/ sábado 14 de agosto de 2021

El conde de Saint Germain

El conde de Saint Germain fue un enigmático personaje descrito como cortesano, aventurero, inventor, alquimista, pianista, violinista y compositor aficionado, pero es mejor conocido como una figura recurrente en varias historias de temática ocultista.

No se sabe a ciencia cierta cuándo y dónde nació, aunque algunos dicen que nació el 26 de mayo de 1696 en un castillo de los Montes Cárpatos situados en el este de Europa. Su muerte se anunció oficialmente el 27 de febrero de 1784 en Silesia, Prusia.

Era un hombre muy educado, elegante y noble. Hablaba a la perfección francés, inglés, italiano, chino, árabe y sánscrito. También tenía vastos conocimientos sobre política, artes, ciencias, poesía, medicina, química, música y pintura. Al desenvolverse en altos medios sociales fue conocido en varias épocas y en distintos lugares, pero con el mismo aspecto.

El libro escrito por Conny Méndez “El conde de Saint Germain”, pretende aclarar ciertos enigmas que quedaron en las mentes después de su desaparición en el siglo XVIII, y comunicar algunas revelaciones que se encuentran al final de la obra, cuyas aclaratorias son de gran valor para completar la enseñanza metafísica para la Nueva Era.

Saint Germain fue muy apreciado por los reyes, altos personajes, por la nobleza en general, especialmente, por Luis XV de Francia, Pedro el Grande y Catalina de Rusia. En 1758, ya era conocido en Francia y Rusia, defendieron los ideales de libertad, igualdad y fraternidad.

Una de las primeras referencias procede de Londres y Viena, a mediados del siglo XVIII. El parlamentario inglés Horace Walpole hace referencia a Saint Germain en una carta donde dice que es un músico maravilloso, aunque éste no es su verdadero nombre y que no dice a nadie quién es ni dónde viene. Le describen como un hombre que rondaba los 45 años, de piel morena, cabello negro y vistiendo con elegancia, además de llevar siempre encima una gran cantidad de diamantes, que utilizaba en vez de dinero.

Estando en Austria, Saint Germain fue capaz de sanar contra todo pronóstico al mariscal francés Belle Isle, que había sido herido de gravedad en Alemania. En agradecimiento, el militar le llevó a París, donde puso a su disposición un laboratorio muy bien equipado. Fue precisamente en esta ciudad donde empezó a forjarse la leyenda de Saint Germain. Según otras versiones, el conde de Saint Germain aparece en Francia en 1758 procedente de Holanda, Inglaterra y Alemania, países que había estado visitando en misiones políticas.

Además de curar al mariscal, revivió a una joven amiga de Madame de Pompadour, cuando un envenenamiento causado por setas casi la lleva a la tumba. Sin olvidarnos de su brillante conversación en la que intercalaba frases donde afirmaba que era inmortal gracias a un elixir de su propia invención. Y llegada más lejos al decir a sus amigos que había estado presente como testigo en las bodas de Canaán y que “siempre supo que Jesucristo tendría un mal final”.

A través de Madame de Pompadur conoce al rey Luis XV. Empezó a desgranar sus dotes artísticas, pintaba cuadros, tocaba el piano y el violín así como diplomáticas ya que hablaba más de 15 idiomas. La confianza llegó a tanto que en 1760 el monarca encomendó la misión de viajar a La Haya para negociar un empréstito destinado a financiar los gastos militares de una guerra contra Inglaterra.

Allí se encontró con Casanova con el que tuvo algún que otro problema en Toumai, Bélgica, al convertir una moneda de plata en oro. Casanova manifestó sus dudas y le acusó de haber dado el cambiazo. El conde entonces contestó: “El que duda de mis conocimientos no merece hablar conmigo” y le mostró la puerta de salida. Y no menos virulentos fueron sus encontronazos con el duque de Choisel quien le acusó de servir sus propios intereses en lugar de los de la corona francesa.

En Rusia se hizo llamar general Welldone, nombre extravagante que significa “bien hecho” en inglés. Lo de conde marqués, duque o general le debía parecer poco así que en Núremberg apareció bajo el nombre de príncipe Rakoczy, de donde tuvo que huir en 1776 y en su peregrinaje llega en 1779 a Eckenförde, en Prusia, situado en el estado de Schlewing, donde convenció al príncipe Carlos de Hesse-Cassel para que le contratara en su laboratorio, hasta que el 27 de febrero de 1784 fallece, oficialmente, en la residencia del príncipe.

Éste quema todos sus papeles y allí dicen que fue sepultado bajo un epitafio que dice: “Aquel que se hizo llamar conde de Saint Germain y Welldone, y sobre el que no existen otras informaciones, ha sido enterrado en esta iglesia”.

Fue uno de los principales incentivadores del movimiento de los rosacruces. Incluso hay quien afirma que es el propio Christian Rosenkreuz y se ha llegado a asegurar que fue el filósofo y científico inglés Francis Bacon.

Para los teósofos, el Conde de Saint Germain se ha convertido en un maestro Ascendido que vive en el Tibet y hay quien se hace pasar por él, como ocurrió con Richard Chanfray haciendo trasmutaciones alquímicas con la piedra filosofal en la televisión europea.

