/ domingo 22 de diciembre de 2019

El calvario de los jubilados de la 44

Me había hecho el propósito de abordar este tema hasta cuando regresara de vacaciones, porque en dicho período son muy pocas personas las que se interesan por enterarse de los problemas que les atañen y más en el caso que me ocupa, dado que la mayoría de los jubilados, por enfermedad o comodidad han dejado de lado el interés por la lectura, salvo la del entretenimiento.

Pero como suele suceder, que algunas veces las circunstancias lo ponen a uno entre una disyuntiva y otra, he decidido en este caso, escoger la más adecuada en torno a los hechos recientes, ya que ha sido motivo de preocupación generalizada, la de los jubilados pertenecientes a la Sección 44, que se les pagara el aguinaldo en el último día que la ley marca como límite para ser entregado.

De ahí la razón de no esperar para hablar de los jubilados, ya que hacerlo no es acudir de los que elegante y económicamente disfrutan de una vida dorada, como premio a su retiro, salvo aquellos que bajo un entramado de trampas lograron alcanzar una pensión más que decorosa, boyante y creciente, pero son los menos.

Claro que dentro de este sector, también se acentúan muy marcadamente las diferencias, ya que existen los que con toda dignidad cumplieron y se fueron y se dejan ver bajo muy honrosas excepciones.

Pero los que no hacen honor a dicha regla son los que vemos del tingo al tango, tras el liderazgo, donde destacan aquellos que gozaban de los privilegios y prebendas del poder sindical. Esos que nunca se acostumbraron a vivir sin el favor y protección de la corrupción. Añoran los viejos tiempos de las gracias fáciles y los premios a la indolencia.

Pero también existen los que de corazón les gusta lucir la camiseta y son los que constituyen el grupo más grande y vulnerable de los jubilados, ya que su condición física y económica, no les permite defenderse más allá que la de quejarse ante la opinión pública, porque hacerlo ante los representantes sindicales es perder el tiempo, dado que es un secreto a voces que éstos se confabulan con el gobierno y de ahí juntos urden bisnes en su contra.

Y así los vemos proyectando la triste figura en todas partes, donde en la mayoría son ignorados y por ende abandonados a su suerte, donde sólo su ánimo y esfuerzo les permite deambular para conseguir lo que legítimamente les corresponde. Pero desafortunadamente pese a todo lo que les pasa y el trato ingrato que les dan, no pierden el sentido de la fe y la credibilidad, cuando los políticos de todas las corrientes y partidos los abrazan y los besan con el perverso afán de ganarse su voto y simpatía.

Y esa misma táctica impera en los liderazgos sindicales, cuando de forma vulgar y rastrera andan a la caza de su voto y dada la nobleza de su edad, por lo general siempre sucumben a favor del que los cautiva con su labia y que inocentemente no regatean en firmarle un cheque en blanco, para que de su patrimonio y voluntad hagan lo que les venga en gana. Así de ese tamaño, ha sido la incondicionalidad que los líderes reciben de ellos y la prueba es que jamás les han reprochado el mal uso que han hecho de la mesa que les dejaron servida, donde éstos se hartan y se revuelcan como fariseos.

Estos mismos fariseos saben cómo entretenerlos y conformarlos, valiéndose de madrotas y alcahuetes para que los controlen a su favor. De ahí que los veamos argentes acudir religiosamente a las reuniones que los llaman, donde el único asunto a tratar es la dádiva de atole con el dedo. Lo mismo sucede en los centros de entretenimiento, donde los entrenan para que canten y bailen y de ahí pasar a ser el hazme reír de aquellos que patrocinaron su gusto por las bellas artes.

Pero a ese ramillete de gracias se agregan los que no fallan a los eventos chilaquileros, donde el ágape decembrino con que los festejan tradicionalmente, se convierte en una tribuna de la elocuencia, donde los discursos de consideración y reconocimiento a los jubilados son conmovedores y éstos se emocionan tanto, que se entregan incondicionalmente por las falacias que les expresan y el plato de lentejas que les ofrecen.

Es tanta la nobleza de los jubilados que los líderes se dan el lujo de dilapidarla, porque a los docentes en retiro les basta una comida para refrendar su sometimiento y su lealtad a quienes traicionan su confianza y fingen defender sus derechos, arrogándose con el dinero ajeno el costo de la cortesía que los bribones se cobran muy bien a la hora de venderlos.

