/ domingo 4 de octubre de 2020

El cáncer de la indiferencia

De manera inexplicable el gobierno federal ha tomado la decisión de desmantelar el Fondo de Gastos Catastróficos, el que contenía los recursos para atender a pacientes de cáncer, además de otros padecimientos de especialidad, considerados de alto costo en nuestro país; ello a pesar de que el cáncer de mama es el más común entre las mujeres en todo el mundo, en tanto que en México ocupa la tercera causa de muerte después de las enfermedades cardiovasculares y la diabetes, según datos del INEGI.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, en los países en desarrollo hay menos posibilidades de que las mujeres puedan sobrevivir al cáncer de mama debido a que acuden tardíamente a los servicios de detección y a recibir su tratamiento. Según cifras oficiales, 12 mujeres pierden la vida diariamente por estas causas.

La atención del cáncer de por sí es complicada, pero se agrava gracias a la coyuntura: por una parte ya no se cuenta con los recursos del Fondo de Gastos Catastróficos que servían para atender a las mujeres que padecen el cáncer de mama, lo mismo en cuanto al cáncer de niños y adolescentes, de médula ósea, así como de otros tipos congénitos; y por otra parte, la emergencia sanitaria del Covid-19 ha provocado que la detección oportuna de estas enfermedades se desplome de manera considerable.

Ante la prioridad que los servicios de salud le han dado al control de la emergencia sanitaria, la atención de enfermedades como el cáncer, la diabetes, los problemas cardiovasculares, el VIH y otras han quedado prácticamente relegadas. Según la Secretaría de Salud 1.5 millones de personas han dejado de ser atendidas de manera habitual en hospitales públicos debido a la focalización para cuidar y curar a las personas afectadas por la pandemia.

El escenario no es alentador si consideramos que la emergencia no sólo ha provocado el descuido en la atención del cáncer, también podría estar generando su incremento: de acuerdo con las cifras de la Organización Mundial de Salud (OMS), el 21% de las muertes por cáncer de mama registradas en el mundo son atribuibles al consumo de alcohol, una alimentación alta en conservadores y la falta de actividad física, las que podrían estar aumentando por el confinamiento domiciliario.

Es claro que entre las grandes lecciones en materia de salud que nos ha dejado el coronavirus es que los hábitos personales impactan necesariamente en el debilitamiento o fortalecimiento de los sistemas de salud. Las enfermedades crónicas degenerativas y las que tienen prevalencia para el desarrollo del Covid-19, así como de algunos tipos de cáncer, han comprometido no sólo la calidad de vida de quienes las padecen, también han puesto en jaque la capacidad de los sistemas de salud en la mayoría de los países.

El actual escenario, por inédito y complejo, nos convoca a reflexionar sobre la importancia que tiene la prevención de la salud en todos los ámbitos. La responsabilidad individual es fundamental para prevenir enfermedades que impacten en nuestra calidad de vida. Todo Gobierno que se ufane de privilegiar el interés colectivo y de garantizar el pleno goce de los Derechos Humanos tiene la obligación de prevenir y cuidar que los mecanismos institucionales de salud estén fortalecidos en todo momento para responder con atención adecuada a quienes padecen alguna enfermedad delicada con un diagnóstico repentino.

Los desafíos en materia de salud en nuestro país son enormes. Hay miles de mujeres, hombres y niños que en este momento están en espera de medicamentos y tratamientos necesarios para continuar en su lucha contra el cáncer, por ello la cancelación del Fondo de Gastos Catastróficos revela indiferencia para atender a estos seres humanos que siempre deberían ser la más alta prioridad.

Estamos a la espera que el Gobierno Federal anuncie nuevos mecanismos financieros que le permitan al sector salud adquirir medicamentos, equipo y contratar personal médico profesional para no dejar en el desamparo a quienes tienen el infortunio de padecer una enfermedad grave.

Como dijo Oliver Wendell Holmes: “La ciencia es un magnífico mobiliario para el piso superior de un hombre, siempre y cuando su sentido común esté en la planta baja”.

A los gobernantes no sólo les está faltando en varias de sus decisiones sentido común, también sensibilidad social y política para estar a la altura de las circunstancias.