El conde de Saint Germain fue un enigmático personaje descrito como cortesano, aventurero, inventor, alquimista, pianista, violinista y compositor aficionado, pero es mejor conocido como una figura recurrente en varias historias de temática ocultista.

No se sabe a ciencia cierta cuándo y dónde nació, aunque algunos dicen que nació el 26 de mayo de 1696 en un castillo de los Montes Cárpatos situados en el este de Europa. Su muerte se anunció oficialmente el 27 de febrero de 1784 en Silesia, Prusia.

Era un hombre muy educado, elegante y noble. Hablaba a la perfección francés, inglés, italiano, chino, árabe y sánscrito. También tenía vastos conocimientos sobre política, artes, ciencias, poesía, medicina, química, música y pintura. Al desenvolverse en altos medios sociales fue conocido en varias épocas y en distintos lugares, pero con el mismo aspecto.

El libro escrito por Conny Méndez “El conde de Saint Germain”, pretende aclarar ciertos enigmas que quedaron en las mentes después de su desaparición en el siglo XVIII, y comunicar algunas revelaciones que se encuentran al final de la obra, cuyas aclaratorias son de gran valor para completar la enseñanza metafísica para la Nueva Era.

Saint Germain fue muy apreciado por los reyes, altos personajes, por la nobleza en general, especialmente, por Luis XV de Francia, Pedro el Grande y Catalina de Rusia. En 1758, ya era conocido en Francia y Rusia, defendieron los ideales de libertad, igualdad y fraternidad.

Una de las primeras referencias procede de Londres y Viena, a mediados del siglo XVIII. El parlamentario inglés Horace Walpole hace referencia a Saint Germain en una carta donde dice que es un músico maravilloso, aunque éste no es su verdadero nombre y que no dice a nadie quién es ni dónde viene. Le describen como un hombre que rondaba los 45 años, de piel morena, cabello negro y vistiendo con elegancia, además de llevar siempre encima una gran cantidad de diamantes, que utilizaba en vez de dinero.

Estando en Austria, Saint Germain fue capaz de sanar contra todo pronóstico al mariscal francés Belle Isle, que había sido herido de gravedad en Alemania. En agradecimiento, el militar le llevó a París, donde puso a su disposición un laboratorio muy bien equipado. Fue precisamente en esta ciudad donde empezó a forjarse la leyenda de Saint Germain. Según otras versiones, el conde de Saint Germain aparece en Francia en 1758 procedente de Holanda, Inglaterra y Alemania, países que había estado visitando en misiones políticas.

Además de curar al mariscal, revivió a una joven amiga de Madame de Pompadour, cuando un envenenamiento causado por setas casi la lleva a la tumba. Sin olvidarnos de su brillante conversación en la que intercalaba frases donde afirmaba que era inmortal gracias a un elixir de su propia invención. Y llegada más lejos al decir a sus amigos que había estado presente como testigo en las bodas de Canaán y que “siempre supo que Jesucristo tendría un mal final”.

A través de Madame de Pompadur conoce al rey Luis XV. Empezó a desgranar sus dotes artísticas, pintaba cuadros, tocaba el piano y el violín así como diplomáticas ya que hablaba más de 15 idiomas. La confianza llegó a tanto que en 1760 el monarca encomendó la misión de viajar a La Haya para negociar un empréstito destinado a financiar los gastos militares de una guerra contra Inglaterra.

Allí se encontró con Casanova con el que tuvo algún que otro problema en Toumai, Bélgica, al convertir una moneda de plata en oro. Casanova manifestó sus dudas y le acusó de haber dado el cambiazo. El conde entonces contestó: “El que duda de mis conocimientos no merece hablar conmigo” y le mostró la puerta de salida. Y no menos virulentos fueron sus encontronazos con el duque de Choisel quien le acusó de servir sus propios intereses en lugar de los de la corona francesa.

En Rusia se hizo llamar general Welldone, nombre extravagante que significa “bien hecho” en inglés. Lo de conde marqués, duque o general le debía parecer poco así que en Núremberg apareció bajo el nombre de príncipe Rakoczy, de donde tuvo que huir en 1776 y en su peregrinaje llega en 1779 a Eckenförde, en Prusia, situado en el estado de Schlewing, donde convenció al príncipe Carlos de Hesse-Cassel para que le contratara en su laboratorio, hasta que el 27 de febrero de 1784 fallece, oficialmente, en la residencia del príncipe.

Éste quema todos sus papeles y allí dicen que fue sepultado bajo un epitafio que dice: “Aquel que se hizo llamar conde de Saint Germain y Welldone, y sobre el que no existen otras informaciones, ha sido enterrado en esta iglesia”.

Fue uno de los principales incentivadores del movimiento de los rosacruces. Incluso hay quien afirma que es el propio Christian Rosenkreuz y se ha llegado a asegurar que fue el filósofo y científico inglés Francis Bacon.

Para los teósofos, el Conde de Saint Germain se ha convertido en un maestro Ascendido que vive en el Tibet y hay quien se hace pasar por él, como ocurrió con Richard Chanfray haciendo trasmutaciones alquímicas con la piedra filosofal en la televisión europea.