/ miércoles 15 de julio de 2020

El mundo según Magallanes

Hace cinco siglos, en un viaje de casi tres años en cinco naves, con 265 personas a bordo entre españoles, portugueses, franceses, italianos, flamencos e ingleses, de los cuales sólo dieciocho de los tripulantes originales lo terminaron, cambió el mundo de maneras tan radicales y profundas que sin él no podríamos explicarnos en la actualidad la ciencia, la filosofía, la economía y la cultura.

El 20 de septiembre de 1519, una flota compuesta por cinco naves y 250 hombres partió del puerto de Sanlúcar de Barrameda, en el sur de España, hacia el Atlántico. Al mando del buque insignia, la nao Trinidad, estaba el capitán portugués Fernando de Magallanes.

Ni Magallanes ni sus hombres eran conscientes entonces de que su expedición cambiaría el curso de la historia: sin saberlo, se convertirían en los primeros en dar la vuelta al mundo, hito del que se celebra su quinto centenario.

El recorrido alrededor del mundo del 20 de septiembre de 1519 al 6 de septiembre de 1522 en la Trinidad, la San Antonio, la Concepción, la Victoria y la Santiago, fue también una auténtica hazaña de resistencia humana: la primera circunnavegación al globo fue un auténtico infierno de enfermedades, hambre y violencia.

De manera que esta proeza europea, respaldada por Carlos V, emperador de la principal potencia de la época, sería producto de la conjunción de distintos factores y en ella colaboraron personajes de diversas sociedades. La crónica del viaje estuvo a cargo del italiano Antonio Pigafetta.

Tan trascendente hecho histórico fue consecuencia de la emergencia del modo de producción capitalista, pues no se puede perder de vista que el propósito principal consistió en abrir una ruta comercial de España, hacia y desde las islas asiáticas de las especias por el oeste, bajo la creencia sustentada de encontrar un paso entre el Océano Atlántico y el Mar del sur.

Una de las mayores repercusiones lo constituyó el cambio de la concepción acerca de la naturaleza, pues pasó de ser identificada y trastocada de maravillosa creación divina, a portentosa y casi ilimitada fuente de recursos a explotar para beneficio y disfrute de los seres humanos.

Con base en tales experiencias y percepciones, se empezó a conformar la concepción de la naturaleza como laboratorio para comprobar o realizar nuevos conocimientos enmarcados por el interés de facilitar la explotación de sus supuestos recursos inagotables en el imaginario renacentista.

Así, los científicos y los filósofos que dieron origen a la llamada Revolución científica que hasta 1700 vincularon y promovieron el conocimiento de la naturaleza como requisito y condición para su dominio, lo que dio paso al capitalismo para la extracción de riquezas.

En el plano económico debe considerarse la creación de las condiciones materiales forjadoras de la primera mundialización, prohijada por el modo de producción capitalista; a partir de entonces se establecería como razón de toda empresa la obtención de beneficios monetarios mediante los procesos de conquista y colonización, especialmente en el Nuevo Mundo, que dejaría de ser para los españoles un verdadero obstáculo geográfico, casi infranqueable, en su empezó por acortar su ruta hacia India.

La hazaña de Magallanes y Elcano consistió en aportar experiencias, datos e informaciones que sirvieron para sustentar el rechazo a la visión tricontinental del planeta, hasta entonces integrada solo por Europa, Asia y África, al corroborar la existencia del cuarto continente, América, un territorio larguísimo, extendido del Polo Norte al Polo Sur.

Pero no solo ayudó a la reformulación relativa de la geografía de nuestro planeta, sino a apoyar la idea copernicana de que la Tierra no era el centro del universo, lo cual dio pauta para cuestionar y descartar la concepción cosmológica dominante y en su lugar pensar en la existencia no solo de un Sol, sino de varios como lo propondrá en la segunda mitad del siglo XVI Giordano Bruno.

De esta manera inicia el proceso de pensar la infinitud de mundos, amén de la posibilidad de existencia de vida en otras partes del universo, se pasó de la concepción de un universo cerrado a pensar la existencia de universos infinitos.

Como consecuencia del primer viaje de circunnavegación se impuso la concepción eurocéntrica del mundo, con el uso de su lenguaje para asignar nombres a cualquier expresión de la naturaleza; así fueron renombrados territorios y todo espacio que les pareció útil o necesario, y surgieron nombres como América, el Mar del Sur o el Océano Pacífico.

Al mismo tiempo, los seres humanos recuperaron e intensificaron desde entonces la movilidad entre la diversidad de grupos sociales; a partir de entonces la migración se convirtió en el rasgo más importante de interacción humana dentro del modo de producción capitalista. Así quedó restablecida la idea y práctica del nomadismo a nivel planetario y a partir de entonces, la migración se volvió mundial.

