/ viernes 23 de agosto de 2019

El deleite de una bonita narración

Al igual que la música que estimo de mi agrado y escucho con atención, de la misma manera, la sutil y buena lectura, realiza una sensación que ensancha el espíritu, al grado de apreciar que se desborda en mi interior y se unifica con la paz gratificante que desde mi cerebro se concibe.

Dicen los eruditos que una buena escritura produce vitalidad en un yermo y en el mutismo rememora bellas melodías, los pensamientos estimulan la profundidad que descubren realidades y aglutinan ideas más despejadas. Y así como la música bien combina los sonidos con el tiempo, la buena escritura con un fino estilo y tono bien equilibrado, igualmente armoniza tiempo y espacio e induce a emociones asombrosas y extraordinarias que vivifican en nuestro ser.

Detallo lo anterior, pues una de mis hijas cuyo nombre es Laurencia Zavala Banda, tiene el don de expresarse en sus escritos y transmite con un ritmo equilibrado, directa y metafóricamente sus inquietudes y vivencias, y yo, como mamá cuervo lo hizo al describir a sus hijos, me ensancho y presumo el último escrito que desde Ascalón, en Israel, lugar en el que por el momento ella radica, y desde allá la consultan, como buena maestra en psicología que es, para terapia en línea, y escribió lo siguiente:

“Hace tiempo había leído una petición de ayuda de una mujer de la que hoy me inspiro para hacer esta denuncia.

Hace 15 meses que estoy en una relación unilateral con un hombre y es momento de romper el silencio.

En todo este tiempo no me he separado de él más que algunas horas y, aún así, no le es suficiente para dejarme libre.

No puedo alejarme ni unos metros porque siempre existe algún tipo de objeción ante mi ausencia.

Ya no puedo bañarme, vestirme, cocinar o incluso ir al baño, sin que exista un reclamo por no darle mi atención exclusiva.

Desde que nuestra relación inició, todos nuestros pasatiempos giran en torno a sus gustos. He descuidado mis relaciones sociales y decepcioné algunas amistades que no comprendieron mi aislamiento.

Ha invadido completamente mi vida, nuestra casa está llena de artefactos suyos y lo peor, es que paso todo el día levantando sus cosas. Y qué decir de las noches en las que también me solicita, no ha habido una sola que haya dormido por completo en estos más de 15 meses.

Debo confesar que también he recibido agresiones de su parte. Ayer me dio un golpe en la cara y no hace mucho, tuvimos una época en la que solía morderme. No sé por qué, pero parecía fascinarle mis gestos de dolor cada vez que lo hacía.

Ahora disfruta pellizcar el gordito de mi brazo cuando trata de dormir y se ha mostrado entusiasmado de verme enojar al jalar mi pelo.

Continuamente me grita y no parece importarle hacerlo en lugares públicos.

En ocasiones tiene desbordes emocionales y no sabe cómo controlarse. Es por eso que paso gran parte de mi tiempo libre aprendiendo cómo ayudarle a superarlos.

A veces, aunque haya pasado horas en la cocina tratando de preparar algo que le guste, sin ninguna vergüenza, lo ha aventado al piso.

El mayor problema es que lo amo con locura. Hay días que despierto decidida a hacer cambios, pero no pasa ni una hora y ya estoy nuevamente rendida a sus encantos.

No puedo negar que, aunque soy la luz de sus ojos, es también un hombre coqueto. Cuando salimos, se alegra al encontrar otras mujeres y no esconde su deleite por ellas. Les grita, las persigue y les manda besos.

Y esto sí es que es injusto para mí, pues últimamente, ya ni a mi esposo me deja besar.

En fin, hoy me agaché a barrer los restos de su desayuno que tiró al piso y como siempre lo hace, corrió a abrazarme y envolvió mi espalda con su pequeño cuerpo.

Son esos segundos mágicos que me hacen olvidar todos mis pesares y me doy cuenta que la recompensa que todos los días recibo es mucho mayor de lo que yo puedo dar.

Sé que no siempre seré su mayor enamorada, así que ahora es así. Este pequeño hombrecito me maltrata y yo soy tan feliz de que esté a mi lado.”