Ese es el estado de indefensión que padecen los trabajadores retirados del ejercicio educativo. Esa es la joya de la corona que capitalizan los líderes y el gobierno para burlarse de su condición, así como hacer de ella las transas y maniobras para salir del paso de las presiones que ejercen los que estrangulan la gobernabilidad y a quienes no les escatiman lo que exigen y que mejor caja chica que la Dirección de Pensiones, para sufragar todos los caprichos de los vivales. No quedando a la zaga los proyectos políticos que había que hacer ganar. De ahí el desorden financiero que impacta siempre en la parte más vulnerable.

Por eso desde que inició este sexenio gubernamental los maestros jubilados de la Sección 44 se las han visto negras, ya que con el pretexto de que “el pozo no tenía ni gota de agua”, pues han sido ellos los que han afrontado la sequía y por ende andar siempre muertos de sed.

Reformaron la Ley, porque eso salvaría del colapso a la institución, no así el calvario de los derechohabientes, dado que sus pagos sufren de algunas irregularidades, como el hecho de no depositar la quincena a las primeras horas del día que se cumple, basados en el argumento mordaz que el día de pago vence hasta las 12 PM.

Pero la gota que esta vez derramó el vaso, fue la tardanza de la entrega del aguinaldo, donde un grupo de maestros jubilados, no salidos de los perfiles antes descritos, se rebelaron y bloquearon algunas horas la calle Coronado, donde intempestivamente secuestraron al director de la institución y con el coraje a flor de piel, lo hicieron objeto de maltrato y reclamos muy airados, donde éste no tuvo más respuesta que la de repetir que “no hay dinero”.

De ahí que pese al control que le acreditamos a los liderazgos, con estas acciones de última hora se percibe en ellos un desgaste, donde ya no funcionan los oficios de las buenas relaciones y menos cuando han sido empleadas para regatear sus prestaciones, como los quinquenios y ahora el retraso del aguinaldo, que sin duda caldeo los ánimos cuando gobierno y líderes brindaban con champán, mientras los jubilados no brindaban ni con agua porque al parecer el pozo sigue seco.

Me había hecho el propósito de abordar este tema hasta cuando regresara de vacaciones, porque en dicho período son muy pocas personas las que se interesan por enterarse de los problemas que les atañen y más en el caso que me ocupa, dado que la mayoría de los jubilados, por enfermedad o comodidad han dejado de lado el interés por la lectura, salvo la del entretenimiento.

Pero como suele suceder, que algunas veces las circunstancias lo ponen a uno entre una disyuntiva y otra, he decidido en este caso, escoger la más adecuada en torno a los hechos recientes, ya que ha sido motivo de preocupación generalizada, la de los jubilados pertenecientes a la Sección 44, que se les pagara el aguinaldo en el último día que la ley marca como límite para ser entregado.

De ahí la razón de no esperar para hablar de los jubilados, ya que hacerlo no es acudir de los que elegante y económicamente disfrutan de una vida dorada, como premio a su retiro, salvo aquellos que bajo un entramado de trampas lograron alcanzar una pensión más que decorosa, boyante y creciente, pero son los menos.

Claro que dentro de este sector, también se acentúan muy marcadamente las diferencias, ya que existen los que con toda dignidad cumplieron y se fueron y se dejan ver bajo muy honrosas excepciones.

Pero los que no hacen honor a dicha regla son los que vemos del tingo al tango, tras el liderazgo, donde destacan aquellos que gozaban de los privilegios y prebendas del poder sindical. Esos que nunca se acostumbraron a vivir sin el favor y protección de la corrupción. Añoran los viejos tiempos de las gracias fáciles y los premios a la indolencia.

Pero también existen los que de corazón les gusta lucir la camiseta y son los que constituyen el grupo más grande y vulnerable de los jubilados, ya que su condición física y económica, no les permite defenderse más allá que la de quejarse ante la opinión pública, porque hacerlo ante los representantes sindicales es perder el tiempo, dado que es un secreto a voces que éstos se confabulan con el gobierno y de ahí juntos urden bisnes en su contra.

