/ jueves 3 de junio de 2021

El escudo azteca que volvió de Austria

El Chimalli de Chapultepec es el único tesoro azteca que hizo el viaje de ida y vuelta a Europa. Provisto de 26 mil 400 plumas, salió de México en 1524 rumbo a Europa, junto con una muestra de las riquezas de las tierras recién conquistadas, como parte de los obsequios para el Rey Carlos I de España.

Quien lo llevó a su familia en Austria con algunos de los objetos que los conquistadores le enviaron por lo que permaneció en la colección de tesoros de la casa real de los Habsburgo, en Viena.

Este escudo circular –o protección en la lengua náhuatl- salió de Tenochtitlan tras la conquista como un obsequio del emperador Moctezuma para la corona española y regresó tres siglos después proveniente de Austria, cuando México ya se había constituido como país independiente, gracias a las gestiones de Maximiliano de Habsburgo, quien al convertirse en emperador de México en 1865, solicitó el chimalli a su hermano Francisco José, para recobrarlo un año después y exhibirlo en el Museo Nacional.

Al entrar en el Museo Nacional el escudo fue colocado en un lugar especial, como una especie de heráldica, con un contenido mucho más político y emblemático que el de otros escudos, quizá porque mucho tiempo este escudo fue considerado arma de Moctezuma y por ello mismo ayudaba a Maximiliano a anclar su posición política en México como emperador del pueblo de México, como una tradición que venía desde el tlatoani azteca.

En la carta solicitando la devolución se refiere a los objetos solicitados como las insignias de soberanía de los antiguos emperadores de estas tierras, lo que implicaba en ese entonces, un reconocimiento de Moctezuma como emperador, al igual que Maximiliano.

Durante el siglo XIX, la pieza se mostró en un marco cubierto de vidrio en la sala de documentos antiguos del museo, que se ubicaba en la antigua Casa de Moneda. En las siguientes décadas fue llevado al Castillo de Chapultepec con el resto de los objetos de la institución. En el año 2000 se construyó un estuche especial para su conservación y almacenaje y dejó de exhibirse al público, ahora con motivo de los 500 años de la llegada de Hernán Cortés es vuelto a exhibirse de manera temporal.

La peculiaridad del Chimalli resguardado por el Museo Nacional de Historia del Castillo de Chapultepec, no sólo radica en los dos emperadores, que signan su trayecto, sino también en su tradición artesanal, pertenece a un grupo de cuatro que trascendieron los siglos, dos de ellos resguardados en Stuttgart, Alemania y otro en Viena, Austria y es el único que tiene en la parte frontal, piel de ocelote, todos los demás están decorados con plumas.

Otra característica es que se utilizó pelo de conejo teñido con grana cochinilla para formar cuatro medias lunas y sobre estas, láminas de oro, además de que las plumas del borde perimetral del Chimalli así como de sus colgantes, provendrían de un pajarito migratorio, probablemente un chipe amarillo.

Los estudios de los investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia, así como de la Universidad Nacional Autónoma de México, también revelaron que el oro que estaba sobre las medias lunas que decoran la parte frontal del Chimalli, desapareció en el viaje a Europa y no se sabe quién es el propietario original del Chimalli.

A pesar de que su estado de conservación es estable, una vez que termine la exposición se guardará, ya que al estar compuesto principalmente de elementos orgánicos, no debe permanecer sobreexpuesto a la luz.

Esta es una oportunidad para retomar nuestra historia y saber nuestros fundamentos como nación surgida del encuentro de dos mundos.

El Chimalli de Chapultepec es el único tesoro azteca que hizo el viaje de ida y vuelta a Europa. Provisto de 26 mil 400 plumas, salió de México en 1524 rumbo a Europa, junto con una muestra de las riquezas de las tierras recién conquistadas, como parte de los obsequios para el Rey Carlos I de España.

Quien lo llevó a su familia en Austria con algunos de los objetos que los conquistadores le enviaron por lo que permaneció en la colección de tesoros de la casa real de los Habsburgo, en Viena.

Este escudo circular –o protección en la lengua náhuatl- salió de Tenochtitlan tras la conquista como un obsequio del emperador Moctezuma para la corona española y regresó tres siglos después proveniente de Austria, cuando México ya se había constituido como país independiente, gracias a las gestiones de Maximiliano de Habsburgo, quien al convertirse en emperador de México en 1865, solicitó el chimalli a su hermano Francisco José, para recobrarlo un año después y exhibirlo en el Museo Nacional.

Al entrar en el Museo Nacional el escudo fue colocado en un lugar especial, como una especie de heráldica, con un contenido mucho más político y emblemático que el de otros escudos, quizá porque mucho tiempo este escudo fue considerado arma de Moctezuma y por ello mismo ayudaba a Maximiliano a anclar su posición política en México como emperador del pueblo de México, como una tradición que venía desde el tlatoani azteca.

En la carta solicitando la devolución se refiere a los objetos solicitados como las insignias de soberanía de los antiguos emperadores de estas tierras, lo que implicaba en ese entonces, un reconocimiento de Moctezuma como emperador, al igual que Maximiliano.

Durante el siglo XIX, la pieza se mostró en un marco cubierto de vidrio en la sala de documentos antiguos del museo, que se ubicaba en la antigua Casa de Moneda. En las siguientes décadas fue llevado al Castillo de Chapultepec con el resto de los objetos de la institución. En el año 2000 se construyó un estuche especial para su conservación y almacenaje y dejó de exhibirse al público, ahora con motivo de los 500 años de la llegada de Hernán Cortés es vuelto a exhibirse de manera temporal.

La peculiaridad del Chimalli resguardado por el Museo Nacional de Historia del Castillo de Chapultepec, no sólo radica en los dos emperadores, que signan su trayecto, sino también en su tradición artesanal, pertenece a un grupo de cuatro que trascendieron los siglos, dos de ellos resguardados en Stuttgart, Alemania y otro en Viena, Austria y es el único que tiene en la parte frontal, piel de ocelote, todos los demás están decorados con plumas.

Otra característica es que se utilizó pelo de conejo teñido con grana cochinilla para formar cuatro medias lunas y sobre estas, láminas de oro, además de que las plumas del borde perimetral del Chimalli así como de sus colgantes, provendrían de un pajarito migratorio, probablemente un chipe amarillo.

Los estudios de los investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia, así como de la Universidad Nacional Autónoma de México, también revelaron que el oro que estaba sobre las medias lunas que decoran la parte frontal del Chimalli, desapareció en el viaje a Europa y no se sabe quién es el propietario original del Chimalli.

A pesar de que su estado de conservación es estable, una vez que termine la exposición se guardará, ya que al estar compuesto principalmente de elementos orgánicos, no debe permanecer sobreexpuesto a la luz.

Esta es una oportunidad para retomar nuestra historia y saber nuestros fundamentos como nación surgida del encuentro de dos mundos.