Espero que al igual que a mí, les haya deleitado esta hermosa narración.

Al igual que la música que estimo de mi agrado y escucho con atención, de la misma manera, la sutil y buena lectura, realiza una sensación que ensancha el espíritu, al grado de apreciar que se desborda en mi interior y se unifica con la paz gratificante que desde mi cerebro se concibe.

Dicen los eruditos que una buena escritura produce vitalidad en un yermo y en el mutismo rememora bellas melodías, los pensamientos estimulan la profundidad que descubren realidades y aglutinan ideas más despejadas. Y así como la música bien combina los sonidos con el tiempo, la buena escritura con un fino estilo y tono bien equilibrado, igualmente armoniza tiempo y espacio e induce a emociones asombrosas y extraordinarias que vivifican en nuestro ser.

Detallo lo anterior, pues una de mis hijas cuyo nombre es Laurencia Zavala Banda, tiene el don de expresarse en sus escritos y transmite con un ritmo equilibrado, directa y metafóricamente sus inquietudes y vivencias, y yo, como mamá cuervo lo hizo al describir a sus hijos, me ensancho y presumo el último escrito que desde Ascalón, en Israel, lugar en el que por el momento ella radica, y desde allá la consultan, como buena maestra en psicología que es, para terapia en línea, y escribió lo siguiente:

“Hace tiempo había leído una petición de ayuda de una mujer de la que hoy me inspiro para hacer esta denuncia.

Hace 15 meses que estoy en una relación unilateral con un hombre y es momento de romper el silencio.

En todo este tiempo no me he separado de él más que algunas horas y, aún así, no le es suficiente para dejarme libre.

No puedo alejarme ni unos metros porque siempre existe algún tipo de objeción ante mi ausencia.

Ya no puedo bañarme, vestirme, cocinar o incluso ir al baño, sin que exista un reclamo por no darle mi atención exclusiva.

Desde que nuestra relación inició, todos nuestros pasatiempos giran en torno a sus gustos. He descuidado mis relaciones sociales y decepcioné algunas amistades que no comprendieron mi aislamiento.

Ha invadido completamente mi vida, nuestra casa está llena de artefactos suyos y lo peor, es que paso todo el día levantando sus cosas. Y qué decir de las noches en las que también me solicita, no ha habido una sola que haya dormido por completo en estos más de 15 meses.

Debo confesar que también he recibido agresiones de su parte. Ayer me dio un golpe en la cara y no hace mucho, tuvimos una época en la que solía morderme. No sé por qué, pero parecía fascinarle mis gestos de dolor cada vez que lo hacía.

Ahora disfruta pellizcar el gordito de mi brazo cuando trata de dormir y se ha mostrado entusiasmado de verme enojar al jalar mi pelo.

Continuamente me grita y no parece importarle hacerlo en lugares públicos.

En ocasiones tiene desbordes emocionales y no sabe cómo controlarse. Es por eso que paso gran parte de mi tiempo libre aprendiendo cómo ayudarle a superarlos.

A veces, aunque haya pasado horas en la cocina tratando de preparar algo que le guste, sin ninguna vergüenza, lo ha aventado al piso.

El mayor problema es que lo amo con locura. Hay días que despierto decidida a hacer cambios, pero no pasa ni una hora y ya estoy nuevamente rendida a sus encantos.

No puedo negar que, aunque soy la luz de sus ojos, es también un hombre coqueto. Cuando salimos, se alegra al encontrar otras mujeres y no esconde su deleite por ellas. Les grita, las persigue y les manda besos.

Y esto sí es que es injusto para mí, pues últimamente, ya ni a mi esposo me deja besar.

En fin, hoy me agaché a barrer los restos de su desayuno que tiró al piso y como siempre lo hace, corrió a abrazarme y envolvió mi espalda con su pequeño cuerpo.

Son esos segundos mágicos que me hacen olvidar todos mis pesares y me doy cuenta que la recompensa que todos los días recibo es mucho mayor de lo que yo puedo dar.

Sé que no siempre seré su mayor enamorada, así que ahora es así. Este pequeño hombrecito me maltrata y yo soy tan feliz de que esté a mi lado.”

Espero que al igual que a mí, les haya deleitado esta hermosa narración.