el fuego y el azufre avasallaron la subliminación hipócrita y la tiñeron del descaro perverso, que seguramente los beatos sufrieron pena ajena cuando los llamaron a reflexionar el voto y no fue menos la de los miserables a quienes pidieron votar contra sí mismos.

La obsesión de la derecha por el poder es demoniaca. De ahí que el dinero para hacer lucir la guerra negra no tuvo límites, ni escrúpulos para engullir el seso de los remedos de izquierda, que sin brizna de vergüenza corrieron a hacerle el trabajo sucio, a cambio de deglutir sus heces y salvaguardar el derecho deleznable a seguir siendo rémoras, bajo el autoengaño triunfalista.

Y así cada quien con sus características, armaron la cadena de la serpiente para seducir con su labia a los incautos y atenazar con sus anillos a los que intentaran seguir dándole el respaldo al presidente. Se unieron para ser mayoría en la Cámara de Diputados, ya que el objetivo era darle cumplimiento a pie puntillas a la sentencia de Claudio X González: “O lo dejamos sin la cámara, o nos deja sin país”.

Así, ante dicha declaración de guerra, había que conjuntar todas las fuerzas y al grito de “fuera Morena” dio inicio la batalla sin cuartel, donde no habría tregua de descanso, hasta ver a morena vencida y corrida del congreso, donde el PRIAN armado de las cajas destempladas gozaría tocar la marcha de la humillación.

Pero como las cosas no sucedieron así, salió al quite la prensa nacional a ponderar un triunfo arrollador de la oposición, donde su estrategia era ponerlos a cantar una supuesta victoria que llorar una derrota. Y como la falsedad repetida muchas veces se hace verdad, lo que asimilan como tal los prianistas, sin reparar que todo está montado en una farsa de autoengaño mediático e imaginario, que disfrutan los supuestos ganadores y se burlan aquellos, que pese a la derrota que les endilga la oposición, seguirán con el bastón de mando, aunque les duela a los que aún prefieren una clase política corrupta y depredadora.

Ante dicha polémica, resalta en El Financiero del día 9 de junio, la opinión del senador Gustavo Madero, donde su comentario choca contra esa parafernalia triunfalista, al afirmar que, “los que querían frenar a Morena… ¡tienen muy poco que celebrar! Es un autoengaño afirmar que le quitaron la mayoría calificada a AMLO para impedirle modificar la Constitución. La verdad es que en 2018 tampoco ganaron mayoría calificada. Aunque nos duela reconocerlo Morena y sus aliados seguirán aprobando el presupuesto, todas las iniciativas y cambios legales que quieran con sus propios votos y podrán modificar la constitución y los nombramientos si convencen a algunos legisladores del PRI”.

Javier Corral, gobernador de Chihuahua, agrega un comentario en El Heraldo de Chihuahua: “Entre las peores cosas que hay en la política, es el autoengaño. En sentido contrario, como cauce para mejorar, la autocrítica. Madero pone el dedo en la llaga: Como se están magnificando los resultados de la alianza PRIAN, y en otros casos la distorsión, como autoengaño”. ¡Más claro para la inquina rastrera que cobra por querer tapar el sol con un dedo!

El seis de junio fue una elección atípica, donde los enemigos no se midieron en desacreditar a un gobierno legítimo, al que acusan de autoritario y bajo dicha calumnia sustentaron toda clase de bajezas electoreras, que si realmente el pueblo les hubiera creído, no hubiera quedado huella ni rastro de la actual administración federal.

Fue atosigante y empachante el escenario que crearon los empresarios cabezas huecas, pero siempre llenas de argucias, para defender sus intereses, siguiendo al pie de la letra los pasos de la fórmula que les trazara el ícono de las tretas y marrullerías Claudio X González, quien fuera el patrocinador del bombardeo inmisericorde que orquestaron en contra del presidente, así como diseñador de la divisa falsa, que sólo resistieron aquellos que detectaron que el pase al paraíso no lo autorizan los demonios que gozan de sus privilegios.

Poseídos por el mal se atrevieron a lo peor, a tal grado que los ensotanados no resistieron la tentación de contagiarse y formar parte activa de esa bacanal, donde el fuego y el azufre avasallaron la subliminación hipócrita y la tiñeron del descaro perverso, que seguramente los beatos sufrieron pena ajena cuando los llamaron a reflexionar el voto y no fue menos la de los miserables a quienes pidieron votar contra sí mismos.

La obsesión de la derecha por el poder es demoniaca. De ahí que el dinero para hacer lucir la guerra negra no tuvo límites, ni escrúpulos para engullir el seso de los remedos de izquierda, que sin brizna de vergüenza corrieron a hacerle el trabajo sucio, a cambio de deglutir sus heces y salvaguardar el derecho deleznable a seguir siendo rémoras, bajo el autoengaño triunfalista.

Y así cada quien con sus características, armaron la cadena de la serpiente para seducir con su labia a los incautos y atenazar con sus anillos a los que intentaran seguir dándole el respaldo al presidente. Se unieron para ser mayoría en la Cámara de Diputados, ya que el objetivo era darle cumplimiento a pie puntillas a la sentencia de Claudio X González: “O lo dejamos sin la cámara, o nos deja sin país”.

Así, ante dicha declaración de guerra, había que conjuntar todas las fuerzas y al grito de “fuera Morena” dio inicio la batalla sin cuartel, donde no habría tregua de descanso, hasta ver a morena vencida y corrida del congreso, donde el PRIAN armado de las cajas destempladas gozaría tocar la marcha de la humillación.

Pero como las cosas no sucedieron así, salió al quite la prensa nacional a ponderar un triunfo arrollador de la oposición, donde su estrategia era ponerlos a cantar una supuesta victoria que llorar una derrota. Y como la falsedad repetida muchas veces se hace verdad, lo que asimilan como tal los prianistas, sin reparar que todo está montado en una farsa de autoengaño mediático e imaginario, que disfrutan los supuestos ganadores y se burlan aquellos, que pese a la derrota que les endilga la oposición, seguirán con el bastón de mando, aunque les duela a los que aún prefieren una clase política corrupta y depredadora.

Ante dicha polémica, resalta en El Financiero del día 9 de junio, la opinión del senador Gustavo Madero, donde su comentario choca contra esa parafernalia triunfalista, al afirmar que, “los que querían frenar a Morena… ¡tienen muy poco que celebrar! Es un autoengaño afirmar que le quitaron la mayoría calificada a AMLO para impedirle modificar la Constitución. La verdad es que en 2018 tampoco ganaron mayoría calificada. Aunque nos duela reconocerlo Morena y sus aliados seguirán aprobando el presupuesto, todas las iniciativas y cambios legales que quieran con sus propios votos y podrán modificar la constitución y los nombramientos si convencen a algunos legisladores del PRI”.

Javier Corral, gobernador de Chihuahua, agrega un comentario en El Heraldo de Chihuahua: “Entre las peores cosas que hay en la política, es el autoengaño. En sentido contrario, como cauce para mejorar, la autocrítica. Madero pone el dedo en la llaga: Como se están magnificando los resultados de la alianza PRIAN, y en otros casos la distorsión, como autoengaño”. ¡Más claro para la inquina rastrera que cobra por querer tapar el sol con un dedo!