/ lunes 12 de julio de 2021

El desmoronamiento partidario

La democracia tiene de manera consustancial la existencia de una pluralidad de opiniones sobre “la cosa pública “, y que al ir organizándose y sistematizando esas visiones más homogéneas en una plataforma tanto programática como ideológica, concluía de manera casi necesaria en la formación de los partidos políticos.

Rebasando la posición sólo de un pequeño grupo que habían sido originariamente las facciones y que desde siempre han cargado con una connotación negativa al querer imponer una visión a rajatabla sólo de lo que ese pequeño grupúsculo social pensaba de la realidad social y política.

Aún así la conformación institucional de los partidos no representaba las visones o posiciones de TODA la sociedad, sino sólo de “una parte” de ella, (de ahí el nombre de partido) pero que conforme las reglas aceptadas por todos y en base a la premisa de respetar la ley, se podía aspirar a la conquista del poder a través de las elecciones, enarbolando programas que si bien es cierto con una sesgo ideológico y programático de dicho partido se podía aspirar a representar a la mayoría.

En México desde 1929 con la fundación desde el poder del PNR, vivimos un sistema político con un partido hegemónico qué pasó a ser con el PRI después un sistema con partido mayoritario hasta quedar como sistema de gobiernos divididos desde 1997, pero que con ello se fue conformando una partidocracia básicamente con sus élites para llegar a una especie de cartelización de la vida partidaria, lo que originó una desafección de parte de la sociedad con los partidos, la política y los políticos tradicionales, teniendo además a la corrupción como amalgama de sus intereses y no representando a los de la sociedad o de la mayor parte de ella.

Esto último fue lo que López Obrador aprovechó para con su salida del PRD evidenciar la cartelizacion de los partidos y en un contexto que posibilitaba su histórica posición populista conformar un movimiento político a su imagen y semejanza que registró como partido y que hoy es Morena, con el que logró ganar la Presidencia de la República.

Pero Morena estructurada como un mazacote político no ha evolucionado en su institucionalización, y responde sólo como movimiento del líder carismático que lo fundó y la disyuntiva que ahora tiene es si avanza en formar sus estructuras y su institucionalidad o como otras experiencias históricas desaparecerá con la ausencia de su fundador, lo que sí es claro que este actúa cada vez más con una actitud facciosa más que como partido político y eso golpea la democracia ya que el populismo y la actitud de facción de Morena y su líder impiden la discusión política de los asuntos públicos para ingresar cada día con más claridad en una actitud intolerante y autócrata.

Pero del lado de la oposición las cosas no son mejor, el PRI sigue en una ruta de desorientación política que no sabe qué papel debe de jugar en este momento histórico, además de sus contradicciones internas y sus derrotas electorales lo van desfondando camino a la irrelevancia política; por su parte el PAN mantiene su apuesta al pasado a un México que no ha de regresar aún cuando como partido de cuadros se sostiene en su círculo cerrado y actitud discursiva de oposición. El PRD haber conservado su registro fue un triunfo.

En las pasadas elecciones la sociedad envió el mensaje que no quiere más chatarra partidaria al no darle sus votos a los nuevos aspirantes a partidos políticos con registro, así es que pues con los que ahora hay ya mencionados más los acólitos de Morena, el PT y Verde y algo que no se sabe que es como MC es lo qué hay en el “sistema de partidos”, que vistas así las cosas esta crisis en la representación partidaria es también una de las evidencias del estado de nuestra democracia que no es para alegrar ni presumir un horizonte que haga contrapeso al poder autócrata del presidente ni mucho menos una fácil ruta para tener en el corto plazo una mejor de democracia.

La inexistencia de un verdadero sistema de partidos políticos es también la cara de la crisis de la democracia que hoy vivimos en México y que nos debe de preocupar y ocupar en su estudio y en la búsqueda de alternativas sino queremos mantenernos en las garras del líder populista y de los poderes fácticos, legales e ilegales que de manera fehaciente nos lo demostraron en el pasado proceso electoral.

La democracia mexicana en contraposición a las visiones shumpeterianas que lanzaron sus campanas al vuelo porque la jornada electoral fue exitosa, hay que recordarles que la democracia es más que sólo elegir a nuevos representantes, además de saber cómo fueron “electos”.

Una vez más hay que recordar que sin partidos políticos no hay manera de que la democracia tenga futuro, así es que este debe de ser también un acicate de cara al momento populista que hoy vivimos.