Y así los vemos proyectando la triste figura en todas partes, donde en la mayoría son ignorados y por ende abandonados a su suerte, donde sólo su ánimo y esfuerzo les permite deambular para conseguir lo que legítimamente les corresponde. Pero desafortunadamente pese a todo lo que les pasa y el trato ingrato que les dan, no pierden el sentido de la fe y la credibilidad, cuando los políticos de todas las corrientes y partidos los abrazan y los besan con el perverso afán de ganarse su voto y simpatía.

Y esa misma táctica impera en los liderazgos sindicales, cuando de forma vulgar y rastrera andan a la caza de su voto y dada la nobleza de su edad, por lo general siempre sucumben a favor del que los cautiva con su labia y que inocentemente no regatean en firmarle un cheque en blanco, para que de su patrimonio y voluntad hagan lo que les venga en gana. Así de ese tamaño, ha sido la incondicionalidad que los líderes reciben de ellos y la prueba es que jamás les han reprochado el mal uso que han hecho de la mesa que les dejaron servida, donde éstos se hartan y se revuelcan como fariseos.

Estos mismos fariseos saben cómo entretenerlos y conformarlos, valiéndose de madrotas y alcahuetes para que los controlen a su favor. De ahí que los veamos argentes acudir religiosamente a las reuniones que los llaman, donde el único asunto a tratar es la dádiva de atole con el dedo. Lo mismo sucede en los centros de entretenimiento, donde los entrenan para que canten y bailen y de ahí pasar a ser el hazme reír de aquellos que patrocinaron su gusto por las bellas artes.

Pero a ese ramillete de gracias se agregan los que no fallan a los eventos chilaquileros, donde el ágape decembrino con que los festejan tradicionalmente, se convierte en una tribuna de la elocuencia, donde los discursos de consideración y reconocimiento a los jubilados son conmovedores y éstos se emocionan tanto, que se entregan incondicionalmente por las falacias que les expresan y el plato de lentejas que les ofrecen.

Es tanta la nobleza de los jubilados que los líderes se dan el lujo de dilapidarla, porque a los docentes en retiro les basta una comida para refrendar su sometimiento y su lealtad a quienes traicionan su confianza y fingen defender sus derechos, arrogándose con el dinero ajeno el costo de la cortesía que los bribones se cobran muy bien a la hora de venderlos.

Ese es el estado de indefensión que padecen los trabajadores retirados del ejercicio educativo. Esa es la joya de la corona que capitalizan los líderes y el gobierno para burlarse de su condición, así como hacer de ella las transas y maniobras para salir del paso de las presiones que ejercen los que estrangulan la gobernabilidad y a quienes no les escatiman lo que exigen y que mejor caja chica que la Dirección de Pensiones, para sufragar todos los caprichos de los vivales. No quedando a la zaga los proyectos políticos que había que hacer ganar. De ahí el desorden financiero que impacta siempre en la parte más vulnerable.

Por eso desde que inició este sexenio gubernamental los maestros jubilados de la Sección 44 se las han visto negras, ya que con el pretexto de que “el pozo no tenía ni gota de agua”, pues han sido ellos los que han afrontado la sequía y por ende andar siempre muertos de sed.

Reformaron la Ley, porque eso salvaría del colapso a la institución, no así el calvario de los derechohabientes, dado que sus pagos sufren de algunas irregularidades, como el hecho de no depositar la quincena a las primeras horas del día que se cumple, basados en el argumento mordaz que el día de pago vence hasta las 12 PM.

Pero la gota que esta vez derramó el vaso, fue la tardanza de la entrega del aguinaldo, donde un grupo de maestros jubilados, no salidos de los perfiles antes descritos, se rebelaron y bloquearon algunas horas la calle Coronado, donde intempestivamente secuestraron al director de la institución y con el coraje a flor de piel, lo hicieron objeto de maltrato y reclamos muy airados, donde éste no tuvo más respuesta que la de repetir que “no hay dinero”.

De ahí que pese al control que le acreditamos a los liderazgos, con estas acciones de última hora se percibe en ellos un desgaste, donde ya no funcionan los oficios de las buenas relaciones y menos cuando han sido empleadas para regatear sus prestaciones, como los quinquenios y ahora el retraso del aguinaldo, que sin duda caldeo los ánimos cuando gobierno y líderes brindaban con champán, mientras los jubilados no brindaban ni con agua porque al parecer el pozo sigue seco.