/ martes 1 de octubre de 2019

El decano Eduardo Campos: Identidad y filantropía

Recientemente, Eduardo Campos Rodríguez fue distinguido por su ejemplar trayectoria universitaria y admirado académico, como decano de la Universidad Juárez del Estado de Durango, título otorgado en sesión solemne de la honorable Junta Directiva, a propuesta del rector de la UJED, Rubén Solís Ríos.

En la década de los noventa tuve el privilegio de ser su alumno en la asignatura de Derecho Notarial, en la Facultad de Derecho de la UJED, su cátedra siempre se encaminó a la reflexión y a la excelencia académica, ayudándonos a desentrañar los intrincados vericuetos jurídicos.

Su cátedra, siempre fue -es-, un festín académico de proporciones inconmensurables en materia jurídica e histórica. Sobra referir que sus recientes textos relativos al Derecho Notarial en Durango son obras financiadas de su peculio, que fueron escritas con la pasión de un jurista con ímpetu literario, ataviado con la erudición de un hombre experimentado en las lides notariales, impregnado con la praxis legislativa, sin duda, la combinación perfecta de quien dicta las leyes y las lleva a la práctica.

Un personaje que se encuentra vigente en la vida social, política y académica de los durangueños, un hombre que no renuncia a sus orígenes, digno es de referir, que Eduardo Campos es descendiente directo del ilustre revolucionario lerdense, general Jesús José “Cheché” Campos, quien fuera fusilado en 1913, por sus adversarios, sobra mencionar que su fusilamiento se verificó frente al pelotón y sin vendaje en sus ojos, como fue su voluntad, escuchando la melodía de su predilección “El Abandonado”. Cheché Campos fue un personaje fiel a sus convicciones personales y revolucionarias, que dio ejemplo de valentía, serenidad y aplomo, aun en circunstancias adversas.

De esa madera está formado el notario público Lalo Campos Rodríguez, su currículum personal está salpicado de interesantes relatos que dan cuenta de su formación política y social. Durante años, fue asistente de la poetisa Olga Arias, cuando ella estuvo al frente del Departamento de Difusión y Extensión Universitaria, y juntos emprendieron algunas investigaciones de los personajes ilustres de Durango, el cual por razones que desconozco no se imprimió el libro, pero se puede saborear de la delicia del borrador del prólogo que fue confeccionado por el propio licenciado Campos.

Por su desempeño como funcionario público en su quehacer de Notario Público en Guadalupe Victoria, Dgo., conquistó el cariño de los habitantes de la región llanera, valorándolo por su don de gentes y filantropía, y es considerado como un ciudadano distinguido.

En su labor política y de funcionario público, ocupó entre muchos cargos, el de oficial mayor durante el gobierno de Maximiliano Silerio Esparza, un espacio que el propio Eduardo Campos lo consideró como un semillero imprescindible para hacer amigos y servir a la sociedad. Si bien es cierto que durante su carrera política tuvo algunos descalabros, éstos le ayudaron a su crecimiento y a fortalecer su espíritu emprendedor. Su sólida formación académica le permitió desde su juventud, introducirse al ambiente universitario; un ser humano en toda la extensión de la palabra, que vive intensamente el legado histórico, personal y profesional.

No se puede entender la vida universitaria de la UJED sin el ingrediente personal de Eduardo Campos, quien goza de una enorme aceptación y popularidad al interior de la fraternidad universitaria, pero sobre todo, cuenta con el cariño de la gente, -aunque él no lo diga por su modestia- que ha sido beneficiada por el corazón protector del gran filántropo que lo distingue.

¡Salud y larga vida, a mi maestro el Lic. Eduardo Campos!

Recientemente, Eduardo Campos Rodríguez fue distinguido por su ejemplar trayectoria universitaria y admirado académico, como decano de la Universidad Juárez del Estado de Durango, título otorgado en sesión solemne de la honorable Junta Directiva, a propuesta del rector de la UJED, Rubén Solís Ríos.

En la década de los noventa tuve el privilegio de ser su alumno en la asignatura de Derecho Notarial, en la Facultad de Derecho de la UJED, su cátedra siempre se encaminó a la reflexión y a la excelencia académica, ayudándonos a desentrañar los intrincados vericuetos jurídicos.

Su cátedra, siempre fue -es-, un festín académico de proporciones inconmensurables en materia jurídica e histórica. Sobra referir que sus recientes textos relativos al Derecho Notarial en Durango son obras financiadas de su peculio, que fueron escritas con la pasión de un jurista con ímpetu literario, ataviado con la erudición de un hombre experimentado en las lides notariales, impregnado con la praxis legislativa, sin duda, la combinación perfecta de quien dicta las leyes y las lleva a la práctica.

Un personaje que se encuentra vigente en la vida social, política y académica de los durangueños, un hombre que no renuncia a sus orígenes, digno es de referir, que Eduardo Campos es descendiente directo del ilustre revolucionario lerdense, general Jesús José “Cheché” Campos, quien fuera fusilado en 1913, por sus adversarios, sobra mencionar que su fusilamiento se verificó frente al pelotón y sin vendaje en sus ojos, como fue su voluntad, escuchando la melodía de su predilección “El Abandonado”. Cheché Campos fue un personaje fiel a sus convicciones personales y revolucionarias, que dio ejemplo de valentía, serenidad y aplomo, aun en circunstancias adversas.

De esa madera está formado el notario público Lalo Campos Rodríguez, su currículum personal está salpicado de interesantes relatos que dan cuenta de su formación política y social. Durante años, fue asistente de la poetisa Olga Arias, cuando ella estuvo al frente del Departamento de Difusión y Extensión Universitaria, y juntos emprendieron algunas investigaciones de los personajes ilustres de Durango, el cual por razones que desconozco no se imprimió el libro, pero se puede saborear de la delicia del borrador del prólogo que fue confeccionado por el propio licenciado Campos.

Por su desempeño como funcionario público en su quehacer de Notario Público en Guadalupe Victoria, Dgo., conquistó el cariño de los habitantes de la región llanera, valorándolo por su don de gentes y filantropía, y es considerado como un ciudadano distinguido.

En su labor política y de funcionario público, ocupó entre muchos cargos, el de oficial mayor durante el gobierno de Maximiliano Silerio Esparza, un espacio que el propio Eduardo Campos lo consideró como un semillero imprescindible para hacer amigos y servir a la sociedad. Si bien es cierto que durante su carrera política tuvo algunos descalabros, éstos le ayudaron a su crecimiento y a fortalecer su espíritu emprendedor. Su sólida formación académica le permitió desde su juventud, introducirse al ambiente universitario; un ser humano en toda la extensión de la palabra, que vive intensamente el legado histórico, personal y profesional.

No se puede entender la vida universitaria de la UJED sin el ingrediente personal de Eduardo Campos, quien goza de una enorme aceptación y popularidad al interior de la fraternidad universitaria, pero sobre todo, cuenta con el cariño de la gente, -aunque él no lo diga por su modestia- que ha sido beneficiada por el corazón protector del gran filántropo que lo distingue.

¡Salud y larga vida, a mi maestro el Lic. Eduardo Campos!