De manera inexplicable el gobierno federal ha tomado la decisión de desmantelar el Fondo de Gastos Catastróficos, el que contenía los recursos para atender a pacientes de cáncer, además de otros padecimientos de especialidad, considerados de alto costo en nuestro país; ello a pesar de que el cáncer de mama es el más común entre las mujeres en todo el mundo, en tanto que en México ocupa la tercera causa de muerte después de las enfermedades cardiovasculares y la diabetes, según datos del INEGI.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, en los países en desarrollo hay menos posibilidades de que las mujeres puedan sobrevivir al cáncer de mama debido a que acuden tardíamente a los servicios de detección y a recibir su tratamiento. Según cifras oficiales, 12 mujeres pierden la vida diariamente por estas causas.

La atención del cáncer de por sí es complicada, pero se agrava gracias a la coyuntura: por una parte ya no se cuenta con los recursos del Fondo de Gastos Catastróficos que servían para atender a las mujeres que padecen el cáncer de mama, lo mismo en cuanto al cáncer de niños y adolescentes, de médula ósea, así como de otros tipos congénitos; y por otra parte, la emergencia sanitaria del Covid-19 ha provocado que la detección oportuna de estas enfermedades se desplome de manera considerable.

Ante la prioridad que los servicios de salud le han dado al control de la emergencia sanitaria, la atención de enfermedades como el cáncer, la diabetes, los problemas cardiovasculares, el VIH y otras han quedado prácticamente relegadas. Según la Secretaría de Salud 1.5 millones de personas han dejado de ser atendidas de manera habitual en hospitales públicos debido a la focalización para cuidar y curar a las personas afectadas por la pandemia.

El escenario no es alentador si consideramos que la emergencia no sólo ha provocado el descuido en la atención del cáncer, también podría estar generando su incremento: de acuerdo con las cifras de la Organización Mundial de Salud (OMS), el 21% de las muertes por cáncer de mama registradas en el mundo son atribuibles al consumo de alcohol, una alimentación alta en conservadores y la falta de actividad física, las que podrían estar aumentando por el confinamiento domiciliario.

Es claro que entre las grandes lecciones en materia de salud que nos ha dejado el coronavirus es que los hábitos personales impactan necesariamente en el debilitamiento o fortalecimiento de los sistemas de salud. Las enfermedades crónicas degenerativas y las que tienen prevalencia para el desarrollo del Covid-19, así como de algunos tipos de cáncer, han comprometido no sólo la calidad de vida de quienes las padecen, también han puesto en jaque la capacidad de los sistemas de salud en la mayoría de los países.

El actual escenario, por inédito y complejo, nos convoca a reflexionar sobre la importancia que tiene la prevención de la salud en todos los ámbitos. La responsabilidad individual es fundamental para prevenir enfermedades que impacten en nuestra calidad de vida. Todo Gobierno que se ufane de privilegiar el interés colectivo y de garantizar el pleno goce de los Derechos Humanos tiene la obligación de prevenir y cuidar que los mecanismos institucionales de salud estén fortalecidos en todo momento para responder con atención adecuada a quienes padecen alguna enfermedad delicada con un diagnóstico repentino.

Los desafíos en materia de salud en nuestro país son enormes. Hay miles de mujeres, hombres y niños que en este momento están en espera de medicamentos y tratamientos necesarios para continuar en su lucha contra el cáncer, por ello la cancelación del Fondo de Gastos Catastróficos revela indiferencia para atender a estos seres humanos que siempre deberían ser la más alta prioridad.

Estamos a la espera que el Gobierno Federal anuncie nuevos mecanismos financieros que le permitan al sector salud adquirir medicamentos, equipo y contratar personal médico profesional para no dejar en el desamparo a quienes tienen el infortunio de padecer una enfermedad grave.

Como dijo Oliver Wendell Holmes: “La ciencia es un magnífico mobiliario para el piso superior de un hombre, siempre y cuando su sentido común esté en la planta baja”.

A los gobernantes no sólo les está faltando en varias de sus decisiones sentido común, también sensibilidad social y política para estar a la altura de las circunstancias.