/ sábado 21 de agosto de 2021

El color del semáforo

"Debes tener mucho cuidado si te detienes en esta esquina a esta hora”. Esas eran las palabras de mi papá cuando regresábamos muy tarde de su trabajo y al llegar a la intersección de Monteverde y Mosconi pasábamos con precaución el semáforo en rojo, porque en esa zona del conurbano bonaerense y a esas horas de la madrugada hacerle caso al alto implicaba exponerse a un inminente asalto a mano armada, incluyendo el riesgo de perder la vida.

Hace poco recibí un documento estadístico oficial titulado “Impacto de la pandemia en niños, niñas y adolescentes” preparando a los papás para el regreso a clases. Con gráficos y cifras alarmantes se describe el aumento exponencial de la violencia familiar, lesiones por violencia, embarazos no deseados, homicidios, desaparición y suicidios, nada menos que mil ciento cincuenta, récord histórico, todo en la población de niños y adolescentes en el país.

Para ser honestos, el documento no describe el impacto de la pandemia en la población infanto-adolescente sino el impacto de la otra pandemia: La del confinamiento, con todas sus consecuencias: Estrés, aislamiento, frustración, y sobre todo depresión.

A estas alturas ya es claro el mensaje del gobierno: Cuidarse es responsabilidad de cada uno, el semáforo epidemiológico es sólo una guía, no debe tomarse de manera taxativa sino ilustrativa, no es coercitivo sino orientativo. Me lo dijo un médico amigo: Las acciones sanitarias en México fueron diseñadas para evitar el mayor contagio en una población tan vulnerable y así reducir el potencial número de muertos. Así que desde este espacio de opinión sugiero: Sin perder de vista a los más vulnerables, hagamos uso también del sentido común que Dios nos dio: Decide si pararte en rojo te salvará la vida o te expondrá a la misma muerte.


leonardolombar@gmail.com

"Debes tener mucho cuidado si te detienes en esta esquina a esta hora”. Esas eran las palabras de mi papá cuando regresábamos muy tarde de su trabajo y al llegar a la intersección de Monteverde y Mosconi pasábamos con precaución el semáforo en rojo, porque en esa zona del conurbano bonaerense y a esas horas de la madrugada hacerle caso al alto implicaba exponerse a un inminente asalto a mano armada, incluyendo el riesgo de perder la vida.

Hace poco recibí un documento estadístico oficial titulado “Impacto de la pandemia en niños, niñas y adolescentes” preparando a los papás para el regreso a clases. Con gráficos y cifras alarmantes se describe el aumento exponencial de la violencia familiar, lesiones por violencia, embarazos no deseados, homicidios, desaparición y suicidios, nada menos que mil ciento cincuenta, récord histórico, todo en la población de niños y adolescentes en el país.

Para ser honestos, el documento no describe el impacto de la pandemia en la población infanto-adolescente sino el impacto de la otra pandemia: La del confinamiento, con todas sus consecuencias: Estrés, aislamiento, frustración, y sobre todo depresión.

A estas alturas ya es claro el mensaje del gobierno: Cuidarse es responsabilidad de cada uno, el semáforo epidemiológico es sólo una guía, no debe tomarse de manera taxativa sino ilustrativa, no es coercitivo sino orientativo. Me lo dijo un médico amigo: Las acciones sanitarias en México fueron diseñadas para evitar el mayor contagio en una población tan vulnerable y así reducir el potencial número de muertos. Así que desde este espacio de opinión sugiero: Sin perder de vista a los más vulnerables, hagamos uso también del sentido común que Dios nos dio: Decide si pararte en rojo te salvará la vida o te expondrá a la misma muerte.


leonardolombar@gmail.com

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