Hace cinco siglos, en un viaje de casi tres años en cinco naves, con 265 personas a bordo entre españoles, portugueses, franceses, italianos, flamencos e ingleses, de los cuales sólo dieciocho de los tripulantes originales lo terminaron, cambió el mundo de maneras tan radicales y profundas que sin él no podríamos explicarnos en la actualidad la ciencia, la filosofía, la economía y la cultura.

El 20 de septiembre de 1519, una flota compuesta por cinco naves y 250 hombres partió del puerto de Sanlúcar de Barrameda, en el sur de España, hacia el Atlántico. Al mando del buque insignia, la nao Trinidad, estaba el capitán portugués Fernando de Magallanes.

Ni Magallanes ni sus hombres eran conscientes entonces de que su expedición cambiaría el curso de la historia: sin saberlo, se convertirían en los primeros en dar la vuelta al mundo, hito del que se celebra su quinto centenario.

El recorrido alrededor del mundo del 20 de septiembre de 1519 al 6 de septiembre de 1522 en la Trinidad, la San Antonio, la Concepción, la Victoria y la Santiago, fue también una auténtica hazaña de resistencia humana: la primera circunnavegación al globo fue un auténtico infierno de enfermedades, hambre y violencia.

De manera que esta proeza europea, respaldada por Carlos V, emperador de la principal potencia de la época, sería producto de la conjunción de distintos factores y en ella colaboraron personajes de diversas sociedades. La crónica del viaje estuvo a cargo del italiano Antonio Pigafetta.

Tan trascendente hecho histórico fue consecuencia de la emergencia del modo de producción capitalista, pues no se puede perder de vista que el propósito principal consistió en abrir una ruta comercial de España, hacia y desde las islas asiáticas de las especias por el oeste, bajo la creencia sustentada de encontrar un paso entre el Océano Atlántico y el Mar del sur.

Una de las mayores repercusiones lo constituyó el cambio de la concepción acerca de la naturaleza, pues pasó de ser identificada y trastocada de maravillosa creación divina, a portentosa y casi ilimitada fuente de recursos a explotar para beneficio y disfrute de los seres humanos.

Con base en tales experiencias y percepciones, se empezó a conformar la concepción de la naturaleza como laboratorio para comprobar o realizar nuevos conocimientos enmarcados por el interés de facilitar la explotación de sus supuestos recursos inagotables en el imaginario renacentista.

Así, los científicos y los filósofos que dieron origen a la llamada Revolución científica que hasta 1700 vincularon y promovieron el conocimiento de la naturaleza como requisito y condición para su dominio, lo que dio paso al capitalismo para la extracción de riquezas.

En el plano económico debe considerarse la creación de las condiciones materiales forjadoras de la primera mundialización, prohijada por el modo de producción capitalista; a partir de entonces se establecería como razón de toda empresa la obtención de beneficios monetarios mediante los procesos de conquista y colonización, especialmente en el Nuevo Mundo, que dejaría de ser para los españoles un verdadero obstáculo geográfico, casi infranqueable, en su empezó por acortar su ruta hacia India.

La hazaña de Magallanes y Elcano consistió en aportar experiencias, datos e informaciones que sirvieron para sustentar el rechazo a la visión tricontinental del planeta, hasta entonces integrada solo por Europa, Asia y África, al corroborar la existencia del cuarto continente, América, un territorio larguísimo, extendido del Polo Norte al Polo Sur.

Pero no solo ayudó a la reformulación relativa de la geografía de nuestro planeta, sino a apoyar la idea copernicana de que la Tierra no era el centro del universo, lo cual dio pauta para cuestionar y descartar la concepción cosmológica dominante y en su lugar pensar en la existencia no solo de un Sol, sino de varios como lo propondrá en la segunda mitad del siglo XVI Giordano Bruno.

De esta manera inicia el proceso de pensar la infinitud de mundos, amén de la posibilidad de existencia de vida en otras partes del universo, se pasó de la concepción de un universo cerrado a pensar la existencia de universos infinitos.

Como consecuencia del primer viaje de circunnavegación se impuso la concepción eurocéntrica del mundo, con el uso de su lenguaje para asignar nombres a cualquier expresión de la naturaleza; así fueron renombrados territorios y todo espacio que les pareció útil o necesario, y surgieron nombres como América, el Mar del Sur o el Océano Pacífico.

Al mismo tiempo, los seres humanos recuperaron e intensificaron desde entonces la movilidad entre la diversidad de grupos sociales; a partir de entonces la migración se convirtió en el rasgo más importante de interacción humana dentro del modo de producción capitalista. Así quedó restablecida la idea y práctica del nomadismo a nivel planetario y a partir de entonces, la migración se volvió mundial.