La democracia tiene de manera consustancial la existencia de una pluralidad de opiniones sobre “la cosa pública “, y que al ir organizándose y sistematizando esas visiones más homogéneas en una plataforma tanto programática como ideológica, concluía de manera casi necesaria en la formación de los partidos políticos.

Rebasando la posición sólo de un pequeño grupo que habían sido originariamente las facciones y que desde siempre han cargado con una connotación negativa al querer imponer una visión a rajatabla sólo de lo que ese pequeño grupúsculo social pensaba de la realidad social y política.

Aún así la conformación institucional de los partidos no representaba las visones o posiciones de TODA la sociedad, sino sólo de “una parte” de ella, (de ahí el nombre de partido) pero que conforme las reglas aceptadas por todos y en base a la premisa de respetar la ley, se podía aspirar a la conquista del poder a través de las elecciones, enarbolando programas que si bien es cierto con una sesgo ideológico y programático de dicho partido se podía aspirar a representar a la mayoría.

En México desde 1929 con la fundación desde el poder del PNR, vivimos un sistema político con un partido hegemónico qué pasó a ser con el PRI después un sistema con partido mayoritario hasta quedar como sistema de gobiernos divididos desde 1997, pero que con ello se fue conformando una partidocracia básicamente con sus élites para llegar a una especie de cartelización de la vida partidaria, lo que originó una desafección de parte de la sociedad con los partidos, la política y los políticos tradicionales, teniendo además a la corrupción como amalgama de sus intereses y no representando a los de la sociedad o de la mayor parte de ella.

Esto último fue lo que López Obrador aprovechó para con su salida del PRD evidenciar la cartelizacion de los partidos y en un contexto que posibilitaba su histórica posición populista conformar un movimiento político a su imagen y semejanza que registró como partido y que hoy es Morena, con el que logró ganar la Presidencia de la República.

Pero Morena estructurada como un mazacote político no ha evolucionado en su institucionalización, y responde sólo como movimiento del líder carismático que lo fundó y la disyuntiva que ahora tiene es si avanza en formar sus estructuras y su institucionalidad o como otras experiencias históricas desaparecerá con la ausencia de su fundador, lo que sí es claro que este actúa cada vez más con una actitud facciosa más que como partido político y eso golpea la democracia ya que el populismo y la actitud de facción de Morena y su líder impiden la discusión política de los asuntos públicos para ingresar cada día con más claridad en una actitud intolerante y autócrata.

Pero del lado de la oposición las cosas no son mejor, el PRI sigue en una ruta de desorientación política que no sabe qué papel debe de jugar en este momento histórico, además de sus contradicciones internas y sus derrotas electorales lo van desfondando camino a la irrelevancia política; por su parte el PAN mantiene su apuesta al pasado a un México que no ha de regresar aún cuando como partido de cuadros se sostiene en su círculo cerrado y actitud discursiva de oposición. El PRD haber conservado su registro fue un triunfo.

En las pasadas elecciones la sociedad envió el mensaje que no quiere más chatarra partidaria al no darle sus votos a los nuevos aspirantes a partidos políticos con registro, así es que pues con los que ahora hay ya mencionados más los acólitos de Morena, el PT y Verde y algo que no se sabe que es como MC es lo qué hay en el “sistema de partidos”, que vistas así las cosas esta crisis en la representación partidaria es también una de las evidencias del estado de nuestra democracia que no es para alegrar ni presumir un horizonte que haga contrapeso al poder autócrata del presidente ni mucho menos una fácil ruta para tener en el corto plazo una mejor de democracia.

La inexistencia de un verdadero sistema de partidos políticos es también la cara de la crisis de la democracia que hoy vivimos en México y que nos debe de preocupar y ocupar en su estudio y en la búsqueda de alternativas sino queremos mantenernos en las garras del líder populista y de los poderes fácticos, legales e ilegales que de manera fehaciente nos lo demostraron en el pasado proceso electoral.

La democracia mexicana en contraposición a las visiones shumpeterianas que lanzaron sus campanas al vuelo porque la jornada electoral fue exitosa, hay que recordarles que la democracia es más que sólo elegir a nuevos representantes, además de saber cómo fueron “electos”.

Una vez más hay que recordar que sin partidos políticos no hay manera de que la democracia tenga futuro, así es que este debe de ser también un acicate de cara al momento populista que hoy vivimos.